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Las dos primeras versiones-filtraciones periodísticas sobre la llamada entre Donald J. Trump y Enrique Peña Nieto coinciden en que en algún momento de la conversación el mandatario estadounidense habló de mandar sus tropas a México para combatir a los criminales.
¿Tropas? ¿En serio? ¿Alguien en el siglo XXI piensa aún que al narcotráfico se le combate con más y más y más soldados? ¿Ese alguien es el presidente de Estados Unidos? Si quiere ayudar a acabar con los bad hombres o los tough guys, que no mande tropas, que mande drones.
A lo mejor no le han dado ese reporte de inteligencia, pero en las dos capturas del que era el hombre más buscado del mundo, Joaquín El Chapo Guzmán, las autoridades estadounidenses jugaron un papel central y no fue enviando tropas a Sinaloa, sino aportando tecnología de última generación que permitió ubicar al capo.
Con la tecnología, el poder corruptor de los líderes del crimen organizado topa con pared. Lo que se sabe por distintas fuentes apunta en esa dirección:
Al Chapo lo agarraron en 2015 gracias a un interceptor de señales telefónicas operado por el gobierno de Estados Unidos. Así lo ubicaron primero en una casa céntrica en Culiacán y después de que se escapó por el drenaje, lo volvieron a detectar en un departamento frente al mar en Mazatlán. Las dos veces, Estados Unidos ofreció esta información clave a la Marina mexicana, que reaccionó rápido y dio el golpe en tierra.
¿Tropas? No. Un dron con capacidad de interceptar comunicaciones.
Después de que se fugó El Chapo, con técnicas de “forense digital” en el Cisen lograron extraer toda la información del GPS de la avioneta que lo llevó a la sierra y saber en qué pistas clandestinas había aterrizado, con qué frecuencia y en qué lugares se movía. También fueron “encuerados” los celulares del primer círculo del capo para trazar una red de vínculos con geolocalización hasta que lo ubicaron en Los Mochis.
¿Tropas? No. Forense digital en computadoras especializadas en vulnerar aparatos encriptados y de nuevo un dron que hizo lo suyo.
A Nazario Moreno, fundador de La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios, lo rodearon cuando regresaba de visitar a su novia.
¿Tropas? Tampoco. Intercepción de comunicaciones.
A su compadre La Tuta, lo pescaron el día de su cumpleaños, cuando fue a partir pastel con su pareja porque tenían “pinchado” a su primer círculo.
¿Tropas? No. Un camión —la versión terrestre del dron— al que en los cuerpos de inteligencia del gobierno federal llaman “la perra”, capaz de registrar todas las comunicaciones de determinada área.
Nada de tropas. Tecnología operada por especialistas mexicanos y estadounidenses.
SACIAMORBOS. Un dron no tripulado, que no se ve ni se oye se encargó de lo más central del espionaje. Después de los primeros éxitos, el gobierno de Estados Unidos heredó esa tecnología al de México: ellos ya tenían otro dron, aún más poderoso. Y ese lo presta a México para operaciones de seguimiento contra objetivos de alto impacto. ¿Tropas? Eso es conversación de hace medio siglo. ¡Drones!, si quiere ayudar.
historiasreportero@gmail.com