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En el área donde estaba encarcelado Joaquín El Chapo Guzmán hay dos pasillos largos que convergen en un punto, haciendo una “V”. Son veinte celdas. Diez por pasillo. De las veinte, sólo dos estaban vacías… tres, desde la noche del 11 de julio en que se fugó el capo.
Las celdas no son idénticas. La de El Chapo tenía doble reja y la de Héctor Beltrán Leyva, El H, en lugar de barrotes tiene una placa de metal con un mínimo rectángulo donde apenas puede asomar los ojos.
En el silencio del penal de “máxima seguridad” del Altiplano, los 17 internos que quedan en esa zona no se pueden ver, pero sí se escuchan entre sí y pueden platicar. A veces, los que están más cerca de los custodios pasan los recados de los demás. Uno recurrente es que Servando Gómez Martínez, La Tuta, se siente mal y pide al médico.
A las pocas horas de la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán, el ministerio público acudió a tomar declaración de los narcotraficantes vecinos a líder del Cártel de Sinaloa. Las autoridades federales se quedaron sorprendidas del respeto y deferencia con que se referían al recién fugado.
El Señor le decían casi todos. Don Joaquín, otros. Según consta en la averiguación previa, sólo Héctor Beltrán Leyva, quien fue primero su gran aliado y después su acérrimo enemigo (se le atribuye el asesinato de Edgar Guzmán, hijo de El Chapo), se refirió a él simplemente como “Joaquín”.
Los demás fueron deferentes: Servando Gómez, La Tuta, de Los Caballeros Templarios; Omar Treviño, Z-42, y Salvador Martínez, La Ardilla, de Los Zetas; y Mario Cárdenas Guillén, El M-1, y Jorge Eduardo Costilla, El Coss, del Cártel del Golfo, entre otros.
De acuerdo con los testimonios que recabaron las autoridades, Guzmán Loera no salía con ellos al patio para tomar el sol, sino que lo hacía por sí solo, y contaba con una televisión.
Pero quizá el mayor privilegio era el silencio con el que podía conducirse. Las celdas, los locutorios y las salas donde se reúnen los internos con sus abogados son grabadas en audio y video. Lo que descubrieron los investigadores al acudir a los archivos digitales de esas grabaciones fue que los encuentros se ven… pero no se oyen.
En varias imágenes de distintas fechas a lo largo de su casi año y medio recluido, El Chapo aparece recargado sobre una de sus manos hablando con sus abogados en volumen bajo y medio tapándose la boca. Nada se entiende de lo que dicen y sin embargo, según fuentes federales, ninguno de los agentes encargados de monitorearlo reportó la deficiencia ni hizo nada por mejorar la calidad del audio para poder tener bajo control los planes y movimientos del más buscado.
Según la indagatoria, que cuenta con imágenes satelitales, la casa donde desembocaba el túnel que sirvió para la fuga comenzó a construirse en mayo del 2014. Las toneladas de tierra —equivalentes a 70 mil cubetas, según el peritaje oficial— fueron esparciéndose en las inmediaciones de la obra. Con el paso de los meses, la mancha café se impone sobre el verde del pasto en los alrededores. Desde la casa se ve Almoloya y viceversa.
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