Cuando se abordaba el tema de migración durante el debate entre los candidatos a la Vicepresidencia de EU, el martes pasado, el demócrata Tim Kaine increpó al republicano Mike Pence recordándole que el candidato presidencial Donald Trump había insultado a los mexicanos llamándoles “violadores” (rapists) y “criminales” (criminals). La respuesta de Pence fue: “senator you´ve whipped out that Mexican thing”, que significa: “senador, usted vuelve a sacar esa cosa mexicana”.

“Esa cosa mexicana” invadió las redes sociales, convirtiéndose en trending topic, por lo que es importante precisar al auditorio mexicano, pero sobre todo al de EU, el alcance de la frase del señor Pence.

En términos cuantitativos, “esa cosa mexicana” son aproximadamente 35 millones de mexicanos viviendo en EU, de los cuáles unos 11 millones nacieron en México. Esa comunidad al año generan 240 billones de dólares, pagan 90 billones en impuestos y tan sólo consumen 5 billones en servicios públicos. “Esa cosa mexicana” contribuye de manera muy importante al fortalecimiento de la economía del país donde vive, no es una comunidad parasitaria, por el contrario, es muy productiva y laboriosa, sobretodo en trabajos que difícilmente, o a un alto costo, realizarían los ciudadanos estadounidenses.

Pero también “esa cosa mexicana” tiene una dimensión comercial importantísima: NAFTA, en sus 22 años, ha generado 6 millones de empleos en EU por el comercio con México. 40% (China sólo 4%) de los componentes de los productos que México exporta a su vecino del norte se producen en EU. En otras palabras, 40 centavos de cada dólar gastado en bienes mexicanos apoyan trabajos en EU.

Y por cierto, “esa cosa mexicana” alberga con mucho gusto a un millón de connacionales del señor Pence en territorio mexicano, y es el segundo (después de Canadá) mercado turístico más importante para EU, con 17.1 millones de visitas anuales provenientes de México.

Pongásmole ahora algunos nombres y apellidos a “esa cosa mexicana”. En entretenimiento la Academia de Ciencias y Artes de Hollywood ha conferido los tres últimos oscares a mejor dirección a dos mexicanos: uno a Alfonso Cuarón (Gravity) y dos a Alejandro González Iñárritu (Birdman y The Revenant). En deporte convendría preguntar a los Dodgers sobre el rendimiento de su pitcher mexicano Fernando Valenzuela. En ciencias se confirió la medalla de la NASA por Logros Científicos Excepcionales (1989) y el Premio Nobel de Química a otro miembro de “esa cosa mexicana”, el doctor Mario Molina, investigador de la Universidad de California en EU, por su descubrimiento de la afectación del cloroflurocarbono a la capa de ozono. La lista podría ser interminable para incluir también a otros aspectos de la vida social como la gastronomía, otras artes como la música, pintura y danza y desde luego el mundo de los negocios al que pertenece el señor Trump. Incluso cabe recordar otra acción de “esa cosa mexicana” durante el desastre del huracán Katrina en Nueva Orléans, cuando el Ejército Mexicano brindó asistencia médica y alimentaria a los damnificados estadounidenses en septiembre de 2005.

Finalmente quiero referirme a dos ejemplos que dan cuenta elocuentemente de cómo México y EU pasaron de ser “vecinos distantes” (“distant neighboors” (Alan Riding) a no sólo vecinos cercanos y socios comerciales, sino incluso “hermanos” en el terreno del conocimiento y de la salud.

El profesor emérito de la Universidad de Houston, Steven Zamora (Los Angeles, California 1944-2016) dedicó toda su vida profesional a hermanar a EU y México por medio del Derecho. Primero organizando cursos de verano en México a los que atraía estudiantes de grandes universidades de EU, no sólo para enseñarles el sistema jurídico mexicano, sino también nuestra cultura en el más amplio sentido de la palabra. Cientos de jóvenes estadounidenses vivieron tiempos felices en “esa cosa mexicana”. No contento con ello, fundó el Centro de Estudios de Derecho EU-México en Houston para atraer jóvenes mexicanos a conocer el sistema legal y la cultura de EU.

El doctor Jorge Quesada (México, UNAM) se fue a trabajar al Hospital Anderson de Houston, donde descubrió la aplicación del interferon para el tratamiento efectivo del cáncer de leucemia pelosa (hairy leukemia) y el cáncer de riñón. “Esa cosa mexicana” decidió quedarse a vivir en EU y desde 1984 literalmente ha salvado la vida de incontables mujeres y hombres estadounidenses. En 1993 fue premiado por el Institute for Advanced Studies in Inmunology and Aging.

Concluyo con un hecho histórico de “esa cosa mexicana”: Abraham Lincoln vivió agradecido con México y con el presidente Benito Juárez porque detuvo el avance francés con el triunfo en la batalla de Puebla, que buscaba apoyar a los confederados sureños, dándole tiempo para armarse para la batalla de Gettysburg. Esto es el trasfondo histórico de lo que se celebra en EU cada 5 de mayo, sólo una parte de la historia de “esa cosa mexicana”.

Cónsul general de México en Boston, Massachusetts, Estados Unidos

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