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Agosto estuvo feo. Septiembre fue espantoso. El mes pasado, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), fueron asesinadas 2 mil 187 personas en México. Eso equivale a más de 72 víctimas por día, tres por hora, una cada 20 minutos.
Medido en términos de averiguaciones previas, este fue el peor mes desde mayo de 2012. Pero si se compara con el promedio diario (65.8 averiguaciones previas por día), septiembre fue el mes más violento desde junio de 2011. De hecho, usando esa métrica, sólo dos meses en el sexenio de Felipe Calderón tuvieron peores números (mayo y junio de 2011).
El problema no es sólo el nivel, sino la trayectoria. Entre enero y septiembre de 2016, 16 mil 747 personas fueron víctimas de homicidio doloso. Eso equivale a un crecimiento de 20% con respecto al mismo periodo del año previo. Si se compara septiembre de 2016 con el mismo mes de 2015, el incremento es de 37%.
Además, no es un asunto localizado. En septiembre de 2015, sólo dos entidades federativas (Guerrero y el Estado de México) acumularon más de 100 víctimas de homicidio doloso en el mes. En septiembre de 2016, once entidades federativas rebasaron esa marca, algunas de las cuales no figuran habitualmente en el mapa de la violencia (Guanajuato, Oaxaca, Ciudad de México).
En algunos estados, el ascenso de la violencia ha sido espectacular. En Colima, los homicidios han crecido 267% en los primeros nueve meses de 2016 con respecto al mismo periodo del año previo. En Veracruz, el aumento es de 154%. En Zacatecas, 94%. En Michoacán, 62%.
Es necesario recordar que detrás de estas cifras, hay historias concretas de personas de carne y hueso. Algunas de ellas son terribles. Hace pocos días, cinco personas fueron ejecutadas en una estética en Ciudad Juárez, entre ellos tres clientes que se encontraban por casualidad en el lugar. En Tultitlán, Estado de México, una mujer fue golpeada, torturada, violada y empalada. En la Delegación Venustiano Carranza, en plena Ciudad de México, se encontró en un vehículo a tres cadáveres con impacto de bala. Entre ellos, había un niño de 10 años.
Ante este escenario, ¿qué dicen los responsables de la política de seguridad? Ellos se mantienen frescos como una lechuga. En una entrevista radiofónica reciente, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, afirmó que “lo que aumentó no es la violencia, sólo el número de homicidios” (a mí no me pregunten). Por su parte, Renato Sales, comisionado nacional de Seguridad, calificó el incremento de homicidios como “no sustancial” (y lo hizo después de comparar incorrectamente series de datos distintas). Además, según su apreciación, se trata de “fenómenos regionalizados en los cuales ya se trabaja.”
Dicho de otro modo, mientras el país se encamina a velocidad sideral hacia los picos de violencia experimentados en el sexenio anterior, no hay ningún sentido de urgencia en el gobierno. Al leal saber y entender de los altos funcionarios, no hay nada de qué preocuparse y lo único que se requiere son ajustes por aquí o por allá.
¿Hasta cuándo seguirá la negación? Este año vamos a acabar con aproximadamente 25 mil homicidios en la cuenta de INEGI (equivalente a 21 homicidios por 100 mil habitantes). Y el año que entra, si la tendencia actual se mantiene, bien podríamos rebasar el pico de violencia alcanzado en 2011, tanto en términos absolutos (27 mil 213 homicidios) como relativos (24 por 100 mil habitantes). No me quiero imaginar la situación en 2018.
¿Eso también les va a parecer “no sustancial”?
alejandrohope@outlook.com.
@ahope71