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Texto: Cristina Hernández
La empresaria mexicana Ana Laborde creó la primera compañía que hace plástico con los desechos del agave. De acuerdo con el Consejo Regulador del Tequila, por cada litro de esta bebida que se produce en México se generan 12 litros de desechos orgánicos. Además, algunas empresas de tequila cortan las hojas del agave y queman o tiran las pencas, lo que provoca contaminación en el aire.
Desde que Ana era niña siempre trataba de vender todo lo que podía. “Vendía limonada y pastel fuera de mi casa en verano, vendía snacks saludables a la hora del recreo en la primaria porque no había esa opción en la tiendita del colegio”. Por eso Ana considera que siempre ha sido una mujer emprendedora, a quien le gusta crear cosas nuevas y encontrar solución a los problemas.
Uno de los temas que más le preocupan es el cambio climático. En 2009 cursaba una maestría en innovación en el Tecnológico de Monterrey, el estado donde ella nació. Le pidieron hacer un proyecto y pensó en hacer algo que contribuyera con el medio ambiente.
En ese mismo año, se impulsó una ley para el uso de bioplásticos en algunos productos sobre todo en las bolsas del súper. Las nuevas tecnologías venían de Canadá y Estados Unidos, no había ninguna en México. Por eso Ana decidió brindar una opción que fuera mexicana.
Los bioplásticos son materiales plásticos hechos de fuentes renovables, principalmente con productos que crecen en el campo como el agave, el maíz y la papa. A diferencia de los plásticos convencionales que están hechos con petróleo y tardan aproximadamente mil años en degradarse, los bioplásticos son más duraderos y se degradan tres veces más rápido.
Ana tenía el antecedente de otras empresas que utilizan maíz para hacer bioplásticos. Al iniciar su proyecto, “lo único que tenía claro era que no quería utilizar materias que son alimentos, como la papa y el maíz, porque con ellos se les puede dar de comer a las personas, tenía que haber otra sustancia”, dice.
Los tesoros del agave
El primo de Ana trabaja en la industria tequilera, y recordó que en una reunión familiar él le comentó la gran cantidad de bagazo, o desecho, del agave que se genera. De acuerdo con la Universidad de Guadalajara, cada año se generan cerca de 400 mil toneladas de bagazo.
“Mi primo Ignacio del Real Laborde me apoyó muchísimo para iniciar el desarrollo de este negocio. Él me acercó y me presentó ante la Industria Tequilera, me mostró la generación del bagazo de agave y me impulsó para que buscara una forma de aprovechamiento para esa materia prima”.
Ana comenta que la relación familiar con su primo siempre fue muy estrecha, a pesar de que él es 10 años mayor que ella. Su primo es originario de la Ciudad de México, pero se fue a estudiar la universidad a Saltillo, por lo que se quedó a vivir con sus tíos, los papás de Ana. “Gracias al apoyo de mi primo es que este proyecto ha logrado salir adelante”, pues él es quien la asesora en los temas del agave y la manera en cómo puede reusar sus desechos.
Al principio Ana no estaba segura de utilizar la fibra del agave porque nadie más lo había intentado. Pero su primo, quien desde el inicio la apoyó, la motivó a arriesgarse.“ Mi primo siempre creyó en mí y en mi proyecto. Me ha apoyado y continúa haciéndolo, él es quien busca darle difusión para que cada vez más personas conozcan la empresa”.
Convencida de que el proyecto podría funcionar, Ana empezó a hacer pruebas y estudios para saber de qué forma podía darle un mejor uso a los desechos orgánicos. “Cuando vimos que podíamos utilizar la fibra de agave nos emocionamos mucho porque nos dimos cuenta de que eran productos que no necesariamente servían como alimento”.
La falta de confianza
Ana decidió hacer su propia empresa en Monterrey, Bio Solutions. Hizo una pequeña planta piloto para empezar a vender el material. Al principio, se enfrentó a la resistencia de los compradores quienes aceptaban que la propuesta era interesante pero decían que no tenían la necesidad de cambiar sus materiales.
“Existía resistencia de inicio a probarlos o intentar ponerlo en sus productos, afortunadamente dentro de esos productores siempre hubo algunos con la visión de innovación, con la curiosidad de algo nuevo, o con la misión de entrar al mundo de la sustentabilidad y ellos fueron los que poco a poco nos dieron la oportunidad de ponerlo en el mercado”, dice Ana.
La primera empresa que invirtió en los bioplásticos hechos con agave fue “Siempre Verde” una empresa que dirige gente joven. La venta fue pequeña: fabricaron unos envases para fertilizante, pero a partir de eso otras empresas los contactaron.
