El gobernador de Tabasco, el perredista Arturo Núñez, luce copado por una triada que es la que realmente ejerce el poder en el estado.

La encabeza su esposa, Martha Lilia López Aguilera, quien desde el DIF local, al que logró autonomizar, construye una plataforma para contar con una carrera política propia.

Su influencia rebasa la esfera de la acción social. Ha logrado colocar en dos posiciones clave a funcionarios que le responden a ella más que al gobernador.

El primero es el secretario de Finanzas, Amet Ramos Troconis. Durante el primer tramo del gobierno de Núñez formó una especie de dependencia espejo en la secretaría de Administración que encabezaba. Fue tal la presión que no resistió el secretario de Finanzas de arranque, Víctor Manuel Lamoyi, un técnico cercano al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y quien logró más o menos ordenar el desastre económico que había dejado el sexenio del priísta Andrés Granier, procesado y encarcelado por el presunto desfalco millonario a las arcas estatales.

El tercer integrante del poderoso grupo que capitanea la primera dama de Tabasco es el secretario de Salud local, José Antonio Filigrana Castro. El cargo de Salud nunca es considerado de los estratégicos dentro de un gabinete, pero siempre es de los que más presupuesto absorbe. En el caso del llamado “edén”, las denuncias escandalosas sobre la corrupción en los hospitales exhiben que para el triunvirato que mece la cuna en Tabasco, sí es estratégico. La respuesta que ha dado Filigrana Castro a éstas no deja claro si lo suyo es ceguera, ineptitud o franco delito. En la trama bajo sospecha destaca la relación que han establecido la primera dama y los secretarios de Finanzas y Salud con proveedores chiapanecos.

Mientras tanto, los resultados en el gobierno estatal son cada vez más criticados: Tabasco ocupa el tercer lugar nacional en secuestros y forma parte del corredor de migración fuera de control que ha derivado en un incremento en la trata de personas, la prostitución infantil, los asaltos en la vía pública y hasta el narcotráfico.

Encima de todo, para infortunio de los tabasqueños, el estado ha sido laboratorio para el nuevo sistema de justicia penal, que ahí no ha funcionado. A juzgar por organizaciones ciudadanas y denuncias periodísticas, jueces y ministerios públicos no tuvieron el suficiente entrenamiento y los delincuentes son detenidos para casi de inmediato resultar liberados, en una especie de carrusel del mal que termina atemorizando a los habitantes.

SACIAMORBOS. Duelo de túnicas. Los de toga aprueban leyes liberales. Los de sotana cobran venganza denunciando que ganan sueldos estratosféricos. Los ministros de la Suprema Corte no se enganchan en el pleito. En la Arquidiócesis que comanda el cardenal Norberto Rivera Carrera tampoco acusan recibo de las palabras de su jefe, el papa Francisco, que pide a los jerarcas de la Iglesia que no vivan como príncipes, entre lujos.

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