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Texto y fotos actuales: Magalli Delgadillo
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
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Sin embargo, existe otra manera de crear a estos personajes. Los hermanos Roberto Abraham y José Manuel Ruíz realizan esta tradicional representación a base de hueso… ¡Sí, hueso! Ambos se dedican a realizar esculturas con fémur de res.
Ellos son hijos de Roberto Ruíz, escultor miniaturista en hueso, quien nació en Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca, en 1928. Él era pastor y la herramienta, la cual lo acompañaba era una navaja, con ella tallaba sus primeras piezas en espinas de pochote a los ocho años de edad: una mujer con un cántaro sobre el hombro y una representación de “La danza de la pluma”.
Al principio, sólo esculpía en madera, pero en una ocasión, mientras degustaba de un platillo oaxaqueño hecho con chambarete —parte de la pata de res—, dijo: “‘Ya sé qué quiero hacer’. Toda su vida, quiso trabajar el hueso, pues era el material perfecto: duradero y resistente. Siempre le llamó la atención el material tan blanco. Era su mármol” y se propuso hacer cosas diminutas con “motortool” —máquina utilizada por los técnicos dentistas—, la cual permitía hacer trabajos con precisión.
La capacidad de esta es a 18 mil revoluciones por minuto. Cualquier movimiento mal hecho arruina la escultura. “A principio, cuando comenzábamos sí era común que se nos rompieran las piezas. Ya tenemos habilidad, cayo”. Los nacimientos los comenzó a realizar tiempo después.
El primer nacimiento
El origen de estas figuras se remonta a los años 1200 y 1226, cuando la Navidad llegó y el santo Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana, se encontraba en la ermita de Greccio —poblado ubicado entre Roma y la ciudad de Asís—. La inspiración lo asaltó. Ese día (o noche) representó el nacimiento del niño Jesús por primera vez:
“Construyó una casita de paja a modo de portal, puso un pesebre en su interior, trajo un buey y un asno de los vecinos del lugar e invitó a un reducido grupo de gente a reproducir la escena de la adoración de los pastores. La tradición indica que, de manera milagrosa, en la escena aparecieron ángeles y se personificó el niño Jesús, la Santísima Virgen y San José”, de acuerdo con el portal ACI Prensa —sitio especializado en la religión católica—.
El primer nacimiento con esculturas fue construido en Nápoles, a finales del siglo XV y fue hecho con barro. No obstante, Carlos III fue quien extendió la tradición de ejemplificar el alumbramiento más celebrado, pues ordenó que los “belenes” o “pesebres” —nombre con el cual también se les conocía— se convirtiera en una práctica popular en la casa de los pobladores.
Esto se hizo una moda. Se extendió por el mundo. En una publicación de 1930 en EL UNIVERSAL ILUSTRADO, se menciona cómo fue parte de la apropiación de esta práctica en distintos lugares: “En el siglo XIII, en el año de 1335, los dominicos milaneses introducían algunas modificaciones (…) añadiéndole los clásicos reyes de Oriente, no montados en camellos, sino en caballos, y precedidos de un lujoso séquito” y distintos animales.
En dicha nota también resalta uno de los escenarios construidos más destacados de Italia formado por estatuas de 16 metros de largo, resguardadas en el Museo Nacional de Munich.
Esta costumbre llegó a México para evangelizar a quienes todavía no tuvieran creencias cristianas. Las iglesias de los frailes realizaban estas representaciones para explicar parte de su evangelio.
Los belenes de hueso
El tema más trabajado por don Roberto Ruíz fue la muerte y el diablo —uno de sus mayores coleccionistas fue Carlos Monsiváis, al comprarle cerca de mil piezas—, pero las contradicciones de la vida lo llevaron a esculpir nacimientos en escalas milimétricas. Se dedicó 56 años a su oficio, gracias al cual se consolidó como uno de los personajes más importantes en esta rama de la artesanía ósea. Incluso, llegó a plasmar la historia resumida de México en un colmillo de marfil de 1.20 centímetros de altura, propiedad del expresidente Miguel de la Madrid.
