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Texto y foto actual: Xochitl Salazar Bueno
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
Alfredo ya no alcanzó a ver los trenes y camiones de todos los rumbos de la ciudad que transportaban a los espectadores, quienes con emoción acudían a las competencias de pelota vasca en el Frontón México, sólo sabe, y eso por lo que sus amigos le contaron, que en las taquillas se vendía el boleto en dos pesos por persona para la sala y en un peso para la galería.
Todo esto ocurría a principios de la década de los 40, cuando Alfredo apenas iba a nacer. Sin embargo, en los años 90, cuando él ingresó a trabajar como agente de seguridad en la Casa de la Pelota, sus compañeros más antiguos fueron quienes le contaron las anécdotas de los años mozos del frontón. A él le tocó la decadencia, unos años antes de que este inmueble cerrara sus puertas al deporte.
El terreno donde se ubica el Frontón México, en la colonia Tabacalera a unos metros del Monumento a la Revolución, era un llano sucio y olvidado. Pero luego de una inversión privada en la zona el frontón se construyó en un año y se inauguró el 10 de mayo de 1929.
El edificio se abrió al público gracias a Carlos Belinda, un pelotari español que habló con los inversionistas para traer e impulsar en ese espacio el juego de la cesta-punta, una de las actividades que se jugaba en el frontón una vez que se inauguró.
El inmueble fue edificado por el arquitecto Teodoro Kinhard, quien creó con un diseño Art-decó una fachada en pan-coupé. El frente del edificio fue levantado con mármol que sobró de la construcción del Palacio de Bellas Artes. Y se instalaron cuatro entradas. Desde entonces había sido calificado como un orgullo de la ciudad y el mejor centro deportivo de América Latina.
En los años posteriores a la inauguración era común que en los juegos se presentaran apostadores. Los gritos de las retas inundaban las gradas, sobre todo en los juegos estelares que ocurrían a las 10 de la noche y eran protagonizados por los pelotaris —como le llamaban a quienes dominaban la pelota— más destacados del momento que podían jugar individualmente o en pareja.
Alfredo relata que esos apostadores antes de llegar al frontón ya habían pasado al Hipódromo de las Américas a probar suerte. Por eso, las apuestas alcanzaban los millones de pesos que representaban en esa época.
Algunas de las competencias que se presentaban en el frontón abarcaban desde torneos de box, como el Cinturón de Oro; full contact y, como deporte principal, el juego de pelota vasca, también conocido como frontón.
En una nota publicada en EL UNIVERSAL el 9 de mayo de 1929, previo a la inauguración del Frontón México, se destacaba que este espacio era la casa del Deportista y la Catedral del Deporte Nacional, pues en la cancha nueva, aún sin estrenar en un torneo, los pelotaris invitados para el evento de apertura se habían preparado.
Así, los ases —que eran los pelotaris más hábiles— declararon a esta casa editorial que habían felicitado a los ingenieros, decoradores y trabajadores por la perfección de la cancha, la adecuada iluminación, la arquitectura del lunetario y la gradería, y de cada uno de los servicios del nuevo frontón.
En la descripción del interior del frontón se hacía referencia a la existencia de una sala de Espectadores, la cual se había creado para que “las damas hermosas y alegres lo decoraran”. Además, había un cabaret: “lugar decente para personas decentes, con un ambiente coqueto y bonito con aspecto de noche de París, sutil y chic, como el bordado del pañuelo de las mujeres”, describía la nota. Sin olvidar el guardarropa, tocadores para damas y caballeros, salones de descanso y un bar que cumplía con cualquier capricho del apostador.
Tristemente, esto ya no existe, salvo los tocadores para mujeres.
Así, en la inauguración se llevó a cabo un programa selecto, con un partido estelar a cargo de los pelotaris mexicanos conocidos como los Hermanos I y II contra los cubanos Eguiliz y Gutiérrez, combinación que ningún otro frontón había presenciado.
Publicidad de la inauguración del Frontón México el 10 de mayo 1929.
Tres días de fiesta acompañaron a la inauguración; la intención era que los citadinos conocieran el nuevo frontón —considerado en esa época “El mejor del Mundo”— construido a todo lujo y con toda propiedad en la Plaza de la República, fraccionamiento del Palacio Legislativo.
El frontón se construyó, precisamente, con el fin de ser una sede para la alta burguesía; por eso, quienes llegaban con ropa inadecuada no podían pasar. La etiqueta era de traje y corbata. Y los pelotaris estrella no se quedaban atrás, ya que siempre llegaban a sus juegos en autos de lujo.
Uno de los eventos que el frontón presenció fueron los Juegos Olímpicos en 1968, en los cuales se realizó una exhibición de Jai-alai y cesta-punta en donde participaron España, Filipinas, Francia, México y Estados Unidos.
