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La Plaza de San Juan se encuentra entre las calles de Ayuntamiento y Pugibet y a la vuelta de la estación XEW. Aquí solían pasar el tiempo varios locutores, tanto les gustaba que el mismo Emilio Azcárraga Vidaurreta tenía que ir a buscarlos personalmente porque olvidaban que tenían que salir “al aire”. Algunas veces amanecían ahí luego de noches bohemias.

En tiempos prehispánicos era parte del barrio de Moyotla, con un mercado parecido al de Tlatelolco y en la época colonial se permitió su continuidad bajo el nombre de Mercado de San Juan.

En el Porfiriato, la plaza fue renovada por el francés Ernesto Pugibet al adquirir los predios circundantes para establecer en ellos la fábrica cigarrera El Buen Tono y, en el sitio donde alguna vez estuvo el templo de San Juan de la Penitencia, colocar una iglesia dedicada a Nuestra Señora de Guadalupe Reina, diseñada por Miguel Ángel de Quevedo e inaugurada el 12 de diciembre de 1912. Escena que se puede ver en nuestra imagen principal.

Hoy en día, la Plaza de San Juan está rodeada por el Mercado de Artesanías de San Juan, la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe (mejor conocida como Iglesia del Buen Tono), la Basílica de San José y Nuestra Señora del Sagrado Corazón, así como la torre de Teléfonos de México; por otra parte la integran un jardín, juegos infantiles y un hemiciclo de bustos que rinden homenaje a personalidades de la locución mexicana.

Rotonda de los Locutores Ilustres

Para conocer la historia de dicha rotonda EL UNIVERSAL entrevistó a Rosalía Buaún Sánchez, presidenta de la Asociación Nacional de Locutores de México, quien comentó que fue el arquitecto Jorge Legorreta quien tuvo la idea de realizar un espacio para homenajear a estos personajes.

"Tras el fallecimiento de Enrique Bermúdez Olvera, tuvimos un desayuno con el entonces jefe delegacional en Cuauhtémoc, Jorge Legorreta, y nos propuso que hiciéramos la Rotonda de los Locutores Ilustres en la zona donde todos los locutores de la XEW pasaban sus ratos libres por la cercanía con la radiodifusora. Nos encantó la idea y en 2008 inauguramos el espacio con el busto de quien fue líder máximo de la asociación: Enrique Bermúdez", narró.

La licenciada Buaún cuenta que don Emilio Azcárraga Vidaurreta tenía que ir a buscar personalmente a los locutores de la XEW, quiénes solían ir a descansar a la apacible plaza y se les pasaba el tiempo para entrar al aire. "Muchos de ellos eran bohemios, como el que hizo nuestro lema de ‘Por el derecho de hablar con apego al Derecho’: Humberto G. Tamayo, quien amaneció muchas veces ahí y por el que don Emilio iba constantemente". La presidenta de la asociación comenta que tienen la inquietud de hacer dos esculturas: una para Jacobo Zabludovsky, ícono de la locución, y la otra para don Emilio Azcárraga Vidaurreta, por su historia dentro del medio.

En la Rotonda hay nueve bustos y dos obeliscos en los cuales están inscritos los nombres de varios locutores que han sido parte fundamental de la vida de la radio nacional. Un tema que consterna a la asociación es que todos se encuentran graffiteados. "De hecho, la familia de uno de los locutores tuvo que llevarse la placa que acompañaba a una de las piezas por el mal estado en el que se encontraba ", comentó Buaún a EL UNIVERSAL.

Se desconoce el motivo por el cual la delegación, autoridad responsable del mantenimiento de la Rotonda, no ha dado seguimiento a la limpieza de los bustos.

Desde el inicio, la Rotonda de los Locutores Ilustres se consideró como un trabajo tripartita, donde la familia aportaba la escultura, la delegación Cuauhtémoc la base y el permiso, y,  por último, la asociación se hacía cargo de la placa y la correspondiente inscripción.

La presidenta de la asociación se despidió de EL UNIVERSAL diciendo que para ellos es un orgullo que los locutores estén inmortalizados en esta plaza tan simbólica.

El creador del famoso poema: La noche quedó atrás

Una de las esculturas de la Rotonda es la de Víctor Manuel Otero, poeta, locutor y publicista nacido en 1914. Sus letras y su poesía se hicieron un dúo dinámico desde que tenía ocho años, siendo su primer obra un poema llamado "Yo no sé por qué te quiero". De acuerdo con su hijo Jorge, su padre "escribía de religión, de amor, de la naturaleza, de los oficios... de todo".

Con estudios en métrica, teología, jurisprudencia y publicidad, se adentró en el mundo de la locución en 1945, con la convicción de poder dar a conocer su obra en un micrófono al aire y lo logró trabajando para las estaciones XELA, XESM y XEJP (El Fonógrafo).