En 1988 ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes por resaltar en la disciplina “Artesanía-Hueso”, reconocimiento otorgado por el Gobierno de la República. Para 1981 viajó a Londres, pues fue invitado por la Reina Isabel a la Feria Mexicana Palacio de Buckingham, a la cual llevó 17 piezas talladas.
En ese año, la reina Roberto Ruiz le hizo un camafeo con su imagen, hecho en marfil. Una vez terminado el arte, su majestad se maravilló ante el trabajo y decidió embovedar esta pieza junto con las joyas de la corona.
En 2006, a la edad de 88 años, Roberto Ruiz falleció. No obstante, sus hijos, José Manuel y Roberto Abraham, siguieron su legado, ganadores del primer y tercer lugar en el concurso de nacimientos del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart) en 2011.
Abraham ganó el tercer lugar con una serie de 16 piezas con medidas de siete milímetros y el Niño Dios un milímetro y medio.
A pesar de ser otra su especialidad a la hora de formar imágenes, comentan: “Antes era muy esporádico, pero ahora cada año hacemos nacimientos. En octubre comienzan a salir la lista de pedidos. Noviembre es el mero apogeo”. Para este mes realizaron cerca de ocho nacimientos.
Ellos tardan entre mes y medio y dos meses en crear una sagrada familia (Jesús, María y el niño). Los maestros del hueso invierten nueve horas diarias su labor.
Sin embargo, a diferencia de las piezas vendidas en los mercados, este trabajo —en su mayoría—sólo se encuentran en museos, ferias artesanales o pedidos especiales. Una de las razones son la calidad y el precio: “En promedio una Sagrada Familia, sencilla, estará en 5 mil 500 o 6 mil pesos. Las tres piezas exhibidas en la exposición y tienen un valor de 18 mil pesos, aproximadamente”.
Actualmente, se encuentran haciendo 38 piezas de un nacimiento para un proyecto. “La pieza más grande mide 15 centímetros y nos lleva el mismo tiempo como si hiciéramos todo este trabajo (señalando las piezas miniatura). Entre más grande, mayores facciones, más detallado”.
Pesebres clásicos
Dentro del Mercado de Jamaica existe una amplia variedad de figuras: desde una sencillas “Marías”, pastorcillos y animales de plástico con valor de 25 la docena, hasta los Misterios, ocho piezas, con un valor de 2 mil 500 pesos.
Pablo Jara desde su infancia ha vivido la Navidad como una práctica diaria, pues su familia se dedica a la producción de imágenes de la Sagrada Familia en Tlaquepaque, Jalisco. Él sólo se dedica a vender en temporadas navideñas.
Pablo explica cuáles son los tipos de material con los cuáles están formados las esculturas: yeso cerámico (soporta la humedad del musgo y se puede hidratar el musgo continuamente), yeso puro, yeso porcelanizado (en esta técnica, la pintura es horneada y permite ser lavada).
¿Cuántas figuras son las que trae desde Jalisco? “No hay un número exacto. Misterios, conformado por ocho piezas, tiene 40 o 50 juegos; más o menos, 50 pastores de cada tipo”.
Tipos de nacimientos: Son cinco por el modelo: el italiano, español, mexicano, inglés y el elegante. Las vestimentas, rasgos faciales, color de piel y las posturas de María son las principales diferencias entre cada uno. En algunos la madre de Jesús se encuentra acostada, sentada.
De acuerdo con ACI Prensa, “hasta la Baja Edad Media persistió la variante de origen bizantino de la virgen acostada, acompañada por dos comadronas. Después, a partir del siglo XIV, la virgen está de rodillas y sin comadronas, pues se impone la idea del parto sin dolor”.
