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O más solo. Porque desde hace tiempo varios sectores y actores políticos le han dado la espalda, quizá desencantados por la corrupción, quizá desesperados porque no salen del bache, quizá interesados en buscar otros derroteros ante la baja popularidad del Presidente.
Pero lo que sucedió ayer parece que se cuece en otro caldero. Diez organizaciones de la sociedad civil, que habían aceptado desde hace seis años trabajar con la administración federal y el Inai en la Alianza para el Gobierno Abierto, en pos de mejores prácticas de transparencia, anticorrupción, participación ciudadana y uso de la tecnología para todo ello, decidieron levantarse de la mesa.
Fue un ¡Ya Basta! de ONGs como Artículo 19, Transparencia Mexicana, Imco, Fundar, Observatorio Nacional Ciudadano. Tomaron la decisión de dejar de prestarse a que México pudiera presumirse internacionalmente como símbolo de apertura cuando hay evidencia contundente de que los están espiando (lo han reforzado investigaciones del prestigiado Citizen Lab de la Universidad de Toronto y del New York Times).
Las capacidades técnicas, legales y legítimas que tiene todo Estado y que debe usar para perseguir a delincuentes son empleadas contra aquellos a quienes extiende la mano e invita a trabajar juntos.
Las organizaciones de la sociedad civil han condenado que el espionaje se da en un contexto de ataques a la libertad de expresión que quedan impunes, intimidación con auditorías y amenazas de restringir sus fuentes de financiamiento.
Las organizaciones participantes en la Alianza para el Gobierno Abierto determinan que no hay condiciones reales de seguridad y libertad para avanzar la agenda de apertura en México. Y al salirse de la Alianza, pues ya no la hay. La alianza era, por definición, entre el gobierno y la sociedad civil. Así lo es en todo el mundo. En México ya nomás queda el gobierno. Por si no bastara la pena, México es una de las siete naciones fundadoras, de un total de 75 participantes, de la mentada Alianza.
Ahí queda para el registro el papel de comparsa gubernamental que ha jugado el Instituto Nacional de Transparencia (Inai), que acaba de vivir su propia transición: pasó de ser encabezado por una mujer que atendió los intereses de Los Pinos a un personaje con fama de ultraderechista y temeroso de la confrontación (con Los Pinos también, deduzco), cuando lo que se necesita en una posición como esa es arrojo y valentía para ir abriendo brecha donde está cerrada.
SACIAMORBOS. 1.— Se espera también que los corresponsales extranjeros acreditados en México endurezcan el tono hacia el gobierno federal frente a las amenazas del crimen organizado que permean a todo periodista que aborda los temas de narco y corrupción, que son centrales en el flujo diario de noticias.
2.— Presentaron el programa Salud en tu Escuela. Y se reunieron cuatro presidenciables: dos del PRI y dos del PRD. Además de una cascarita de futbol que no pasará a la historia, destacó la competencia de discursos que sonaban más a campaña política que a campaña a favor de los alumnos.
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