"En esta plaza está un busto de mi padre y constantemente es objeto de pintarrajeadas o basura alrededor. En el parque no existe mucha vigilancia y no tiene mucho mantenimiento, aunado a que está rodeado por mercados. Mi hermano tiene que estar limpiando y acondicionando la base y el busto mismo. De hecho, ha enviado escritos a la Delegación Cuauhtémoc, pero sin mucho resultado. Es una lástima porque esta plaza podría ser un parque muy bonito, además tiene historia, sin embargo, por desgracia las autoridades no le prestan mucha atención".  Nos cuenta Jorge Otero, hijo del poeta y locutor.


Cortesía Familia Otero.

Tiempo después entró a la entonces llamada XELZ (ahora Radio Centro), donde pudo trabajar con Enrique Bermúdez Olvera, Humberto Romero, entre otros. En esta empresa laboró durante 62 años, trabajando como locutor y como vendedor de publicidad.

Jorge comentó a EL UNIVERSAL que el poema de su padre "La noche quedó atrás" es transmitido desde 1970 —en voz de Adolfo Fernández Zepeda— en Radio Universal, ahora Universal Stereo, situación que la familia considera un homenaje diario a su trabajo. "Don Adolfo se equivocó al grabarlo por primera vez porque en vez de leer ‘negaciones’ dijo ‘negociaciones’, por mucho tiempo se quedó así pero ahora ya tienen las dos versiones".

Asimismo se grabó el poema “La tercera edad” para quien prestó su voz Salvador Luna Ibarra de El Fonógrafo.

"De las anécdotas favoritas que tengo de mi padre destacan que era un hombre profundamente religioso, tanto así que logró estar media hora con Juan Pablo II en una de sus visitas al país y que le firmara un poema que él —mi papá-— había escrito para la Virgen de Guadalupe.

Otra es que un día le comenté a mi papá que tenía que grabar una entrevista con el entonces gobernador de Veracruz, Miguel Alemán; me dijo ‘Me lo saludas, es amigo mío y le entregas éstos poemas’, uno era dedicado a Veracruz y otros entre manuscritos y libros.

Entre tomas le dije al señor Alemán que mi padre lo mandaba a saludar y que le había mandado unos poemas. Él asintió diciéndome ‘¡Claro que lo conozco, tanto tiempo sin saber de mi amigo!’ y al finalizar la entrevista me dijo ‘Oye, ¿y mis poemas?’", narró.

Víctor Manuel Otero falleció a los 95 años de edad y Luis, otro de sus hijos, se puso en contacto con la Asociación Nacional de Locutores para que su padre tuviera un lugar en la Rotonda de los Locutores Ilustres. Su busto fue develado el 27 de marzo de 2012 y lo acompaña un poema que escribió para todos sus compañeros de radio y televisión.


Cortesía Familia Otero.

Parte del descuido

En esta plaza no sólo se encuentra la Rotonda, como ya se dijo antes, también otros elementos de gran valía que desafortunadamente se encuentran descuidados. Tal es el caso de la centenaria fuente porfiriana con motivos marinos que adorna este lugar; además de graffiti en los costados, pareciera que ya no brota el chorro de agua que se puede ver en la foto antigua que data de los años 50.

Por otro lado, en esta misma fuente una de las esculturas de niños que adornan la parte superior está partido a la mitad.

Mención aparte merece la construcción del Metrobús en la vecina calle de Ayuntamiento, en la que, al caminar por ahí, se puede observar que fueron removidos todos los árboles de las aceras que antes del paso de este medio de transporte se encontraban allí. Se desconoce si fueron replantados en otro lugar.

El actual San Juan

Hoy en día, los alrededores de la Plaza de San Juan son conocidos por el famoso Mercado de San Juan, el Mercado de Artesanías y la variedad de comercios que la rodean (plomería, azulejos, comida, vinos, pulques, entre otros). Pero también por la considerable cantidad de basura que se encuentra en las jardineras y la gente en situación de calle que la utiliza como dormitorio.

Si el descuido de la plaza persiste, los inmuebles que la integran podrían estar en riesgo de desaparecer, dejando sólo en el recuerdo la importancia histórica que tiene la zona.

Foto principal: Plaza de San Juan, finales del siglo XIX 
Foto antigua: Colección Villasana -Torres, Familia Otero y Cristina Aguilar.

Fuentes: Jorge Otero y la licenciada Rosalía Buaún Sánchez, presidenta de la Asociación Nacional de Locutores de México. Artículo "Del tianguis prehispánico al tianguis colonial: Lugar de intercambio y predicación (siglo XVI)" de Pascale Villegas, Instituto de Investigaciones Filológicas-UNAM.

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