¿Existe una figura predilecta? “Se llevan de todo desde ocho piezas, las cuales conforman el nacimiento, hasta una gallinita de cuatro pesos”. Las pacas de musgo cuestan 45 (chica), 65 (mediana) y 80 (grande). De los nacimientos vende en cuatro tamaños diferentes: 15, 20, 40 y 70 centímetros.
Jessica es otra de las comerciantes en este mercado y atiende en Artesanías Lilibeth. Ella tiene 20 años de experiencia en el negocio. Los proveedores que surten su negocio de productos hechos con resina nacional provienen de Toluca y Puebla; las de barro y yeso, de Tonalá y Zapopan.
Los tipos de nacimientos presentes en su local son los “comercial”, “comercial económico” y “tradicional” (yeso con pasta), fibra de vidrio. También manejan el barro, poliresina. Las medidas de las figuras van desde 15 centímetros hasta el metro.
Los precios dependen del material y el tamaño: “Hay pequeños nacimientos desde 300 pesos, lo equivalente a una pieza de yeso de 40 centímetros”. El más vendidos son los sets y el de las ocho piezas (José, María, ángel, los tres reyes, dos animales y el niño).
Este puesto es uno de los más grandes del mercado. Jessica no sabe cuántas piezas se encuentran en el negocio, pero sí los tienen muy bien organizados: “Tenemos la versión árabe, la granja, el zoológico, un ríos y cascadas eléctricos…”. ¡Este es un lugar muy colorido!
Las tradiciones se van perdiendo. Jesica comenta: “Ya tiene como cinco o seis años que ha bajado la venta, pero sí está muy tardía la venta”. A ella lo que más le gusta de este trabajo “es la gente. Me gusta el mercado, el ambiente, la época. Yo en todo el año hago otras cosas, pero yo así tenga otras actividades, lo dejo y me vengo para acá”.
No hay pesebres sin musgo, heno ni casitas
Las simulaciones del natalicio de Jesús se adaptaron de acuerdo a la ubicación geográfica de los creyentes. En el lugar de origen del protagonista de la historia no tenía bosques frondosos o terrenos tapizados de pasto. Por el contrario, se trataba de una zona árida y rica en paisajes arenosos. Sin embargo, cada nación adapta el escenario, según su entorno y gusto.
En México es común poner musgo o heno debajo de las estatuillas. En el Mercado Jamaica hay distintos puestos, donde se ofrece este elemento.
El señor Antonio Hernández tiene 27 años vendiendo heno, musgo, piñas, renos de pasto y casas en la época navideña. Su esposa e hija comienzan a trabajar desde finales de enero para invertir tiempo en cortar pasto, recolectar desperdicio de madera y otras actividades propias de la elaboración. No es hasta julio cuando empiezan a armar sus creaciones.
Las casitas tienen cinco medidas. De las más chicas construye 30 docenas y de las grandes 10 o 15. Lo más vendido son las piñas y las cabañitas. Las primeras tienen un precio de 20 o 30 la docena, según el tamaño.
Además, comenta sobre las bajas ventas, desde hace ocho años. “Antes, el 12 de diciembre ya había bastante gente. No nos dábamos abasto todos los compañeros”. A pesar de la escases de clientela, él prefiere dar económico y ganar 10 pesos por cada reno de pasto a intentar elevar el precio de sus productos.
No importan los siglos transcurridos, las personas en distintas partes del mundo siguen imaginando cómo habrá sido el nacimiento de un niño que cambió la historia de todo un pueblo y del mundo. Cada cultura con su propio “toque”, creatividad. Él objetivo, para quienes repiten esta práctica, es trasladar una escena conmovedora a una realidad para recordar la redención de los pecados.
Fotos antiguas: Archivo EL UNIVERSAL
Fuentes: Entrevista con los artistas Roberto Abraham y José Manuel; comerciantes Pablo Jara, Jessica y Antonio Hernández. Portal ACI Prensa. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.