Dicen que el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra dos veces. Cuando se reincorporó Luis Videgaray al gabinete del presidente Peña, ahora como canciller, dijo muy claro en entrevista con Carlos Loret para Despierta que haber invitado a Donald Trump como candidato a México no había sido un error. Que el error había sido haberlo hecho de forma precipitada.

¿Y qué si no un acto precipitado fue ir a Washington a menos de una semana de haber asumido la presidencia Donald Trump y haber agendado una reunión para que Peña y el nuevo presidente de EU se encontraran seis días después?

El gobierno mexicano, liderado por Luis Videgaray, tropezó con la exacta misma piedra.

¿Para qué se aceleró la visita cuando todavía no hay ni interlocutores en funciones, ni de Videgaray ni de Guajardo? Hasta este momento, aun cuando Guajardo y Videgaray ya fueron y vinieron de DC, Rex Tillerson, el próximo secretario de Estado y contraparte de Videgaray, y Wilbur Ross, candidato a ser el nuevo secretario de Comercio, todavía no han sido confirmados.

¿Con quién se entrevistaron allá? ¿Con mandos medios o gente que está en el puesto de manera temporal en lo que se asienta el nuevo gabinete?

Ante esta ausencia de interlocutores en Washington la gran pregunta es ¿qué se pretendía sacar de esta visita tan anticipada? ¿Acaso se quería demostrar al público mexicano que tenemos una relación cercana y especial con Estados Unidos y con el gobierno de Trump?

Lo hecho, hecho está. Pero sin duda fue un gran error acelerar la visita de los funcionarios y exponer al presidente Peña a que Trump le cancelara la reunión a base de tuitazos mañaneros.

Pero no solo Videgaray se ha equivocado. Muchos nos hemos equivocado al tratar de encuadrar a Trump en el molde que creemos es el correcto. No nos gusta lo que dice Trump o nos parece una locura y creemos que por eso va a cambiar de opinión él. ¡Craso error!

Trump ha sido consistente en su actuar. Desde el primer momento ha estado diciendo que 1) va a construir un muro en la frontera; 2) que México lo va a pagar y 3) que va a renegociar el TLCAN. Lo dijo una y otra vez en campaña, pero además lo escribió en su cuenta de Twitter el martes por la noche. Aun así, decidieron Videgaray y Guajardo viajar a DC al día siguiente, quizás pretendiendo llegar allá y hacerle cambiar de opinión a Trump.

Ante este nuevo tropiezo de la diplomacia mexicana hay lecciones que aprender:

1) Ya no nos podemos estar sorprendiendo de que Trump haga lo que dice que va a hacer.

2) A México no le va bien cuando quiere decirle qué hacer a otros jefes de Estado. Le pasó a Fox cuando le dijo “Comes y te vas” a Fidel Castro; le pasó a Calderón cuando quisieron evitar que Sarkozy mencionara el tema Florence Cassez en el Senado mexicano y ahora les acaba de pasar a Videgaray y a Guajardo. Si creyeron que podían llegar a DC a decirle a Jared Kushner qué quieren que haga Trump se olvidaron que el nuevo presidente de EU es un hombre con un ego inversamente proporcional a su tolerancia por la crítica y a que le digan qué debe o no debe hacer. Trump no va a obedecer a su yerno. Ni al canciller de México.

3) Pactar visitas entre jefes de Estado de manera precipitada es receta casi segura para que ocurra un desastre. En esta ocasión Videgaray y Guajardo se colocaron —y a su vez al presidente Peña— en la cuerda floja… y sin red que los detuviera. Por favor, ¡con Trump ni un tropiezo más!

@AnaPOrdorica

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