Un hombre tuvo la osadía de interrumpir un mitin de Andrés Manuel López Obrador en Nueva York y luego seguirlo hasta su coche. Lo hizo para reclamarle que él, cuando era mandamás del PRD, se asoció políticamente con el ex alcalde José Luis Abarca y el ex gobernador Ángel Aguirre, implicados en el caso de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Le reclamó que eran sus amigos y le mostró fotos donde aparecen juntos, sonrientes.
El precandidato presidencial y dirigente nacional de Morena se irritó y su exabrupto quedó registrado en un video que rápidamente se volvió viral.
López Obrador dejó correr una avalancha de agresiones de sus fundamentalistas contra el hombre que había tenido la osadía de increparlo: provocador, vendido, infiltrado del régimen, agente de Gobernación, seguro lo mandó la mafia del poder, todo lo orquestó el cónsul del gobierno de Peña Nieto...
A las pocas horas se supo quién era el hombre: Antonio Tizapa, padre de Jorge Antonio, uno de los 43 desaparecidos. Emigró hace dieciséis años a Brooklyn, Nueva York. Ahí lo agarró la desaparición de su hijo. Un grupo de activistas consiguió una visa humanitaria para que lo visitara unos días su esposa, Hilda Legideño. Lloraron juntos. Dicen sus amigos que él llora a diario.
Antonio es plomero. Con parte de lo que gana, imprime playeras y botones de Ayotzinapa. Los regala en la calle. Incluso corrió la maratón de Nueva York poniendo en cada kilómetro la foto de uno de los estudiantes.
Era como para que ante la divulgación de la biografía del manifestante, el lopezobradorismo apagara sus ataques y su líder ofreciera una disculpa. Pero nada de eso cabe en la “república del amor”.
Por el contrario, la furia se redobló: le dijeron traidor al movimiento, hurgaron en su vida privada para acusarlo de supuestamente haber abandonado a su esposa, se animaron al acto racista de sospechar de él porque tiene un iPhone (con la cara de su hijo) y distribuyeron un anuncio con su foto llamándolo Judas y convocando a la comunidad mexicana en Nueva York a ubicar su domicilio y denunciarlo a la Migra para que lo capture y deporte.
¿Así va a ser? Así ha sido siempre. Que nadie se dé por sorprendido. Dirán muchas cosas, pero en esto son igualitos a Trump.
SACIAMORBOS. Como parte de la propaganda, los bien adiestrados fundamentalistas atacan a los periodistas que difundieron los 54 segundos del video. Y dicen que “ahora sí” los medios se ocupan de los papás de Ayotzinapa. Olvidan las horas aire de entrevistas a los papás, a sus abogados, a sus representantes, a la CIDH, la CNDH, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, las denuncias de irregularidades en la investigación. ¿Así va a ser? Así ha sido siempre.
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