Al día siguiente de que ganó las elecciones, le pregunté a Miguel Ángel Yunes si había valido la pena tanto lodo, tanta guerra sucia, para un gobierno de tan solo dos años.

Ni lo pensó: me dijo que sí.

Veracruz decidió que su gobierno actual será un miniperiodo 2016-2018 para que a partir de 2018 la elección de su gobernador se lleve a cabo el mismo día que la de presidente de México.

Pero es cierto que había mucho más en juego: la libertad.

Hoy Yunes cumple apenas cinco días en el gobierno y ya se sienten como cinco años. No sólo por la intensidad de noticias que generó la campaña —ranchos, dinero, edificios, propiedades, corrupción, prestanombres, denuncias— sino las que han salido durante el periodo de transición —más ranchos, más dinero, más edificios, más propiedades, más corrupción, más prestanombres, más denuncias—.

El nuevo gobernador de Veracruz se ha vuelto el más incisivo, feroz y eficaz investigador de su antecesor: contactó a los prestanombres de Javier Duarte, los amagó, se reunió en secreto con ellos incluso en el extranjero y los hizo confesar sus pecados:

“Cuando yo me di cuenta que había debilidad en los cómplices, empecé a localizarlos uno a uno y empecé a sentarme con ellos”, me explica Yunes en entrevista.

Y comparte su método: “Me di cuenta que tenían puntos sensibles y toqué esos puntos sensibles. Y llegó el momento en que se vieron en la necesidad de pedirme prácticamente piedad, a decirme: 'sí devolvemos, pero por favor no me toque esto, no me toque lo otro'.No puntos ilegales, absolutamente, sino cuestiones de carácter personal, y me senté con ellos y empecé a recuperar bienes”.

Explica que son más de mil 200 millones de pesos. La PGR anunció la semana pasada el reintegro de 421 millones de pesos.

Así, el gobernador entrante fue grabando confesiones y armando con ellas un expediente del que no sabemos qué tan alto salpica y con qué gravedad. Ojalá no haya traspasado lo legal en ese proceso. Miguel Ángel Yunes Linares, cuyo colmillo alcanza para trazar una autopista de Poza Rica a Coatzacoalcos, va soltando por goteo los escándalos. Pero en su toma de posesión dejó una clara advertencia al gobierno federal cuando dijo que sigue investigando el tema de las maletas llenas de dinero durante la campaña presidencial.

Yo no dejo de acordarme que cuando la conversación nacional era si la PGR procedería contra Duarte, sí, pero contra Yunes también, y que al candidato electo lo arrestarían antes de que pudiera tomar posesión, el propio Yunes declaró que el 1 de diciembre, en su discurso de toma de protesta, haría revelaciones que cimbrarían al país.

La fecha llegó el jueves pasado y el grueso de la opinión pública consideró que Yunes no empató la expectativa.

Yo no sé si el mandatario tiene o no algo que satisfaga ese apetito, pero sí registro que desde que amagó con desatar tal terremoto, la conversación nacional cambió y ahora en lugar de tener que presentarse ante la PGR a declarar por su pasado, Yunes se presenta en Los Pinos para hablar del futuro, en Gobernación para que le refuercen la seguridad pública y en Hacienda para hablar de con cuánto dinero van a apoyar su gobierno para sacarlo de la crisis en la que lo dejó el prófugo Duarte.

De que alguien se cimbró, se cimbró.

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