El momento actual para el libre comercio no es el ideal, porque la tendencia global es hacia la protección de la producción local en cada país. En algunos países, la nueva agenda incluye atender problemas que resultaron de una integración internacional excesiva o no regulada adecuadamente. En Europa es, por ejemplo, el caso con la inmigración.

Por esa razón el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Cooperación Económica (TPP en sus siglas en inglés) surge en un momento poco propicio para la economía real. Los gobiernos de los países que lo negocian tienen cada uno sus propias razones para firmarlo, pero éstas son principalmente geopolíticas para los participantes más grandes.

Para el resto de países y especialmente para México, hay siempre oportunidades adicionales de aumentar las exportaciones. Pero este impacto es mucho menor que el de varios acuerdos ya firmados por México, como el que se tiene con Norteamérica (TLCAN) o con la Unión Europea.

Por una parte el nivel de tarifas a la importación ya es bajo y una reducción adicional sólo facilitará un aumento marginal para la totalidad del comercio. Por la otra, con el bajo crecimiento de la economía, México ya tiene que atender problemas de precios dumping en varios sectores, por ejemplo calzado, ropa y acero y en varias instancias es más importante para la actividad económica de regiones enteras atender los problemas que surgen del comercio global de ahora, más que la firma de más acuerdos.

México ya tiene 10 tratados de libre comercio con 45 países, incluyendo Japón, 30 acuerdos para la protección recíproca de inversiones y 9 acuerdos de alcance limitado en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Al mismo tiempo, la tasa de crecimiento de la economía no ha aumentado desde que se inició la era de firmar acuerdos.

Su estrategia ha sido maximizar el acceso preferencial para la producción de México al mayor número posible de mercados y por lo tanto la ventaja para establecer empresas que quieren exportar. Así lo pensó el entonces presidente Fox, hace más de una década, al referirse a que quien no invierte en México comete un error.

Los hechos desde entonces muestran que se requiere mucho más que el acceso a mercados mediante tratados para que haya inversión y creación de empleos. Es más, en muchos sectores, el número de empleos perdidos supera al que se generó con la nueva ventaja de la exportación. De ahí el reclamo en varios países de que varios de los efectos de tratados siguen sin resolverse.

El sentimiento generalizado hacia la experiencia de los tratados sigue siendo en el mejor de los casos de indiferencia y en regiones importantes en el mundo es desfavorable. Un aspecto que no se desprende directamente del libre comercio, pero sí de la creciente integración, es la inmigración de extranjeros, la cual ya creó las condiciones para un referéndum en Inglaterra sobre seguir perteneciendo o no a la Unión Europea.

Por otra parte, la progresión casi natural de las burocracias que procuran los acuerdos es incluir en ellos cosas cada vez más complicadas. El Acuerdo Trans-Pacífico contendría cláusulas que no son de libre comercio, sino para homogeneizar al nivel más exigente tanto las leyes de propiedad intelectual como la aplicación de ellas. También incluirían restricciones que pueden infringir la libertad de uso del internet y de su contenido. Así como la Unión Europea ha impuesto cada vez más reglas no económicas, el TPP puede crear un ambiente legalista y litigioso que si no se cuida pondría un freno más a la actividad económica.

Analista económico.

rograo@gmail.com

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