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La crítica del libro de Diego Osorno, Slim, biografía política del mexicano más rico del mundo (Debate, noviembre 2015) requiere de un espacio más amplio que el de esta columna. La sintetizo, pues, en una palabra: deslumbrante.
Lo es, entre otras cosas, por la habilidad del autor para convencer a personajes reacios a hablar, no sólo que lo hagan, sino que digan lo que han dicho en este libro: el mejor perfil de Slim al día de hoy. Diego, dando un salto notable en sus capacidades investigativas, descriptivas y narrativas, presenta esas frases como fascinantes diálogos sobre las virtudes y miserias de los hombres del poder.
Tomo como ejemplo un par de momentos. Primero, el del propio Carlos Slim cuando comenta un artículo del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, publicado hace un año. Salinas exalta ahí la privatización de Telmex durante su gobierno y manda al basurero de la historia lo ocurrido con la telefónica en las gestiones de Zedillo, Fox y Calderón.
Tras reconocer que no ha leído el artículo, Slim dice que lo dicho por Salinas es una mentira: “Nomás cubre su parte y todos los demás hicieron las cosas mal”. Se embarca entonces en un monólogo para negar que Telmex sea ineficiente y sea un monopolio. ¿Qué motivación tendría Salinas para sacar ese artículo?, le pregunta Diego. “Decir que es un chingón, que él lo hizo todo limpio y que los demás son unos pendejos y sucios y que Telmex es una mierda”, responde el empresario de 75 años.
Diego le pregunta si tiene una relación con Salinas, a quien viejas versiones ubicaban como el verdadero dueño de Telmex. “Sí lo veo”, contesta Slim. “Lo vi el otro día y le dije que decía una bola de mentiras. A lo mejor leo completo lo que escribió y le enseño las mentiras una por una. Salinas lo escribió en El Financiero para quedar bien con Televisa, con las televisoras. Volvió a ser un instrumento”.
Otro momento es la conversación con dos vicepresidentes insignia de Televisa, Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia. Diego consigue que describan los negocios de Slim con la televisora y los motivos y consecuencias del conflicto estallado en 2011. Lo que Bernardo y Alfonso cuentan quizá había sido bocetado en columnas, nunca expresado así. Un ejemplo. De Angoitia:
—Si yo te enseño las gráficas del periódico Reforma, cuando más le pegan a Televisa es cuando más le mete lana el ingeniero Slim. Es muy obvio y está bien. Vamos a dejar Reforma y pongamos a La Jornada. Es imposible que un diario de izquierda no lo toque ni con el pétalo de una rosa, cuando debería ser al revés, ¿no? ¿Cómo es posible? ¿Por qué? Porque el dinero inhibe.
Agrega Bernardo:
—¡Televisa la empresa más poderosa de México! ¿En serio te la crees? ¿No has visto las críticas que nos dan todos los días? ¿Eso pasa cuando alguien tiene poder? Cuando realmente tienes poder no te tocan, como sucede con Carlos Slim.
Joyas.
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gomezleyvaciro@gmail.com