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Por Enriqueta Cabrera
Arquitecto activo hasta el último día de su vida, Teodoro González de León deja un importante patrimonio en la ciudad de México para la que tanto trabajó y a la que tanto amó. Deja también proyectos con visión de futuro. Como arquitecto miraba siempre hacia delante, gustaba hablar de sus proyectos, de las obras en construcción, de los problemas pero sobre todo buscaba las soluciones.
Teodoro González de León fue creador y constructor de importante obras monumentales. Fue también constructor de vivienda, de vivienda social urbana y de vivienda para clases y medias altas. Contrastan así, por ejemplo dos de sus grandes obras arquitectónicas de vivienda, la más reciente Reforma 222 y la que concluyera allá por 1971: el Conjunto Urbano Habitacional Torres de Mixcoac, con sus 16 edificios de once pisos, en Mixcoac y en el sitio mismo que durante muchos años ocupara La Castañeda. En ambos proyectos Teodoro González de León desarrolla una de sus principales características como arquitecto: el respeto al entorno y al mismo tiempo la innovación. Reforma 222 con sus torres de vivienda, restaurantes y comercios es nuevo. Torres de Mixcoac tiene ya 45 años y sigue siendo uno de los mejores espacios de vivienda condominal en la ciudad de México, con sus 768 departamentos, con espacios verdes y sin hacinamiento.
Pensaron bien los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky en los espacios interiores de los departamentos de Torres de Mixcoac, pero sobre todo en la armonía de los volúmenes de las 16 torres, en su ubicación abriendo espacios para jardines, estacionamientos y plazas de convivencia, posibilidad de que los niños tuvieran espacios para jugar o los adultos mayores para leer, conversar y todos para caminar o hacer ejercicio. El concepto es funcional y muy distinto al de Reforma 222. Ambos conjuntos son parte de la ciudad de México, tan diversa y tan rica como lo son sus habitantes. Sin embargo, una característica une a ambos conjuntos: la altura, el crecimiento hacia arriba de los espacios habitables y de otros usos, en el caso de Reforma 222. En el caso de Torres, únicamente vivienda.
En Torres de Mixcoac, destaca otra característica que Teodoro González de León tuvo muy en cuenta: la de vincular, siempre que fuera posible, la arquitectura con el arte y las áreas verdes. Ahí consiguió que dos escultores levantaran dos monumentos: el escultor Mathias Goeritz levantó en la plaza principal de Torres de Mixcoac el monumento llamado “La Pirámide”, uno de cuyos objetivos dijo era para que los niños jugaran. Jorge Du Bon contribuyó, en la otra plaza con la conocida como la “Escultura de Torres de Mixcoac.” En el caso de “La Pirámide” Goeritz afirmó que tenía por objetivo que los niños jugaran; en ambas desarrolló espacios de convivencia. Vale la pena recordar que Mathias Goeritz también fue el escultor de las Torres de Satélite.
Uno de los retos de Teodoro González de León, cuando desarrollaba el proyecto de la Torre conocida como Manacar, con 30 niveles y 150 metros de altura, fue encontrar el espacio adecuado, vinculando arte y arquitectura, para el mural rescatado de Carlos Mérida del antiguo Conjunto Manacar que mide 22 metros por 12 de altura.
Teodoro González de León miraba siempre hacia delante, los nuevos proyectos, los retos por venir. Dejó un importante acervo de proyectos para la Ciudad de México y la zona conurbada. Con el libro “México Ciudad Futura” publicado, si mal no recuerdo, en 2011 encabezó el trabajo multidisciplinario de arquitectos y ambientalistas que plantearon la recuperación hidrológica, medio ambiental y urbanística del valle de México y su zona conurbada al oriente, la recuperación de los lagos y un litoral de 80 kilómetros para desarrollo urbano. La recuperación del lago Nabor Carrillo había sido un primer paso que no debía quedar ahí. ¿Es posible que México recupere su identidad ecológica, geográfica e hidrológica? La construcción del nuevo aeropuerto abriría esa posibilidad. Para González de León la arquitectura puede ser democrática dependiendo de cómo esté distribuido el espacio urbano.
Cuando apareció el libro encabezado por el arquitecto Teodoro González de León, se abrió la oportunidad de mirar a largo plazo e iniciar un camino para comenzar a solucionar múltiples problemas de los 20 millones de habitantes de la Ciudad de México, medio ambientales, del agua, del crecimiento urbano, pero ningún partido tomó los proyectos. Nadie lo hizo. El problema como lo resumía González de León, es la visión de corto plazo de los políticos.
El Arquitecto Teodoro González de León hizo una enorme obra arquitectónica, dejó también muchos grandes proyectos, para la ciudad de México y sus alrededores. Nos legó esa su arquitectura, la que se hace “en silencio.”