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Aurelio Nuño tuvo un otoño excepcional. Designado secretario de Educación Pública a finales de agosto, arrancó su gestión a máxima velocidad con presencia en las escuelas, acciones llamativas, buena imagen mediática, discurso coherente y resuelto, firmeza al actuar y declarar que la reforma educativa se aplicaría sin titubeos. Las cosas le funcionaron muy bien.
Recién salido del invernadero de Los Pinos, se convirtió en un atractivo personaje, en un huracán, una estrella. Escribí aquí el 3 de noviembre: “El comentario se va repitiendo, entre los entusiastas y los resignados, entre los villamelones y los enterados: si el PRI tuviera que elegir hoy a su candidato a la Presidencia, sería Aurelio Nuño”.
El invierno ya no fue lo mismo. Las protestas de la disidencia magisterial contra las evaluaciones en los estados críticos, que incluyeron un muerto en Chiapas, parecieron frenar el avance del secretario de Educación. Y las encuestas rumbo a 2018 publicadas en diciembre y enero indicaron que tenía una baja aceptación. No emocionaba al gran público, tampoco a los priístas.
No volvió a brillar como en el otoño. Podría pensarse que era una pausa lógica porque nadie puede ir así al frente sin desgastarse. Pero el invierno se ha prolongado. Unas extrañas declaraciones de contenido administrativo-burocrático fueron aprovechadas por algunos para sembrar confusión y desatar la crisis de las vocacionales del Politécnico, que llega a su quinta semana y tiene en Nuño al villano jurado de los adolescentes.
La crisis de los estudiantes se toca ahora con la resurrección de los maestros de la CNTE que, apuntando a Nuño, descalificándolo, retándolo, iniciaron movilizaciones, se plantaron en Bucareli, Tuxtla Gutiérrez y el centro de Oaxaca, y cerraron escuelas en ese estado, Chiapas, Michoacán y Guerrero. Son dos conflictos con causas, motivaciones y alcances distintos, pero con el común denominador de repudiar al secretario Nuño. Lo gritaron ayer en calles y plazas y prometen gritarlo más fuerte.
Las encuestas siguen sin ser amables con él. Del personaje que en el otoño se perfilaba como estupendo contendiente en la carrera priísta queda poco por estos días. Lo curioso es que el Nuño de septiembre-octubre es esencialmente el de abril-mayo. No ha variado su discurso, firmeza, actividades, presencia mediática. ¿Por qué el de entonces deslumbraba y el de hoy se apaga?
Quizás el país requiere un paso más pausado. Nuño parecía tener prisa de subordinar la resistencia, marcar huella y poner la letra de la reforma educativa en los pizarrones de las escuelas. No era tan sencillo. No sólo por la complejidad e incertidumbre natural de la política, también porque la civilización del espectáculo es cruel.
La estrella del otoño es el antihéroe de un invierno largo. De cinco meses ya.
MENOS DE 140. Son ya 296 los contribuyentes mexicanos investigados por el SAT en el caso de los Papeles de Panamá.
gomezleyvaciro@gmail.com