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Texto: Cristian Kemchs
Fotografías actuales: José Antonio Sandoval Escámez y Fabián Reyna
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
Existen varias versiones. Para Armando Ramírez, cronista de la ciudad, se refiere a una expresión que surgió del barrio y que está implicada en un contexto de violencia que anuncia la muerte. Mientras que para algunos ciudadanos el aventar zapatos o tenis amarrados de las agujetas al cableado de luz de las calles, se trata de una falta de cultura cívica, similar a tirar basura en la vía pública.
Otras personas comentan que se alude sólo a un juego de niños o jóvenes que hacen la mal obra al más indefenso amigo para quitarle su calzado y aventarlo a los cables para que éste se vea en un apuro al quererlos bajar. También hay quienes dicen que se trata de una marca para indicar que en la casa de enfrente se vende droga.
Lo cierto es que esta postal que se ve en varias calles de las colonias más populares de la Ciudad de México ha originado una forma de expresión a la que se han dado diferentes significados.
Varios pares de tenis colgados en un cable en la calle de San Antonio Tomatlan en la colonia Centro Histórico.
Basta con saber que el español con el que hablamos los mexicanos, muchas de las veces suele ser muy ingenioso. Si bien nuestro idioma es una lengua que se habla de manera oficial en 20 países del mundo, los mexicanos han creado, gracias a su imaginación, creatividad y folclor, expresiones que muestran una forma muy particular de comunicar.
En entrevista para EL UNIVERSAL, Armando Ramírez, cronista de la ciudad, recuerda que esta expresión ha cambiado con el paso del tiempo, pues en los años 50 y 60, cuando en la capital los postes eran aún de madera y los cables de electricidad eran una telaraña espantosa que hacían del Centro Histórico una aproximación de ciudad perdida, la gente decía “colgó los zapatos” y no los tenis, ya que en el país el uso de este tipo de calzado deportivo se popularizó hasta los años 70.
El cronista recuerda que en Tepito en la década de los 60 —época en la que este barrio popular ya era violento— era común que en las vecindades cuando había un difunto, la familia o los conocidos colgarán un par de zapatos del fallecido en los cables, frente de su casa, para anunciar a los vecinos que alguien había muerto.
Armando Ramírez, cronista de la Ciudad de México.
Esta tradición que anuncia la muerte de un pariente o cercano, según dice Armando, cambió su sentido cuando entre las peleas de bandas comenzaron a quitar los tenis a las personas que mataban, “volviéndose una práctica de venganza: al que mataban le quitaban los zapatos y los colgaban. Me imagino que de ahí viene la expresión ‘ya colgó los tenis’”. Para este cronista es muy común que los mexicanos hagamos metáforas de todo.
Si bien esta práctica nació en las zonas más populares de la capital mexicana, Armando asegura que no es exclusiva de colonias bravas como la Guerrero, Tepito o municipios del Estado de México como Nezahualcóyotl, pues él ha visto que también este fenómeno se presenta, ya como un juego o una costumbre urbana para adornar las calles en puntos de moda como la Condesa o la Roma.
En la calle de San Antonio Tomatlan se observan varios pares de calzado colgados sobre cables de electricidad en el cruce con el eje 1 oriente Circunvalación, esto en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
En un recorrido en las calles de la colonia Guerrero al preguntar a algunos ciudadanos si saben cómo surgió y por qué se dice la oración “ya colgó los tenis”, encontramos varias versiones. La mayoría desconoce a ciencia cierta de dónde surge y qué significado tiene. Para María N, una comerciante de la tercera edad, viene de la falta de cultura cívica de muchos ciudadanos que no cuidan ni mantienen limpios los espacios públicos como son las calles de la ciudad.
Laura L, una joven habitante de la delegación Iztapalapa, dice que ella sabe por un conocido, que cuando hay unos tenis colgados frente a una vecindad o casa, en esta se vende droga. En relación con esta cuestión y la violencia, también encontramos el testimonio de Oscar y Juan —dos señores de la tercera edad, vecinos de la colonia Guerrero—, quienes dicen también que se trata de un punto de venta de droga, así como de una marca de advertencia entre bandas, una forma de delimitar un territorio bravo y con lo cual se avisa a integrantes de otras agrupaciones para que no se metan a esa zona, pues de lo contrario les espera la muerte.
Tenis colgados en la delegación Iztapalapa.
Al respecto Víctor, un ciudadano que frente a su casa tiene unos tenis colgados del cable de su calle , recuerda que cuando él era niño era común que entre los cuates que salían a jugar fútbol, a alguno se le llegaran a romper los tenis y entonces, como ya no servían, los colgaban para dejar ahí una huella.
En tanto, Rosa López se queja de esta práctica. Ella, al igual que la señora de la tercera edad, considera que se trata de una falta de respeto de la gente por el espacio público, pues hay personas que salen y tiran su basura a la calle. Comenta que le ha tocado ver gente en situación de calle “que anda muy drogada y hace esto solo porque no tienen nada qué hacer”.
Javier, un comerciante de libros de la zona, toma con humor cuando le preguntamos si sabe por qué la gente lo hace y si conoce el significado. Él piensa que solo es una cuestión de diversión o una broma pesada de los amigos que quitan los tenis a los más débiles, para hacerles la maldad de meterlos en un apuro al momento de bajarlos. Así también piensa Carlos, un señor que recuerda que de niño él y sus cuates llegaron a “agandallar” a algún amigo quitándole los zapatos para aventarlos a los cables.
