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Uno de los peores años para Petróleos Mexicanos ha sido 2015. La caída de 70% en los precios del crudo puso a la empresa paraestatal en jaque financiero, al grado de que la última semana de noviembre la agencia Moody’s le rebajó su calificación.
Moody’s argumentó que “los indicadores crediticios de Pemex se deteriorarán aún más en el corto a mediano plazo debido a que los precios del petróleo continúan deprimidos, la producción continúa cayendo, los impuestos permanecen altos y las necesidades de inversión de la compañía son financiadas con deuda”.
Cuando el precio del petróleo ronda los cien dólares nada de esto se ve. Pero bajan las cotizaciones y emergen las irregularidades. La corrupción, apunto yo, se vuelve más relevante.
Para tapar los boquetes que debilitan su rentabilidad y tratar de reducir sus costos de producción, su director general, Emilio Lozoya, anunció que Pemex entró a un megaproceso de reestructuración y fusión de las empresas que lo conforman, decidió cerrar aquellas plantas que se crearon por motivos políticos sin sentido de negocio, reconformó su dirección, logró aumentar la tasa de restitución de reservas (para esto sirven los nuevos yacimientos descubiertos), renegoció con su sindicato el sistema de pensiones que le ahorrará 400 mil millones de pesos y recortó 10 mil plazas de trabajadores en este 2015.
No obstante, el problema no se ha resuelto del todo. La semana pasada entrevisté en Televisa a Emilio Lozoya. Adelantó que su plan es seguir en esa ruta de reducción de costos durante el año entrante. Le pregunté si esto va a significar que continuarán los recortes de personal de Pemex. Como que delineó que sí, pero no fue contundente ni le puso número.
Fuentes muy enteradas, con acceso a información de la paraestatal, me aseguran que el cálculo es que en 2016 recorten entre 13 mil y 15 mil plazas.
Apenas hace unos días, Pemex anunció inversiones por 23 mil millones de dólares de capital privado que estará generando aproximadamente 63 mil empleos en empresas particulares, según se prometió. Se trata del efecto inicial de la reforma energética en la que el gobierno federal tuvo mala suerte: si los precios del petróleo se hubieran mantenido altos, le estarían sacando mucho más jugo.
Muchos consultores cobran por hacer pronósticos. Y luego vuelven a cobrar para explicar por qué sus pronósticos no se cumplieron. La verdad es que nadie sabe con certeza qué sucederá en el mercado de los hidrocarburos. En caso de que las cotizaciones sigan cayendo, el problema va a ser todavía más crítico: el barril de crudo mexicano cerró ayer en 28.34 dólares; pero en promedio, producir un barril le cuesta a Pemex 23 dólares... Se acabaría el negocio.
SACIAMORBOS. El eterno líder petrolero puede eternizarse más. Con la intención de mandar una señal anticorrupción, en Los Pinos barajaron la propuesta de mostrarle un camino de salida, un puente de plata. Pero tras aceptar la renegociación de pensiones seguramente ya se ganó su permanencia el resto del sexenio.
historiasreportero@gmail.com