El pasado 5 diciembre, el Gobierno del Distrito Federal inauguró la pista de hielo 2015, que incluye 3 pistas, 2 toboganes y caminos de hielo en un área congelada de 4,616 m2; así como el árbol de Navidad y los mosaicos instalados en edificios aledaños al zócalo capitalino. Además, en la calle peatonal de Madero se instaló un sistema de nevado artificial (snow parade) que funciona a partir de las 18 en caídas intermitentes hasta las 22 horas.

Estas acciones del gobierno y la verbena popular de fin de año en el Ángel, supongo, que es parte de una política pública integral en la que el objetivo primordial es la promoción turística de la Ciudad de México. La suposición proviene de la falta de información sobre el particular, que se reduce a los boletines de prensa. Los datos publicados en las páginas de transparencia del gobierno son pocos. Inexplicablemente, nadie puede conocer la dimensión de su éxito y sólo se pueden hacer conjeturas imprecisas.

Mal empieza, diría la abuelita del Subcomandante Marcos, quien lo hace con una disculpa, pero ante la falta de información gubernamental completa haré algunas inferencias con riesgo de incurrir en inexactitudes.

Primero, contrario a la propaganda, estimo que el beneficio principal de estas acciones no es un efecto en el ingreso familiar de los capitalinos más pobres, sino la derrama económica que generan por valor turístico. El flujo adicional de paseantes por estas atracciones proviene de la propia zona metropolitana, del resto de la República y algo de visitantes extranjeros.

Desde la apertura de la temporada, el número turista aumentó en las zonas peatonales y después de las compras navideñas no ha disminuido, tal vez por el efecto de los atractivos. Los restaurantes y cafeterías lucen llenos de paseantes disfrutando el centro histórico. Incluso la calle de Regina, rescatada recientemente, tiene una activa vida recreativa. Sin embargo, no hay información gubernamental que nos confirme esta inferencia.

Segundo, el efecto positivo de la instalación de las diversiones congeladas de invierno en la activación económica de la zona es desconocido por los ciudadanos. ¿Las autoridades han recabado información u operan por inercia e imitación?, ¿De dónde provienen y cuál es la condición social de los patinadores? ¿Cuántas personas los acompañan? ¿Realizan otra actividad en la zona? ¿cuál? ¿cuánto gastan en su visita? ¿cuál es su grado de satisfacción? ¿Regresarían el año entrante? Disponer de estos datos, entre otros, es esencial para elaborar indicadores de gestión y evaluar esta política pública.

En esta última semana del año la ocupación hotelera en la Delegación Cuauhtémoc debiera ser cercana al 100% y las ventas en la zona aumentar significativamente como consecuencia de la promoción turística que hace el gobierno ¿Se tiene medido el efecto positivo? Por cada peso presupuestal invertido, ¿cuánto recibe la ciudad por el gasto de los visitantes? No hay indicadores publicados sobre el particular.

Tercero, hagamos otra inferencia. ¿Cuánto cuesta presupuestalmente la instalación y operación de la pista de hielo y los toboganes? Es el misterio mejor guardado, lo que da espacio a la elucubración. La adecuación del espacio para la instalación en la pista de hielo, y cancha de voleibol de playa, de la Delegación Benito Juárez en 2011 implicó una erogación de 2.91 millones de pesos en un contrato de adjudicación directa. Por su parte, en 2013, la pista de hielo del zócalo le costó 6 millones de pesos al gobierno de la Ciudad, y el resto fue proporcionado por firmas patrocinadoras. La cifra que proporcionó, en su momento Marcelo Ebrard, para el año de 2012 fue de 1.49 millones de pesos.

En boletines de prensa, el gobierno informó que el aforo en 2013 a la pista fue de alrededor de 340 mil; en 2014, estimó 5.5 millones de visitantes, sin especificar en qué atracción, y lo esperado este año en las instalaciones del Zócalo es de 800 mil. Dividiendo entre dos esta última cifra (400 mil), es decir, que de cada dos visitantes uno patine, y que a la ciudad le cueste 6.6 millones (obtenido del costo de 2013 incrementado en un 10%), entonces cada hora de patinaje cuesta 16.5 pesos que representa el 22% de los 75 pesos que se paga en la pista de hielo de Gran Sur. Este subsidio al patinador, que lo puede pagar la mayoría de los asistentes, es poco significativo, si se compara con los efectos positivos indirectos en la creación de empleos y revitalización del centro de la Ciudad de México.

Una política pública se basa en la disposición de parámetros objetivos de medición y la elaboración de indicadores de impacto social. Lamentablemente no hay disposición abierta a los datos sobre los efectos positivos de los atractivos de la temporada invernal en la zona céntrica de la ciudad que nos permita conocer los beneficios de la misma. Estoy seguro que si hubiera acciones similares en su constancia en otros cuadrantes del centro histórico, al norte y este del Zócalo con un proceso de rescate, el potencial turístico-comercial se incrementaría exponencialmente. De ahí que sea inexplicable la falta de información sobre un caso de éxito.

Profesor INAP

cmatutegonzalez@yahoo.com.mx

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