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Los más peligrosos criminales de la humanidad han encontrado en internet un paraíso. Ni cómo negarlo.
Nos podrá fascinar navegar en la red, bromear en redes sociales, informarnos en tiempo real con ellas, resolver dudas al instante o entretenernos con lo que existe publicado, pero no podemos negar que grupos terroristas, cárteles del narcotráfico, secuestradores, asesinos y pederastas se esconden en internet para cometer sus fechorías.
Por no hablar de bullying, pornografía infantil, invasión a la vida privada, acoso, difamación, divulgación de mentiras que la red facilita y del hecho de que cada vez más gente se “informe” a través de internet cuando cualquiera que haya estudiado 15 minutos el tema se habrá dado cuenta que no hay medio de comunicación más fácil de manipular que las redes sociales.
Con todo y esto, internet es, por mucho, un bien. Yo soy de los que piensa que no se trata de una de esas maldiciones de la modernidad que vuelven robot al ser humano. Me encanta que exista, hace mucho más fácil mi trabajo y disfruto Twitter y Facebook como fuentes de entretenimiento y de información (que debe ser verificada).
Pero por sus peligros, desde hace años se debate en todo el mundo qué hacer con internet.
Y así como los más peligrosos criminales lo emplean a su favor, también los gobiernos (algunos de supuesto talante democrático, otros francamente dictatoriales) lo usan para espiar a sus ciudadanos con el pretexto de cuidar su seguridad. Hoy se sabe que han ido mucho más lejos y han violado el derecho a la vida privada (es más asombroso que, según las encuestas en varias potencias donde esto ha sido un escándalo, gran parte del público está dispuesto a perder privacidad con tal de ganar seguridad).
¿Cómo frenar a los delincuentes en internet sin vulnerar a los ciudadanos que lo usan? Con el pretexto de abordar este urgente dilema, un senador, el priísta Omar Fayad, presentó la iniciativa de Ley para Prevenir y Sancionar los Delitos Informáticos.
Propuso, entre muchos artículos, castigo de hasta doce años de prisión a quien sin la autorización correspondiente, revele o difunda información privada referente a imágenes, audio y/o video.
Con ese marco tajante, hubiera costado cárcel denunciar la casa del presidente, los lujos del líder petrolero, la riqueza de La Maestra, las amenas charlas del hijo del gobernador con el narco, los fajos de billetes con ligas dentro del portafolio y hasta los videos con audio de la fuga del criminal más buscado.
Fayad dijo que no era mala intención, sino mala redacción, que no se le malinterpretara. Yo no lo creí: cuando divulgué los videos con audio de la fuga del Chapo, Fayad fue de los que pidió perseguir a los presuntos filtradores más que al capo mismo, apuntó hacia la criminalización de la denuncia periodística más que a la criminalización de los que vieron y escucharon y no hicieron nada.
Ante el alud de críticas, Fayad retiró ayer su iniciativa. Dijo que la va a replantear. Cuidado: que no sea mala intención disfrazada de pobre sintaxis.
SACIAMORBOS. Y hasta el líder nacional de su partido se desmarcó del senador en sus declaraciones.
historiasreportero@gmail.com