La economía creció hasta el tercer trimestre de 2015 en 2.5% anual, mejor que otros países latinoamericanos, pero muy debajo de lo que se esperaba en 2012, lo que sugiere un grado de decepción para los empresarios y analistas. El crecimiento desde 2013 sólo fue de 2.0%, lo que ha resultado en que el aumento del gasto público haya disparado la deuda pública a cerca de 50% del PIB.

En esta situación llega 2016, con cuatro riesgos importantes: el precio del petróleo, las finanzas públicas, el tipo de cambio y Pemex.

El precio del petróleo es causa principal de que la exportación por ese concepto haya caído 15 mil millones de dólares tan sólo hasta septiembre, comparado con el mismo periodo de 2014. Esto causó una caída de ingreso fiscal por pagos de derechos de hidrocarburos de 48% anual hasta octubre.

Como estos derechos aportaron 4.5% del producto en 2014 y ya venían cayendo desde 2012, la caída proyectada en 2015 amenaza una vez más con aumentar el déficit fiscal, el cual ya llega a más de 600 mil millones de pesos, cuando en 2008 era menos de 8 mil millones.

En otras palabras, la crisis mundial de 2008 y sus secuelas cambió radicalmente el escenario fiscal. Nada sugiere una mejoría en el precio del petróleo. Los inventarios y la menor demanda, debido al menor crecimiento de la zona euro y de China. El bajo precio puede debilitarse aun más cuando Irán y Libia aporten a la oferta global.

Las finanzas públicas indican una caída del ingreso petrolero de 371 mil millones hasta octubre después de haber caído 165 mil millones entre 2012 y 2014. Un año más de caídas de precios no ha sido un desastre por la aportación extraordinaria del impuesto a gasolina y la caída de la inversión pública.

Un tercer riesgo es el tipo de cambio, el cual se sigue depreciando y con ello amenaza con reflejarse en el índice general de precios. Hasta ahora su impacto inflacionario se ha limitado al grupo de bienes distintos a alimentos en el índice general. Como la inflación de energía y de alimentos cayó, el índice general no refleja aún la depreciación.

Pero no se puede contar con que no haya traspaso de la depreciación a precios en 2016. Además el tipo de cambio ya elevó el servicio de la deuda externa, sobre todo para las empresas, cuyos resultados ya lo reflejan.

Un cuarto riesgo es la situación de Pemex. Si bien el gobierno aseguró coberturas para la parte de ingresos petroleros que corresponden a su propio presupuesto, la parte que corresponde al ingreso propio de Pemex no está cubierta. Por lo tanto resiente la caída de precios en su estado de resultados.

Su rendimiento antes de impuestos tan sólo en el tercer trimestre cayó de 137 mil millones en 2014 a una pérdida de 68 mil millones. Aplicando el pago de derechos e impuestos por 100 mil millones, su pérdida neta ascendió a 168 mil millones de pesos en sólo el tercer trimestre de 2015. De ahí que su situación preocupe, más cuando en el mismo trimestre su gasto de administración aumentó en casi 3 mil millones, en lugar de reducirse, como lo han hecho todas las petroleras del mundo.

Los riesgos precio del petróleo, finanzas públicas, tipo de cambio y situación de Pemex apuntan todos en dirección de deterioro. Hay, desde luego otros riesgos y algunas oportunidades, como el hecho de que las remesas aumentan en pesos por la depreciación cambiaria. En el conjunto, sin embargo, no hay duda de que 2016 trae muchas complicaciones para la economía nacional.

Analista económico.

rograo@gmail.com

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