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“La esperanza venció al miedo” exclamó la noche del 5 de junio Francisco Javier García Cabeza de Vaca, virtual gobernador electo de Tamaulipas. Dijo que ganó la elección por el respaldo de una sociedad cansada que exigía un cambio.
El candidato del Partido Acción Nacional (PAN) señaló que ha habido un ‘divorcio’ entre sociedad y gobierno.
Añadió que los tamaulipecos vieron en su campaña una opción diferente, por primera vez en 86 años, con un gobierno ciudadano, cercano a la gente y honesto, para restablecer la paz y el Estado de Derecho que exigen la gente.
Como centenares de miles de tamaulipecos, yo festejo la alternancia. Felicito al nuevo gobernador si lo que se propone es reconstruir al estado desde abajo.
Sin embargo, la dramática situación en materia de inseguridad, violencia, corrupción e impunidad hará que el primer gobernador blanquiazul en la entidad tenga una luna de miel muy breve.
Cabeza de Vaca tendrá el gobierno, pero no el poder. Las bandas del crimen organizado mantienen el control territorial y la amenaza sobre la vida, el patrimonio y la seguridad de las personas en vastas franjas de la entidad.
No podrá su gobierno dictar los tiempos ni las prioridades según su ritmo; lo urgente se le vendrá encima desde que reciba su constancia de mayoría.
La situación es de extrema gravedad, y por lo tanto requiere de medidas extraordinarias. Cabeza de Vaca va a necesitar mucha inteligencia, un gran valor y una profunda compasión para hacerse cargo de la situación.
En Tamaulipas el PRI deja el terreno minado. Sólo le presta las llaves temporalmente al nuevo gobernador. Considera que el estado le pertenece: el presupuesto, la obra pública, los recursos de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (aunque sea autónoma), y por supuesto el dinero caliente de la asociación con el crimen organizado.
¿Qué hacer con los hasta hoy impunes Manuel Cavazos, Tomás Yarrington, Eugenio Hernández y Egidio Torre Cantú? Cabeza de Vaca no puede, no debe, incurrir en el ominoso ‘pacto de impunidad’ por el cual el gobernador entrante es omiso para investigar a sus antecesores, a cambio de que éstos dejen de hurgar en el pasado del nuevo mandatario.
¿Qué hacer con las decenas de miles de tamaulipecos que hoy reciben dinero y dependen económicamente de la mafia? ¿Cómo lograr que el joven sicario deje de serlo para reanudar sus estudios? Todos estos intereses se atrincherarán en su contra si Cabeza de Vaca se atreve a cambiar las reglas del juego. Debe moverse con prudencia, pero con gran firmeza.
En Tamaulipas el PRI deja mucho dolor acumulado. Nuestro estado ha sido el cruel escenario de crímenes de lesa humanidad, en San Fernando, en Ciudad Mier, en cada centímetro cuadrado de la geografía estatal. ¿Cómo atenuar la pena de miles de hijas, hermanas, madres y abuelas que han perdido a sus seres queridos? ¿Cómo reconfortar el alma de aquéllos a quienes sus parientes les fueron arrancados y necesitan fuerzas para seguirlos buscando?
¿Cómo proteger los ingresos del trabajador y del campesino, y resguardar al pequeño empresario de la extorsión? ¿Cómo devolver sus tierras al agricultor y al ganadero, arrebatadas por la fuerza por el crimen organizado? ¿Cómo garantizar el retorno seguro del exilio involuntario de miles de tamaulipecos?
El gobernador Cabeza de Vaca tendrá que pedir y ganarse el respaldo de los tamaulipecos de buena fe, que son de lejos la mayoría y los hay en cada rincón del estado, de Nuevo Laredo a Ciudad Madero y de Matamoros a Tula.
Quizá pido demasiado al nuevo gobernador. Entiendo que él vea hacia el futuro, pero si deja de lado los fantasmas del pasado, éstos lo perseguirán hasta el final de su mandato.
Profesor asociado en el CIDE
@Carlos_Tampico