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Si algo de Estados Unidos ha tenido influencia en el mundo es su sistema político. Instituciones como el federalismo, el papel de la democracia, la separación de poderes y la independencia judicial, por mencionar algunas, han sido replicadas en el mundo.
Si se dudara de la influencia de la Constitución de Estados Unidos en México habría que recordar que el país se llama, guste o no, Estados Unidos Mexicanos. El sistema político de Estados Unidos había sido un modelo. Hasta que los contendientes por la nominación presidencial han demostrado que ni tan ejemplo, ni tan modelo. Algunos políticos estadounidenses que quieren ser presidentes son una vergüenza. Lástima de instituciones tan bien logradas.
El asunto no es trivial, ni ajeno, así ocurra fuera de México. Lo que suceda en el país hegemónico afecta al mundo. Los internacionalistas hablan del “Hegemón”, una especie de Leviatán mundial que decide por dónde irán las cosas. Por ello lo que pasa en Estados Unidos es bueno o malo para el mundo. ¿Que hay detrás de la mente y alma de estos políticos estadounidenses que han olvidado que para una sociedad lo más importante es la solvencia de los funcionarios de su gobierno?
No todo se le debe achacar a Trump, pero casi. Él ha fijado la vara de los insultos, la injuria y la indecencia. Empezó, antes de que incursionara en la política, con su hija Ivanka, cuando en 2013 le preguntaron qué era lo que tenía en común con la menor de veinte años. Trump contestó, lujurioso, que el sexo. En otro momento, interrogado por Howard Stern, el “locutor del sexo”, siguió con su esposa Melanie. A la pregunta de que haría Trump si su esposa sufriera un grave accidente automovilístico al que sobrevive, pero con un brazo paralizado, uno de sus pies aplastado y un ojo que no deja de supurar, Trump respondió preguntando: “¿cómo quedaron sus pechos”. Stern contestó: los pechos están perfectos. Trump dijo que eso era lo importante, “me quedaría con Melanie”. De Hillary Clinton dijo después que “si no podía satisfacer a su marido como pensaba satisfacer a América”. La plebe de EU se lo celebra. La historia de la política se lo reclamará algún día.
Tuvo penoso intercambio de injurias con Ted Cruz, el texano que abandonó la campaña. Trump arremetió contra la mujer de Cruz. A la fotografía divulgada en redes, atribuida a Cruz, de Melanie, la esposa de Trump, casi desnuda, Trump declaró: “Mentirosillo Ted, ten cuidado o voy a echarle los frijoles a tu esposa”. Al día siguiente se los echó: contestó con dos fotografías, una glamorosa de su esposa al lado de una poco agraciada Heidi Cruz. Ante el reclamo que hizo Cruz, Trump le dijo que al menos Heidi no estaba desnuda.
El otrora vocero de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, se refirió a Ted Cruz para decir que es Satanás encarnado. Declaró que en su carrera se ha llevado bien con demócratas y con republicanos, pero jamás trabajó con un mayor hijo de perra (son of a bitch) que Cruz.
Trump le dio la puntilla a Cruz al difundir unas fotografías del papá de Cruz con Lee Harvey Oswald, el asesino de John F. Kennedy. Cruz, indignadísimo, dijo que Trump miente en forma patológica, es un mitómano que diseña historias y se las cree, un paranoico, un narcisista. En un país en que las demandas por daño moral están a la orden del día, Cruz, constitucionalista, no ha llevado a los tribunales la grave acusación a su padre.
Más allá de los agravios institucionales a los mexicanos, musulmanes y chinos, Trump inició su campaña con la burla a un periodista discapacitado que en cualquier organización social hubiera bastado para que lo expulsaran por deshonor (escuela, club, cofradía o partido político).
Este domingo en el suplemento dominical del New York Times aparecen las fotografías y testimonios de unas mujeres; son prostitutas-luchadoras sociales que pretenden legalizar la prostitución. Con todo y su profesión, se ven más dignas, confiables, decentes y buenas personas que estos políticos de EU que luchan por la presidencia.
Miembro del SNI.
@DrMarioMelgarA