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Este 29 de enero, los cancilleres de Norteamérica se reunirán en Quebec sin demasiadas fanfarrias. No obstante, en estos tiempos de creciente incertidumbre y desorden mundial, Norteamérica se yergue como el cimiento estratégico sobre el cuál las tres naciones podrían asegurar su prosperidad y seguridad. Alrededor de 2.7 millones de dólares de comercio cruzan cada minuto entre Estados Unidos y sus dos vecinos. México y Canadá representan los dos mercados de exportación más grandes de EU, comprando un tercio de todas sus exportaciones. Millones de empleos dependen de las redes comerciales y de inversión en nuestra región y el potencial para un crecimiento aún mayor es enorme. Un estudio reciente de McKinsey postula que si seguimos trabajando para mejorar la competitividad del mercado norteamericano, nuestras economías podrían añadir 8 billones de dólares en PIB para 2040. Y, si buscamos mejorar la seguridad contra el terrorismo, debemos coordinarnos mejor para detener a los terroristas antes de que lleguen a nuestras fronteras. A pesar del gran valor de la cooperación regional, funcionarios y políticos han prestado y siguen prestando sorprendentemente poca atención a fortalecer esos cimientos norteamericanos y mucho menos reconocen la importancia que ya juegan para nuestro bienestar y seguridad comunes.
Creemos, en el contexto de esta reunión ministerial, que este es el año para efectuar un pivote hacia Norteamérica, dando de esta manera a nuestra región la atención y prioridad que merece. No somos los primeros en instar a que se le dé mayor atención a nuestra región. En octubre de 2014, por ejemplo, el Council on Foreign Relations publicó Norteamérica; es hora de un nuevo enfoque, articulando de manera notable esta necesidad y recomendando una serie de cambios para mejorar la gestión de retos y oportunidades en Norteamérica. Algunos en el pasado ya han respondido a este llamado, pero lamentablemente se sigue prestando poca atención a nuestra región, y cuando ello llega a ocurrir, a menudo es un esfuerzo fragmentado o se le imbuye de connotaciones negativas. Por ello, urgimos —en un año electoral en EU— el relanzamiento de un enfoque integral sobre la importancia de Norteamérica para los intereses estratégicos, de seguridad, políticos y económicos de EU. Por esta razón, y con el apoyo de los autores, este año el Centro Woodrow Wilson pondrá en marcha una iniciativa para destacar la importancia de la cooperación norteamericana y ofrecer propuestas de acción.
Las cadenas integradas de suministro y las plataformas de producción conjunta construidas a lo largo de los últimos veinte años han hecho más eficientes e interconectados a los tres países; esto se evidencia en las estadísticas de comercio que muestran un aumento constante desde 2009 de las exportaciones estadounidenses hacia sus dos vecinos y con una tasa más alta que la que se tiene con otros socios comerciales. No solamente es feroz la competencia global; la volatilidad de los mercados de valores y las previsiones económicas sugieren retos difíciles por delante. Esto nos debe llevar a redoblar los esfuerzos en curso para hacer nuestras interconexiones económicas transfronterizas en Norteamérica más eficientes y seguras a la par que fortalecemos nuestras tres economías. Los sectores privados de las tres naciones ya nos están moviendo hacia una economía de innovación conjunta a lo largo y ancho de Norteamérica, en la cual no sólo trabajaremos juntos para desarrollar productos como automóviles, aviones y electrónicos, sino también en la próxima generación de estos productos. Hay estudios que demuestran que ya somos más competitivos que otros socios comerciales como China y nuestra capacidad para innovar y para mover fluidamente mercancías a través de toda la región asegurará que lo sigamos siendo. Los gobiernos deben enfocarse en apoyar estos avances en nuestras fronteras con una mejor infraestructura y procesos más eficientes y armonizados para el movimiento de bienes y personas, a la vez que mejoren su colaboración para detener los flujos ilícitos. Esto no es fácil ni glamoroso, pero es vital para nuestra seguridad y la capacidad para competir en el mundo.
Nuestros tres países también son socios en llevar a buen puerto al Acuerdo Transpacífico y abrir nuevos mercados para nuestros bienes y servicios. Como países con tratados de libre comercio con la Unión Europa, México y Canadá deberían convertirse en socios del acuerdo comercial y de inversión que EU persigue con Europa (el Acuerdo Transatlántico de Libre Comercio e Inversión, o TTIP), abriendo con ello nuevas oportunidades de expansión comercial en ambos lados del Atlántico y creando empleos en nuestras tres naciones. Y al ser los tres países productores de energía y con un potencial futuro enorme tanto en energías no renovables como renovables, Norteamérica se encuentra muy bien posicionada para garantizar nuestro suministro futuro, para asegurar la sustentabilidad de políticas a través de la región y construir y fortalecer la capacidad de adaptación de nuestra infraestructura energética. Los tres socios comparten el aire y agua, los océanos, la flora y fauna y los climas de Norteamérica, y esperaríamos que los ministros apoyen la construcción de enfoques comunes para la instrumentación de los compromisos alcanzados en la Conferencia de París y la capacidad de respuesta a desastres naturales.
La seguridad será un componente clave de la agenda de la reunión de cancilleres norteamericanos. Los esfuerzos para reforzar la seguridad ante el extremismo y terrorismo sin duda alguna jugarán un papel importante en las conversaciones. Pero ello debe darse en el contexto de que nuestra colaboración en Norteamérica establezca la base para la protección de nuestra región. A través de una estrecha cooperación, podemos detener y rastrear a cualquier terrorista potencial antes de que llegue a nuestras fronteras o aeropuertos. La colaboración entre nuestros servicios de seguridad en estos asuntos ya es estrecha, como es evidente en las mejoras registradas estos últimos años, sobre todo a raíz de 2001. Pero hay beneficios claros en desarrollar una postura norteamericana de seguridad más a fondo, trilateral e integral. Un enfoque más coordinado entre los tres vecinos podría generar grandes beneficios en la lucha contra el terrorismo, el crimen organizado, los retos de seguridad cibernética, la protección de infraestructura crítica, así como para abordar las oportunidades y retos que los migrantes y refugiados implican para nuestras tres naciones. México, Canadá y EU pueden empezar a trabajar hoy en convertirse en líderes de un enfoque norteamericano para abordar las causas fundamentales de estos problemas lejos de nuestras fronteras. Seguramente los tres cancilleres también discutirán cómo apoyar la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos en toda la región y más ampliamente. Esto representa un avance urgente y muy bienvenido.
El mensaje clave, sin embargo, es que la agenda norteamericana debe convertirse en una prioridad permanente para las tres naciones. Somos mucho más importante el uno para el otro de lo que pensamos; pivotar hacia Norteamérica puede ser la manera de asegurarse de que en un siglo XXI turbulento, nuestros tres países se erijan en socios del éxito en lugar de ser cómplices del fracaso.
Los autores son el ex embajador de Canadá en EU, el ex embajador de México en EU y el ex embajador de EU en México, respectivamente