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Si Elba Esther Gordillo no es corrupta, si no se robó nada, si no lavó dinero, ¿cómo le hizo para acumular tanta riqueza? ¿Cómo le hizo para tener esos departamentos en Polanco, esas casas en San Diego, con un sueldo de maestra, incluso con un sueldo de dirigente sindical?
El Poder Judicial se alista para regalar otra perla que enardecerá a la ciudadanía y reforzará la imagen de corrupción que le golpea: Gordillo está a punto de quedar libre y no por enfermedad, sino porque resultó ¡inocente! de los tres delitos de los que fue acusada cuando la detuvieron a inicios de este sexenio.
El comportamiento de las altas esferas del Poder Judicial raya en el escándalo: en la acusación contra Elba Esther por declarar menos ingresos de los que realmente obtenía, la autoridad anunció que presentó como pruebas los estados de cuenta de sus tarjetas de crédito, débito y servicios; con depósitos que le entraban en efectivo y los gastos millonarios que realizaba en lujos inimaginables. Un juez dictó formal prisión. Una magistrada confirmó esa formal prisión tras la apelación. Otra magistrada le negó el amparo. Pero, vaya sorpresa, el asunto llegó a un Tribunal Colegiado, y con el criterio del magistrado Juan Wilfrido Gutiérrez Cruz, el cielo empezó a pintarse de azul para la poderosa y multimillonaria “Maestra”, como se le apoda en el mundo de la política.
Por si no bastaran los privilegios, los periodistas Mario Gutiérrez Vega y Claudio Ochoa presentaron el viernes en Despierta, noticiario a mi cargo, un reportaje sobre cómo Gordillo no lleva cuatro años en la cárcel, sino en un hospital, según se ha dicho, por su mala condición de salud. Sin embargo, revelaron que no hay ningún documento oficial que valide que en realidad está enferma, ni ningún médico que trabaje para el gobierno ha dejado constancia de haber acudido a su cama para evaluar si está en condiciones de regresar a la celda o quedarse en el cuarto. Entrevistados, los abogados de la maestra argumentaron que todo era legal. Presumen que es cosa de días para que salga.
Ahí viene otro escándalo que suma a la imbatible percepción de corrupción e impunidad.
SACIAMORBOS. Cuentan que él no quería lanzarse contra ella, no quería encarcelarla. Que recordaba los buenos tiempos en que él era gobernador y ella fue su aliada, y cómo en la campaña más importante de su vida, si bien no habían ido juntos, ella había sido leal. Pero desde la reforma, ella había endurecido el tono al grado que le faltaba el respeto, desafiaba la investidura que ahora representaba. Cuando estaba evaluando si proceder o no contra ella, con tantas pruebas acumuladas en su contra, ella concedió una entrevista a Adela Micha. Al terminar de verla, él no tuvo duda. Y pasó lo que pasó.
Él ha de estar pensando que ella no aprendió la lección, porque con un pie y medio fuera de prisión, vuelve a desafiarlo y manda a su entrañable estado a su yerno y operador, a jugarle las contras. Vamos a ver si puede responderle con la fuerza de hace cuatro años.
historiasreportero@gmail.com