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La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos significa un punto de inflexión en la política norteamericana que vuelve a caracterizarse por el aislamiento frente al resto del mundo creando una gran incertidumbre sobre el futuro de las relaciones del país más poderoso de la tierra con sus aliados. Se ha vuelto ya un lugar común señalar que la relación entre México y los Estados Unidos se caracteriza por una fuerte interdependencia que indudablemente se verá afectada en la medida en que el señor Trump continue haciendo efectivas las amenazas que a lo largo de su campaña fueron parte medular de su discurso, es decir la construcción de un muro en la frontera con México y la expulsión masiva de nuestros conciudadanos. Esto constituye una de las preocupaciones más importantes en materia de política exterior para el país, lo que nos obliga a replantear las estrategias para enfrentar ese reto particularmente porque parece evidente nuestra vulnerabilidad. Sin embargo, es importante constatar que contrariamente a otros momentos históricos en que la relación con los Estados Unidos ha representado una vulnerabilidad para nuestro país, en esta ocasión México cuenta con varias herramientas para defender sus intereses. Una de ellas es la amplia presencia de diplomáticos mexicanos en 50 ciudades de los Estados Unidos. En efecto, México tiene la red de consulados más grande de cualquier país en un tercero. Esta red viene funcionando desde hace muchos lustros para la provisión de servicios de documentación, de protección consular, y la organización de las comunidades mexicanas en ese país. En el marco de sus funciones también se ha encargado de la promoción de los intereses económicos de México y de establecer contactos políticos para facilitar todo tipo de acuerdos que beneficien la relación entre ambos países, en todos los órdenes de gobierno: federal, estatal, a nivel de condado o municipal, ,, así como con organizaciones civiles y empresas.
Frente a los riesgos que presenta la administración entrante, la red consular tiene un papel fundamental. En primer lugar, deberá continuar ofreciendo servicios de altísima calidad en la documentación de los mexicanos que residen en los Estados Unidos. En efecto, la red consular cuenta desde hace ya varios años con niveles de servicio inusitados: expedición de pasaportes, matrículas, actas de nacimiento y registros electorales que se realizan de inicio a fin en menos de una hora en promedio en las 50 representaciones. En materia de protección consular, la red atiende a cientos de miles de ciudadanos al año, y la SRE ha creado un centro de contacto, el SIAM (Centro de Información y Asistencia a Mexicanos) que no sólo atiende, sino que dirige y asigna casos para su atención en el consulado correspondiente. Esta capacidad de atención, que opera bajo estándares muy estrictos, le da un amplio margen de maniobra a México para enfrentar las eventuales necesidades de documentos y asistencia de sus ciudadanos en caso de que se recrudezca el clima anti inmigrante o se llevaran a cabo políticas que significaran un éxodo (forzado o voluntario) de mexicanos.
La racionalización de la operación cotidiana de los consulados permite también aprovechar mejor los recursos con los que cuentan para generar acercamientos con políticos, empresarios, líderes sociales y de opinión, así como con las propias comunidades mexicanas. Un cónsul profesional y competente debe tener una extraordinaria capacidad para relacionares con todos los sectores de la sociedad norteamericana. Hemos podido lograr que aún en ámbitos hostiles, los cónsules puedan entablar relaciones de respeto y cooperación con las autoridades norteamericanas. En nuestras representaciones consulares en la frontera, es frecuente que el cónsul de México mantenga una cercana y productiva relación con el delegado del servicio de inmigración o de la misma patrulla fronteriza, mientras que, en las principales ciudades de los Estados Unidos, sobre todo en donde existen fuertes concentraciones de mexicanos, el Cónsul de México es un interlocutor privilegiado y bien recibido por autoridades, medios de comunicación y actores sociales.
Esta capacidad es la que es preciso movilizar mediante un plan de acción que tenga las siguientes líneas:
Identificar y priorizar los intereses de México de manera colaborativa con los cónsules en los Estados Unidos, articulando una estrategia integral para su defensa y promoción.
Convertir esa estrategia en un plan táctico con metas puntuales, acciones específicas, e indicadores para determinar su cumplimiento.
Encomendar la ejecución del plan táctico a los cónsules, dándoles recursos suficientes para poder lograr el éxito y fortaleciendo la red consular mediante la designación de cónsules profesionales y competentes en todas las adscripciones y la asignación del mejor personal de carrera con el que cuenta México. Quedar adscrito a un consulado debe ser visto como un premio y una oportunidad de ascenso profesional y no como una capitis diminutia.
Darle seguimiento al plan desde un centro de comando en el que participen las áreas competentes de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Embajada en Washington, así como otras secretarías que pueden contribuir a una estrategia única y a la movilización de recursos financieros, materiales y humanos,, de tal forma que esta iniciativa cuente en todo momento con una visión integral y coordinada, así como el nivel de atención y la prioridad necesarios para lograr buenos resultados.
Ante todo, la comunicación entre el terreno (los consulados) y el centro (la Secretaría) debe ser fluida e ir en ambas direcciones. Las decisiones, líneas de acción, líneas discursivas y otros lineamientos deben comunicarse rápido, de manera clara y contundente. Asimismo, la retroalimentación de los consulados debe de ser tomada en cuenta para la toma de decisiones.
Los consulados deben echar mano de todos sus recursos: capacidad de interlocución y convocatoria de sus titulares, pero también del trabajo en equipo de funcionarios muy competentes y comprometidos, de instrumentos como los consulados fuera de sede y de la movilización de redes de amigos de México a nivel estatal y local.
México cuenta con numerosos amigos en los Estados Unidos y los consulados son partícipes en la generación de una gran alianza de intereses méxico-norteamericanos: empresas, sociedad, e instituciones académicas. Nuestra diplomacia consular puede ser un elemento aglutinador de esos intereses si logra contar con la estrategia, el espacio, el personal y el presupuesto para hacerlo.
Héctor Cárdenas Suárez es profesor de Asignatura, Goldman School of Public Policy, Universidad de California Berkeley y profesor afiliado en el CIDE.
Héctor Cárdenas Rodriguez es embajador retirado de México. Ambos son miembros del Consejo Mexicanode Asuntos Internacionales