Alejandro, un joven de 15 años, quien ayuda a su abuelita en la venta de dulces en un puesto de la colonia, piensa que se trata de personas quieren adornar las calles, aunque él comenta que no le gusta para nada cómo se ven los cables con tenis viejos o rotos, pero dice que muchos de sus vecinos que practican esto en la Guerrero piensan lo contrario, pues lo hacen como una forma de dejar una marca en la zona, la cual para él es de mal gusto.
De cualquier forma, en la calles de la Ciudad de México y sobre todo en los barrios más populares de la metrópoli mexicana es común encontrarse en los cables de luz mínimo unos tenis colgados. A veces estos suelen ser zapatos ya en un muy mal estado, de esos que se les nota muy superficialmente que fueron de un color, pero que con el uso y tiempo se han vuelto ya casi por completo grises.
Tampoco es exclusivo encontrarse con un estándar de medida, la gente no discrimina en esta cuestión, pues en el recorrido pudimos constatar que hay tenis de bebés como de adultos, y en algunos cables se pudo observar un solo par, pero en otros hasta más de cinco en el mismo cable, con más en la misma calle.
Algo característico de esta práctica urbana es que los tenis colgados comúnmente se encuentran frente a una vecindad, casas convertidas en departamentos o negocios de comida. Lo que no encontramos fueron zapatos colgados, quizá porque ahora el uso de tenis es tan popular y común entre los ciudadanos.
Cable de electricidad donde se observan varios pares de tenis colgados frente a comercios de ropa en la calle de San Antonio Tomatlan en el Centro Histórico de la ciudad.
Con respecto a esto, Armando Ramírez comenta que en México hablamos un lenguaje muy popular, de barrio. Él piensa que se trata de una cultura viva y que esto tiene que ver con el imaginario de la gente cuando alguien fallece. No cree que se terminen este tipo de locuciones, pues piensa que estas expresiones seguirán estando y transformándose: “de cuando se decía de un modo colgó los tenis, ahora se dice de otra manera, creo entender que ya no tiene que ver solamente con la violencia, ahora es más como de cotorreo; ya todos colgamos los tenis”, comenta el cronista.
Mientras que Ernesto de la Peña, especialista en letras clásicas, sánscrito, chino y hebreo y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, comenta en el programa "El lenguaje de los mexicanos" que los capitalinos nos movemos en dos extremos emocionales, "porque no se mencionan a las cosas por su nombre escueto”, lo cual su juicio “da una idea muy alta no solo de nuestro barroquismo, sino de nuestra imaginación. Creo que el español que hablamos es sumamente imaginativo, por eso es también muy fecundo y muy lleno de neologismos porque no nos cuesta trabajo, nace espontáneamente de nosotros”.
El lenguaje de los mexicanos.
Concepción Company, doctora en lingüística hispánica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en variación lingüística, sintaxis histórica del español y teoría del cambio lingüístico, comenta en el mismo programa que “tenemos una identidad mexicana, pero participamos de un español general” y agrega que: “algo muy característico del español de México que no es bueno ni malo, sino que es mexicanidad pura, es cómo los mexicanos eluden la responsabilidad de hacerse agentes de un suceso, los mexicanos nunca dicen perdí el dinero, pues no están locos es: se me perdió el dinero, se ponen a salvo”.
De acuerdo con lo que comentan estos especialistas, quizá se podría explicar así el uso de la expresión “colgó los tenis” para hacer referencia a la muerte de alguien, pero sin reconocerlo de manera rotunda.
Por otra parte, Armando recuerda otras expresiones que se utilizan para la muerte como “ya chupó faros” o la palabra “piró” que tiene una connotación de “ya se fue”. Él comenta que mientras haya este tipo de expresiones y el mexicano tenga esa capacidad verbal quiere decir tenemos una capacidad para hacer uso de la palabra como se nos dé la gana, “tiene mucha importancia porque quiere decir que tenemos un discurso, un modo para elaborar lo que queremos decir. Porque es fatal cuando alguien dice “tengo la idea en la punta de la lengua”… pues que pendejo, ¿no? Porque no tiene vocabulario para expresar la idea que tiene en la mente.
A pesar de que nuestra lengua se habla en muchas partes del mundo, los mexicanos hemos creado, gracias a nuestra imaginación y folclor, expresiones que muestran nuestra forma tan particular de expresarnos y no solamente verbalmente, pues nuestra cultura ha fascinado e impactado a extranjeros. Tanto es así que André Breton, padre del surrealismo, dijo después de visitar nuestro país que “México tiende a ser el lugar surrealista por excelencia” y agregaba que para “entender a México desde la razón, tendrás más suerte desde lo absurdo, México es el país más surrealista del mundo".
Fotografía principal:
Imagen del cruce de las calles Lecumberri y Nicolas Bravo en la colonia Zona Centro. Foto José Antonio Sandoval Escámez.
Fuentes:
Entrevista al cronista Armando Ramírez. Sondeo realizado por EL UNIVERSAL. Programa de televisión "El lenguaje de los mexicanos".