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Durante las últimas semanas, el Sistema Nacional Anticorrupción, así como la metodología para la selección de los miembros del Comité de Participación Ciudadana, pieza fundamental del Sistema, han sido blanco de una campaña de desprestigio, encabezada por uno de los aspirantes a pertenecer a este órgano colegiado, reforzada por un senador del Partido Verde, y difundida y magnificada por este periódico. Como ciudadana, como presidenta de una organización civil y como miembro de la Comisión de Selección de dicho Comité, tomo esta campaña como un intento mezquino por desacreditar el esfuerzo más importante que se ha hecho en México contra la corrupción.
De entrada, sostengo y sostendré, en todos los foros, esta columna incluida, que el proceso de selección de los miembros del Comité fue abierto, transparente, equilibrado y justo. Sostengo, asimismo, que el trato que le ha dado EL UNIVERSAL a este tema ha sido, por decir lo menos, completamente desafortunado. Desde la primera nota, publicada el 10 de abril, hasta las aparecidas en días recientes, este periódico ha incurrido en una grave falta a la ética y al rigor periodístico, pues ni los reporteros, ni los responsables de la edición, corroboraron la información que el ex aspirante a formar parte del Comité, Gerardo Lozano Dubernard, ha sostenido en su campaña de rencor por no haber sido seleccionado. Si hubieran hecho responsablemente su trabajo, habrían constatado que la metodología para la valoración de los expedientes, que además ha sido pública desde el 15 de diciembre de 2016 y puede ser consultada en la página web de la Comisión de Selección (comisionsna.mx), explica a detalle no sólo el proceso sino también los criterios de selección de los candidatos, a los cuales nos atuvimos en todo momento.
Resulta peculiar que en un país en el que los procesos de selección no suelen ser meritocráticos ni transparentes, surjan tribunales inquisitoriales para demeritar un esfuerzo ciudadano digno de todo encomio. Entiendo el resentimiento de un candidato que no quedó seleccionado. Entiendo la posición de un senador, el señor Pablo Escudero, que forma parte de un partido político que no conoce la vergüenza. Lo que me ha faltado es capacidad para entender la postura de EL UNIVERSAL en contra de un proceso de la mayor importancia para el país y en el que se respetaron rigurosos criterios para evaluar la experiencia y conocimiento de los candidatos, así como los principios relativos a la equidad de género, diversidad regional y de enfoques disciplinarios de los integrantes. ¿Por qué atacar a un Comité Ciudadano abocado a la transparencia, la rendición de cuentas y la lucha contra la corrupción? ¿Será porque el periódico forma parte del entramado de intereses que se verán afectados por un Sistema Anticorrupción que sí funcione?
Que quede claro. Si el Sistema colapsa, no será responsabilidad ni del Comité de Participación Ciudadana ni del proceso de selección. Será responsabilidad del Senado que prefiere violar la ley y evadir su responsabilidad de nombrar a un fiscal anticorrupción y a los 18 magistrados del Tribunal Federal de Justicia Administrativa. Será porque algunas de nuestras instituciones están dirigidas por ineptos que, por cierto, no pasarían ninguna de las pruebas que sí pasaron los integrantes del Comité. Y será, también, responsabilidad de aquellos que se benefician de un país carcomido por la corrupción, la ineptitud, la impunidad y la injusticia. Y eso no tiene nombre. O sí lo tiene: se llama traicionar a México.
Presidenta de Causa en Común