Es tradición que unos días antes del 15 de mayo, Día del Maestro, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) inicie manifestaciones de todo tipo. Es su momento.
Cada año varía la intensidad de estas protestas. Depende del estado de su relación con el gobierno en turno. La CNTE es especialista en estirar la liga más allá de donde parece resistir y soltarla en el momento idóneo. Lo han hecho por sexenios. Llevan las cosas al extremo y luego se repliegan para recolectar los beneficios (a veces es dinero, a veces son plazas, siempre prebendas).
Este 2017 la CNTE prácticamente no existió. La víspera del 1 de mayo, el Día del Trabajo, parecía rebrotar. Pero fue sólo simbólicamente: en Chiapas pararon 5 mil maestros, en Oaxaca fueron 4 mil, y 2 mil en Guerrero y Michoacán. A la Ciudad de México llegaron menos de mil maestros. Nada comparado con aquellos 50 mil que congregaron hace un par de años desquiciando la capital del país en repudio a la reforma educativa.
El llamado al paro de este año llevaba truco: se anunció que sería por 72 horas, tres días; de haberlo cumplido, la ley habría obligado a la Secretaría de Educación Pública (SEP) a despedir a todos los faltistas, pero como uno de esos tres días era feriado entonces sólo se les descuentan los días de ausencia. Lo demás es negociación política: la CNTE hace como que desafía la reforma educativa, pero se somete a sus reglas; la autoridad hace como que sanciona pero los termina exentando del descuento. Encima, de los 10 mil que marcharon, sólo como 300 no fueron a clases. Los demás ni siquiera hicieron la fachada del paro.
Apenas antier se dio a conocer que la SEP avanzó un tercio en la evaluación de los 8 mil 500 maestros que faltaban desde 2015. En números redondos, son 4 mil de Oaxaca y mil 500 de Guerrero, Chiapas y Michoacán.
La SEP no quiso arriesgar: los mil 91 de Chiapas que presentaron la prueba se trasladaron a Tabasco y los mil 124 de Oaxaca viajaron a Puebla y la Ciudad de México. Los de Michoacán sí se pudieron evaluar en Morelia. Fueron 653. Pero en Guerrero de plano no hubo examen. En total, se evaluaron casi 3 mil. Para los 5 mil que faltan hay una oportunidad en junio y otra en julio. El que no se pueda administrar la evaluación sin sacar a los profesores de algunos estados donde viven refleja que la reforma educativa sigue estrellándose ante los grupos más radicales.
SACIAMORBOS. La CNTE luce descafeinada. Detecto cinco factores que podrían explicar esta inusual calma preelectoral: la reforma educativa se les está aplicando en buena medida, y ya se medio resignaron; en la elección de su nueva dirigencia ganó el bloque moderado; las autoridades federales les han dejado claro que sus negociaciones deben darse a nivel estatal, evitando así un frente nacional con más fuerza; no se han transparentado los acuerdos Gobernación-CNTE, quizá haya dinero de por medio; y están esperanzados en que el próximo presidente de México sea López Obrador para derogar la mentada reforma.
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