Alfredo relata que algunos de los famosos que acudieron a presenciar los juegos al Frontón México fueron Orson Welles, Errol Flynn, Mario Moreno “Cantinflas”, Silvia Pinal, El Santo, Julio Alemán, David Reynoso, entre otros.
En la publicación de EL UNIVERSAL ILUSTRADO de 1936 aparecen cuatro pelotaris que se formaron en el Frontón México.
En una crónica publicada en 1936 en EL UNIVERSAL ILUSTRADO apareció por vez primera un escudo que representaba al deporte que se practicaba en el frontón. Esta insignia tenía detalles de la cultura azteca y no volvió a aparecer en algún otro juego.
Algunos historiadores consultados para la crónica de EL UNIVERSAL ILUSTRADO comentaron que este juego se cultivaba entre los aztecas y que en vez de tener raíces vascas, era más nacional, ya que este juego era llamado por los aztecas Tlachtli, juego que fue uno de los elementos claves de la organización religiosa de las culturas precolombinas y que otras culturas lo nombraban de diferente manera.
El Tlachtli se practicaba sobre un campo en forma de doble "T" o doble "I", cuyo espacio central estaba cerrado entre dos paredes y anillos empotrados en los muros laterales. Sólo se podía golpear la pelota con las caderas y la única forma de lograr la victoria consistía en hacer pasar la pelota por la anilla, pero era difícil y se consideraba como una auténtica proeza.
Actualmente el juego del frontón está compuesta por 15 especialidades que se practican internacionalmente como cesta-punta, paleta goma, frontenis, trinquete mano, pelota de cuero, share, etc.
Imagen de noviembre 1952, donde se aprecia el interior del Frontón México.
En el Frontón México jugaron pelotaris como el estadounidense Kent, o el mexicano Fernando Díez Barroso, la pareja Inclán y Danny, pelotaris número uno; el Campeón Mundial José J. Hamul y su hermano delantero Moisés Hamul.
También fue escenario de la película “La noche avanza” (1951) del director Roberto Gavaldón, protagonizada por Pedro Armendáriz, y del film “Chabelo y Pepito contra monstruos” (1973).
En el Frontón México se realizó el Torneo Fernando Díez Barroso en 1992, en el que participaron las cinco mejores parejas del mundo. Un grupo de alumnos de la escuela de Jai-alai acompañó a los pelotaris.
Alfredo narra que este recinto entró en huelga el 2 de octubre de 1996, debido a que el concesionario del inmueble debía más de tres millones de dólares al dueño; por lo que pidió al líder del Sindicato de Trabajadores del Frontón México (STFM) iniciara una huelga para seguir operando. Sin embargo, fueron desalojados y el frontón fue cerrado.
Esta situación dejó a muchos trabajadores en la calle y sin sus pagas. EL UNIVERSAL localizó a otros trabajadores que relataron que aún no se les ha pagado y que le exigen al senador Isaías González Cuevas, Secretario General de Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), sus liquidaciones.
Tras la clausura del edificio por casi 20 años permaneció en el abandono. Sus paredes de la fachada fueron grafiteadas, los muros de las canchas se llenaron de moho, las gradas desaparecieron y el espacio se convirtió en refugio de vagabundos que impregnaron con olor a orines la zona.
Fue hasta 2013 que los dueños planearon recuperarlo y reactivarlo, pero por los problemas económicos y de permisos la intención ha quedado en una idea que no se ha logrado concretar por completo.
Por su parte, el secretario de Desarrollo Económico (Sedeco), Salomón Chertorivski, en diciembre de 2015 informó que aunque el capital invertido en el frontón sea privado, la reconstrucción de este patrimonio debe ser idéntica a la original, tanto en los colores como en la fachada. Que se hará cambio de gradas fijas a retráctiles para poder ampliar el espacio, ya que se busca llevar acabo espectáculos deportivos como box e incluso conciertos.
Lo que se busca es que el frontón tenga un restaurante, un lobby y una escuela para niños que quieran aprender el Jai-alai.
Por lo pronto, en un recorrido al frontón se pudo observar la presencia de máquinas y trabajadores dentro, como también vallas resguardándolo. Alfredo espera que si se abre de nuevo no sólo le paguen los sueldos caídos, sino que también se le recontrate. Y emocionado dice que quisiera ver de nuevo su resplandor.
Fotos antiguas: Archivo EL UNIVERSAL y Colección Villasana-Torres.
Fuentes: EL UNIVERSAL ILUSTRADO de 1936 y Archivo hemerográfico de EL UNIVERSAL. Testimonio de trabajadores del lugar. CONADE.