Ana opina que son los jóvenes quienes tienen más conciencia ecológica a diferencia de otras generaciones. Además menciona que ayudar al ambiente tiene otras ventajas: “Al utilizar este tipo de materiales las empresas pueden cubrir uno de los requisitos que se piden para ser una empresa socialmente responsable que es un beneficio tanto a nivel empresarial como para sus compradores.”
En México, la Ley General para la Prevención y Gestión General de los Residuos se encarga de que las empresas se hagan responsables de los desechos que generan y además puedan prevenir que no dañen al ambiente, sino al contrario, sean benéficos con él. También promueve la capacitación de los empleados de la empresa para cuidar el medio ambiente. Con estas acciones se busca que haya más empresas sustentables en el país en un corto plazo.
Además, las empresas socialmente responsables pueden ganar premios en innovación o en el uso de materiales sustentables.
Debido a la demanda, el año pasado Ana y sus colaboradores se vieron en la necesidad de aumentar la capacidad de producción. Abrieron una nueva planta para reciclar el agave en Querétaro.
Ahora en el norte del país sólo coordinan las operaciones de venta y envío del bagazo a su nueva planta. Eligieron esta ciudad como una zona estratégica, porque está cerca de Jalisco, uno de los estados donde hay más agave.
Jalisco junto con Michoacán, Tamaulipas, Guanajuato y Nayarit son los principales estados productores de tequila en México.En 2016, el Consejo Regulador del Tequila dio a conocer que la producción de esta bebida en Jalisco alcanzó los 92 millones de litros tan sólo en los primeros meses del año.
¿Cómo se hacen plásticos con la fibra del agave?
Para hacer plásticos con el agave, el primer paso es trabajar con el bagazo, debe pasar por un proceso de limpieza, secado, preparación de las fibras y extracción de la celulosa.
Cuando está limpio se mezcla con la resina plástica que al final es la fibra que se vende para así transformarla en productos de uso cotidiano como: bolsas de plástico, envases, recipientes, cubetas y todos los objetos que tengan el plástico como ingrediente principal.
El 30% del producto final está hecho de los residuos del agave. Al usar este tipo de material se reduce el consumo de plásticos que provienen del petróleo y se sustituye esa parte, aprovechando las fibras naturales.
El desecho del agave es flexible pero a la vez resistente. Su precio es aproximadamente 5% más caro que los productos similares hechos totalmente de plástico debido al proceso industrial que se requiere para su elaboración. Sin embargo Ana cree que el incremento se justifica si se tienen en cuenta los beneficios para el medio ambiente.
El sello mexicano
Con el tiempo se dieron cuenta de que trabajar con la fibra del agave, además, es atractivo para los compradores por la relación tan estrecha entre la cultura mexicana y el tequila. “Como mexicanos nos sentimos muy orgullosos de esta planta que nos caracteriza y representa nuestra cultura”.
Los productos que resultan de la fibra del agave se han presentado en ferias internacionales donde la gente los reconoce como mexicanos por venir de la misma planta con la que se produce el tequila.
El tequila es un producto con “denominación de origen”, es decir, sus características dependen de los factores naturales de la región donde se produce y no se encuentra en ninguna otra parte del mundo.
“Un granito de arena”
Al principio, la principal motivación de Ana, como directora de la empresa, era ofrecer una alternativa para reducir la huella de carbono, poner su granito de arena y reducir los efectos del cambio climático. Pero el objetivo del proyecto ha ido evolucionando y creciendo, ahora también es que los conozcan más empresas en México y que utilicen su fibra para llegar a mercados internacionales como EU y Canadá.
Desde que inició el proyecto, han reutilizado alrededor de 100 toneladas de fibras de agave. Sin embargo, Ana advierte que su producción es muy poca a comparación de lo que genera en la industria tequilera, aún no solucionan el tema del desecho, pero ofrecen una alternativa para reutilizarlo.
Ana y su equipo están trabajando y experimentado con otro tipo de fibras cuya característica es que son ricas en celulosa, como las fibras de soya, el desecho del maíz, desecho de cebada, de trigo y de soya. Con ellos también pueden crearse productos similares que utilizan esta fuente en lugar de la fibra de agave.
Ana asegura que la principal motivación para crear este tipo de empresa fue tomar conciencia de que podían hacer algo benéfico para el mundo. Retoma una cita del ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama: “somos la primer generación en sentir los efectos del cambio climático y la última que puede hacer algo al respecto".
Ana dice que le gustaría dejar un mundo mejor para las futuras generaciones y que ellos también tengan la cultura de reutilizar los productos provenientes de la naturaleza aprovechando los recursos renovables.
“Me encantaría que varias regiones del país pudieran aprovechar los subproductos que generan localmente para convertirlos en materiales sustentables, y que ese modelo pudiera replicarse en el mundo. Aprovechemos los recursos renovables”, concluye Ana.