Sólo era cuestión de tiempo para que la Comisión de Cambios, compuesta por los más altos funcionarios de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México, decidiera aumentar su intervención en el mercado cambiario para apoyar al peso.

La mayor intervención consiste en aumentar la oferta de dólares o, en el lenguaje de Banxico, “proveer liquidez al mercado cambiario”. La subasta de dólares sin precio mínimo aumenta de 52 a 200 millones de dólares. Y la subasta diaria con precio mínimo se mantiene en 200 millones de dólares, pero el precio mínimo es el fijado el día hábil anterior, incrementado en 1%. El del 30 de julio fue 16.45, de manera que el mínimo para hoy, viernes 31 de julio, sería 16.61. Las medidas son para el periodo del 31 de julio al 30 de septiembre.

Esta doble vía de ventas refuerza la oferta de dólares, pero además busca limitar el aumento diario del dólar a no más de 1%, lo que servirá para poner un techo a la depreciación del peso.

Se puede anticipar que de inmediato se limita la depreciación diaria y un poco después dicha depreciación puede frenarse totalmente y quizás revertirse. Esto último, sin embargo, va a depender de dos factores.

Primero, lo que haga el Banco de la Reserva Federal estadounidense sobre el aumento de su tasa de interés. Y segundo, el grado en el que aumente la de 0.25% en la actualidad, así como la reacción del mercado global. Si este mercado, por ejemplo, espera que la tasa aumente y siga aumentando, la presión de compra de dólares se mantendrá.

Alguien podría mencionar un tercer factor: el grado en el que Banxico aumente su propia tasa. Si bien es cierto que la depreciación normalmente se reduce cuando aumenta la tasa local, en esta ocasión dichos aumentos podrían no ser efectivos.

Esto es, en primer lugar, porque el ajuste de tasas y de flujos globales será de muy grandes dimensiones, dado que la tasa estadounidense tiene 7 años en su nivel actual y ese largo periodo generó enormes posiciones especulativas en otras monedas. El ajuste en los próximos años tendrá que ser también enorme y en la dirección contraria y no es concebible que un aumento de la tasa en pesos vaya a impedirlo.

En segundo lugar, los mercados ya saben que si Banxico aumenta su tasa, el ya débil crecimiento económico se debilitaría más y a la larga esto milita contra el peso. A la vez indicaría una contradicción, porque en las reducciones sorpresivas que Banxico hizo de la tasa en 2014 hubo referencias al débil crecimiento económico.

Por esa razón, lo mejor por ahora sería que la depreciación se combatiera con intervención, hasta un punto razonable, y no con mayores tasas.

Es muy probable que el aumento del interés por la Reserva Federal sea muy bajo, pues su economía crece muy modestamente, sin presión inflacionaria y con riesgos de debilitamiento económico global. Esa institución cuenta con la confianza de los mercados y éstos saben que su tasa no debe aumentar mucho. No obstante, la presión o expectativa de alzas va a durar varios años.

Por eso en México debemos aceptar que el peso tiene que debilitarse un poco más de su actual nivel e incluso quedar subvaluado por varios años. La razón es que los fundamentos del crecimiento estadounidense son muy superiores a los del crecimiento mexicano. En esta valoración entran no sólo la inflación y el crecimiento, sino también la imagen de efectividad de las políticas públicas. En particular, de las reformas estructurales y si van a ser relevantes para un mercado global que en los próximos años habrá cambiado su apreciación sobre dichas reformas.

Analista económico.

rograo@gmail.com

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