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Al sur de la Avenida de los Insurgentes en la Ciudad de México se encuentra uno de los sitios más conocidos de la Ciudad de México: el Parque Luis G. Urbina o Parque Arqueológico Luis G. Urbina, mejor conocido como Parque Hundido.

Los declives y hendidura del terreno donde se ubica se originaron cuando, en la época porfiriana, la Compañía Ladrillera de la Noche Buena se encontraba en el sitio y extraía arcilla de la tierra. Al desaparecer, se decidió hacer un plantío de árboles que terminó por crear el Bosque de la Noche Buena, al que desde inicios del siglo XX se le empezó a llamar Parque Hundido.

Este espacio es llamado así porque cuando entras en él pareciera que das un par de pasos a la profundidad de la tierra, pues el suelo no se encuentra a la misma distancia de la superficie por la que se camina en la calle. Quizá de ahí la razón por la que se concibiera con una temática arqueológica, como una forma de regresar a los orígenes, y que, sin embargo, es la más descuidada del parque.


Éste es el espacio que dejó la ladrillera Nochebuena en la década de los treinta, años antes de convertirse en el Parque Hundido. Del lado derecho está la calle de Porfirio Díaz y en el fondo destaca el templo de San Juan Evangelista. Imagen, cortesía de Francisco Montellano


Acción de "La Mexicana" Compañía Ladrillera de Mixcoac, D.F. Imagen, cortesía de Francisco Montellano

Así, los desniveles que integran los más de 99 mil metros cuadrados están cubiertos por árboles (algunos de ellos frutales), césped, fuentes y jardineras que esconden rutas con réplicas de esculturas representativas de varias de las civilizaciones prehispánicas, como la maya, totonaca-huasteca, olmeca, del altiplano y de Oaxaca.

El sitio es tan famoso como peculiar, ya que además de contar con un perfil arqueológico, alberga una escultura ecuestre de Vicente Guerrero, un Audiovideorama, uno de los corrales para perros más grandes de la ciudad  y la Plaza Dolores del Río, sitio desde el que se observa al protagonista del lugar donde se centran la mirada y al parecer los esfuerzos: el Reloj Floral.

Este contador del tiempo fue construido por Relojes Centenario, compañía relojera mexicana fundada en 1918 y pionera en la construcción de relojes monumentales en Latinoamérica con sede en Zacatlán, Puebla.

En entrevista con el ingeniero José Luis Olvera Cárdenas, Gerente Administrativo de Relojes Centenario, comentó a EL UNIVERSAL que esta pieza monumental la hizo su abuelo, Alberto Olvera Hernández. Y fue adquirido en 1977 por el licenciado Arturo Llorente González, Jefe de la Delegación Benito Juárez.

“Originalmente fue un reloj de tiempo para accionar un juego de manecillas para una carátula de 10 metros de diámetro con una superficie de 78.5 metros cuadrados. En ese entonces el ingeniero Atzuma trabajaba para la delegación y fue encomendado para decorar la carátula, como resultado se obtuvieron doce números de un metro de largo y 50 centímetros de ancho, cubiertos de panalillo blanco. En la parte central de la carátula le diseñó algo relativo al Calendario Azteca y el resto de la superficie la cubrió con amaranto de color rojo y amarillo y, haciendo una especie de bisel, le sembró alrededor un seto de trueno pequeño de color verde y amarillo con lo cual lucía maravillosamente el conjunto jardinería-diseño-reloj”, narró.

Al año siguiente de la contratación, dijo Olvera, el mismo jefe delegacional les pidió se sonorizara el reloj. Así, tras una consulta interna se eligieron cuatro melodías: “México Lindo y Querido”, “Cielito Lindo”, “Vals Sobre las olas” y, para la época navideña, la melodía  de las Campanas Navideñas.

Así, el mantenimiento del Reloj Floral se divide en la carátula y el mecanismo; de lo primero se encargan los jardineros de la delegación; del segundo, Relojes Centenario, quienes asisten a realizar el mantenimiento o a solucionar algún imprevisto cuatro veces al año.


Imagen, cortesía de la compañía Relojes Centenario, de la inauguración del Reloj Floral.

Por otra parte, en la parte trasera del parque podemos ubicar el Audiovideorama, una plazuela especializada para la óptima distribución de audio en presentaciones musicales o proyecciones de video. Los sábados y domingos funge como sede para conciertos. En la reja frente a los baños del parque se encuentra una lona donde se informan los horarios y, si te interesa más información, puedes encontrar varias de las presentaciones en el canal Colectivo Audiorama en YouTube.

En cuanto a las esculturas arqueológicas, EL UNIVERSAL constató que ciertas piezas no tienen la placa explicativa que deberían tener. Además, muchas de ellas dañadas y otras vandalizadas.

El Parque Hundido funge como sitio de recreación, de ejercicio, para pasear a las mascotas y escuchar conciertos, pero aquella temática prehispánica que buscaba diferenciarlo ha quedado rezagada.

Tras varios intentos a su número celular, no pudimos contactar al encargado del Parque Hundido, situación que nos deja con una serie de interrogantes sobre el parque. Pues, como podrás constatar si lo visitas, a un sitio con una temática concreta se le añadieron elementos ajenos a ella, que si bien no lo perjudica, sí dificultan la integración de todos sus componentes y, por ende, el sitio se entiende sólo si lo conoces por separado; es decir, el Reloj, las rutas, la música. Por ejemplo, lo qué sucedió con la fuente que estaba en la esquina de la calle Porfirio Díaz y la avenida de los Insurgentes en los años 60, la cual fue sustituida por una más moderna, pero en la actualidad no arroja agua y a sus espaldas colocaron una escultura de Vicente Guerrero.

Al colocar juntos estos elementos del parque se ocasiona que la atención no se encentre en ninguno y la fuente pasa a segundo plano.

La imagen principal de este texto, precisamente,es de la esquina de  Porfirio Díaz e Insurgentes. Una instantánea de los sesenta donde se puede observar la fuente en funcionamiento y sin la escultura de Guerrero.

Al retirarnos del parque nos encontramos con una turista que dibujaba muy concentrada una de las figuras prehispánicas que están a la derecha del Reloj Floral, recodándonos que a veces lo que para algunas personas es  cotidiano o sin relevancia, para otras personas es parte de la magia que tiene nuestra ciudad.

Fotos antiguas: Archivo de EL UNIVERSAL y Colección Villasana-Torres.

Fuentes: Delegación Benito Juárez, Ing. José Luis Olvera Cárdenas Gerente Administrativo de Relojes Centenario, Don Virginio Banda, señor Rodolfo y documento "Catálogo del Patrimonio Histórico y Cultural del Distrito Federal" de la  Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la CDMX (PAOT).

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