La diferencia entre ideologías políticas se ha expresado históricamente, al menos desde la Revolución Francesa, a través de la división entre la izquierda y la derecha. Bolívar Echeverría afirma que, aunque la génesis de esta taxonomía fue circunstancial, las características distintivas entre una y otra quedaron patentes: la primera era partidaria del perfeccionamiento de las instituciones sociales, de modo que éstas lograran garantizar la libertad, igualdad y fraternidad de los individuos; mientras que la segunda oponía a la exacerbación utópica el cuidado de un orden social que era el fundamento indiscutible de la civilización.

El complejo desarrollo de la modernidad trajo consigo una infinidad de perspectivas políticas que problematizaron la consabida confrontación entre izquierda y derecha. Uno de los legados de esas pugnas intestinas, ajeno a cualquier militancia, fue el cuidado de los derechos humanos.

Por lo anterior, es de extrañar que un político con la experiencia de Andrés Manuel López Obrador ignore la importancia de las garantías civiles. Así lo ha demostrado en múltiples oportunidades, siendo la más reciente la entrevista que sostuvo con Jorge Ramos. El entrevistado se desenvolvió con la seguridad acostumbrada en los temas que conforman el andamiaje de su plataforma: el combate a la corrupción, el fomento a la educación y la reivindicación de “los valores”, con su ya conocido discurso en el que abundan buenas intenciones, y avanzó a tumbos en las preguntas concernientes a la economía. Sobre el crimen organizado apuntó que basta con la generación de empleos y la honestidad de los gobernantes para hacerle frente.

A sus habituales desplantes de humildad se añadió un rasgo que me pareció alarmante. Al cuestionársele su opinión sobre las prerrogativas que han ido conquistando los grupos vulnerables, se mostró inseguro y esquivo, convencido de que cualquier pronunciamiento tendría un costo electoral. Sin embargo, no dudó en precisar que, independientemente de su parecer sobre temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción homoparental, éstos serían sometidos a un plebiscito por el que se determinaría su validez.

La pretensión de llevar a consulta pública derechos humanos que ya fueron reconocidos en México muestra algo más que la mojigatería encubierta del presidente de Morena y es su desconocimiento absoluto de la legislación y las facultades del poder judicial del país que aspira a dirigir. Esta actitud, además de vulnerar el Estado de derecho, socava los esfuerzos de la Suprema Corte en defensa de la dignidad de las personas y los proyectos en marcha para armonizar las normas constitucionales con los tratados internacionales de los que somos parte. De hecho, en las 280 páginas que integran su más reciente libro, 2018. La salida. Decadencia y renacimiento de México, que según sus palabras resume su plan de gobierno, no aborda un solo eje jurídico, en su lugar propone “una estrategia y proyectos específicos —incluyendo el fortalecimiento de valores culturales, morales y espirituales— para frenar la decadencia”.

Luego de estos bochornosos desplantes, López Obrador dijo a Ramos que está a favor de la autodeterminación de los pueblos, advirtiendo que, en caso de ganar la Presidencia, no intervendría en los incidentes que violasen los derechos humanos fuera de nuestras fronteras, a condición de “que no se metan con nosotros y ya”. Igual de lamentables fueron sus alusiones a la cristiandad pues, aunque es libre de profesar el credo de su preferencia, hace uso de él para disimular sus contradicciones. Recurrió a ese artificio una y otra vez en la charla en cuestión, un ejemplo de ello fue cuando espetó que no tenía una valoración concreta sobre el feminismo, para rematar con la frase: “Soy respetuosos de las mujeres, las mujeres merecen ir al cielo”.

El liderazgo de López Obrador es inobjetable y tiene posibilidades de dar un nuevo giro a la alternancia. Para lograrlo requiere de propuestas pragmáticas y verosímiles y, sobre todo, despojarse del paternalismo y la condescendencia con que se dirige a la ciudadanía.

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