Ya sabemos que el entorno mundial apunta a una desaceleración de la actividad, lo cual ha reducido mucho el motor de la exportación manufacturera. Ésta sólo aumentó 2.2% en dólares hasta septiembre, después de crecer 7.2% en 2014.

También sabemos que el consumo interno está limitado por niveles bajos de ingresos laborales. La inversión estatal se ha retrasado en los proyectos de infraestructura; la de energía fue castigada por los recortes al presupuesto de Pemex y CFE. La inversión privada no muestra altas tasas de crecimiento, entre otros, por retrasos de pagos a las constructoras, pésimas finanzas de estados y municipios y confianza empresarial baja.

Por eso no se puede esperar un crecimiento del PIB en 2015 mucho mayor a 2% en términos reales. El crecimiento hasta ahora de 2.4% al tercer trimestre se apoyó en un aumento sorprendentemente alto de las ventas, de 4.9% anual hasta julio. Su aumento fue 2 puntos porcentuales más que el de 2014 y dio alivio a muchas empresas con más volumen de operación.

Al aumento de ventas lo ayudó la menor inflación. Ésta, bajó de 4.0% a 2.9%, lo que literalmente resulta en un aumento de ingreso disponible de 1.1 puntos porcentuales.

Así, bajó la inflación de productos agropecuarios de 8.6% anual en diciembre de 2014 a 4.0% en septiembre. También bajó la inflación de la energía de 6.4% a 2.1% en el mismo periodo. Así, los hogares tuvieron un poco más de capacidad de gasto y de ahí la mayor venta en volumen.

Sin embargo, es improbable que estas mismas condiciones se repliquen y mantengan la inflación en 2016 como lo es hoy (2.47%). Por una parte, los productores no pasan aún a precios su aumento de costos por el componente importado de sus ventas, pues temen que éstas caigan por la debilidad de la demanda. Pero en 2016 el inventario de producto que renueven tendrá mayores costos en pesos.

Por su parte la electricidad comenzó a aumentar en agosto y así ha seguido. En la primera quincena de octubre su aumento fue 20.3%, según el Inegi. Replicar las reducciones de las telecomunicaciones en 2016 también suena improbable. Aun más, como la red parece estar saturada y muchas llamadas de celular se cortan sin que terminen, hoy se requiere hacer tres llamadas para lograr una completa y eso aumenta su costo.

Por el lado de la oferta la industria crece muy poco, alrededor de 1% anual. El sector agropecuario crece rápido, pero su participación en el PIB es baja. Y los servicios han crecido 3%, pero en parte por el impulso de la menor inflación. A su vez, este sector depende de que la economía real crezca en la agricultura y la industria.

Estas tendencias no van a cambiar mucho en 2016, salvo por el entorno externo y por las reducciones de inversión pública. Esto haría la diferencia en un rango de crecimiento entre 1.4% y 2.0% en 2016. Sería mejor que en Brasil y otros países emergentes, pero no daría margen para mejorar el empleo ni las expectativas para las empresas.

La reducción de la producción petrolera, el aumento de las tasas de interés y el precio del petróleo son, además riesgos adicionales. Alternativamente, si hubiera menores recortes a la inversión pública y los que hubiera fueran compensados con menos desperdicio de gasto corriente y aceleración de algunos proyectos de infraestructura y construcción, las condiciones podrían mejorar. Pero no se debería esperar un crecimiento mucho mayor.

El crecimiento económico se mantendrá elusivo en el cuarto año del sexenio, aun después de concluidas las reformas.

Analista económico.

rograo@gmail.com

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