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México no está en pie de guerra, ni busca conflicto con otros países.
Gracias a la tendencia global de libre comercio a México le ha tocado jugar en las ligas mayores de la economía mundial. La evolución de la economía nacional a lo largo de las últimas décadas, en particular por la apertura comercial derivada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, nos hizo ingresar por mérito propio en el exclusivo club del grupo G20, donde se reúnen periódicamente las veinte economías más grandes del mundo.
No ha sido fácil para nuestro país navegar entre esas grandes potencias comerciales; no obstante, en esta ocasión por las circunstancias hostiles que provienen del nuevo gobierno de Estados Unidos, nos corresponde ejercer la responsabilidad de una mayor participación en el juego político del G20.
Hacer política en ligas mayores tiene alto nivel de complejidad, pues son escenarios en los que los líderes de las naciones más desarrolladas toman decisiones de alto riesgo y saben maniobrar ante la adversidad y consolidarse cuando los vientos soplan a favor.
El pasaje bíblico de David y Goliat presenta la fórmula de salir airoso de un conflicto entre participantes desiguales, en donde la fortaleza de uno anticipa la derrota del adversario mas débil. Participar en una lucha entre desiguales requiere elegir el proceso de negociación, con una herramienta que ofrezca ventaja y movilidad. La moraleja es ejemplar: No importa que tan grande sea el problema, siempre hay maneras de superarlo y salir victorioso.
Parafraseando a Michelle Obama, “cuando ellos juegan bajo, nosotros jugamos alto”; es decir, cuando el adversario juega rudo y provoca el conflicto más por sus defectos que por sus cualidades, existe la tentación de responder con las mismas piezas de ofensa y confrontación, pero por el contrario, es a través de la altura de miras, del valor de la ética y del respeto que las ideas se imponen y trascienden en el tiempo.
Si ellos quieren solamente relaciones bilaterales, nosotros vayamos por las multilaterales. De ahí la importancia de aprovechar el prestigio y la atención que hoy tiene nuestro país, para emprender una gran estrategia internacional de posicionamiento y negociación en foros multilaterales —de esos que no le gustan a Trump—, para construir una red de vínculos que fortalezcan no sólo nuestra capacidad de negociación, sino que adicionalmente dejen al descubierto las maniobras de presión que serán ejemplo para imponerse ante otras naciones.
Dadas las circunstancias inconvenientes provenientes de la Casa Blanca, a México le corresponde tomar su espacio entre jugadores de peso completo. Ya hay un antecedente exitoso en el que el primer ministro de Israel intentó tomar a México como referente para agradar al señor Trump, sin lograrlo.
México es un gran aliado de las naciones que han sido víctimas de agresiones y de aquellas cuyos pueblos han visto amenazadas sus libertades, sus derechos y su democracia.
En el nuevo escenario internacional las potencias están cambiando las reglas para iniciar un nuevo juego, en el que me da la impresión de que somos un David entre Goliats, y en el que uno sólo, hasta ahora, es hostil y agresivo. Por ello es necesario fortalecer nuestras alianzas internacionales y participar en los foros multilaterales que nos den voz y respaldo que hoy más que nunca México necesita.
El Presidente de México, Enrique Peña Nieto, agradeció que “en los días recientes muchísimas voces se han levantado aquí, en Estados Unidos y en el mundo para expresar su aprecio y solidaridad con México”. Por ello podemos ejercer plenamente nuestra capacidad de negociación y convocatoria, fortaleciendo el papel de México.
Rúbrica: Revoloteo. Cuando se acerca un lobo disfrazado de oveja o una oveja disfrazada de lobo, de todos modos se alborota el gallinero.
Político, escritor y periodista.
@AlemanVelascoM
articulo@alemanvelasco.org