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Hace unos días, dos jóvenes turistas argentinas, Marina Menegazzo y María José Coni, fueron asesinadas brutalmente mientras viajaban por Ecuador. El trágico evento, además de mover a ambos países, se volvió un tema de escala internacional debido a la cobertura mediática y a los comentarios en redes sociales que exigían transparencia en la investigación, pero había otros que sugerían que esto había ocurrido porque Marina y María José eran “mochileras” y “viajaban solas”. Fueron varios medios de comunicación que reportaban que las dos mujeres “viajaban solas”… ¿solas?, ¿no eran dos?
La respuesta no se ha hecho esperar. Miles de mujeres y de hombres se han manifestado en contra de esta reacción que condena a las víctimas y no al victimario. Por supuesto que me uno a esta protesta, pero quiero resaltar una carta que apareció en las redes titulada Ayer me mataron, escrita por una estudiante paraguaya que le da voz a las dos jóvenes asesinadas: “Peor que la muerte, fue la humillación que vino después. Desde el momento que tuvieron mi cuerpo inerte nadie se preguntó donde estaba, [quién] acabó con mis sueños, mis esperanzas, mi vida. No, más bien empezaron a hacerme preguntas inútiles. […] ¿Qué ropa tenías? ¿Por qué andabas sola? ¿Cómo una mujer va a viajar sin compañía? Te metiste en un barrio peligroso, ¿qué esperabas?”.
Mañana 8 de marzo, fecha del Día Internacional de la Mujer, habrá sin duda muchos discursos y declaraciones. Los medios hablarán de la situación de las mujeres en México y en el mundo. Se publicarán estadísticas y estudios. Casos como el de Marina y María José, de los cuales tristemente hay muchos en México y en todo el mundo, nos recordarán cuán lejos estamos de construir una sociedad más justa y equitativa para todos, especialmente para las mujeres.
El 8 de marzo también es una ocasión para recordar el largo camino que las mujeres hemos recorrido en los últimos decenios para hacer valer nuestros derechos. Para recordarnos que los derechos de las mujeres tienen que ver con la felicidad de las mujeres y de los hombres.
El 8 de marzo nos recuerda también que las mujeres tenemos mucho que aportar a la sociedad y que tenemos una obligación importante en la construcción del bien común porque tenemos una responsabilidad con México que debemos asumir y ejercer con pasión.
Afortunadamente, tenemos miles de ejemplos a seguir en nuestro país. Pienso, por ejemplo, en Las Patronas, mujeres que preparan y regalan comida a los migrantes y con ese ejemplo han inspirado a jóvenes —mujeres y hombres— para trabajar a favor de los migrantes. O en esas valientes mujeres que se plantaron frente a las palas mecánicas en Tajamar, Quintana Roo, para salvar el manglar de la destrucción. Pienso también en las valientes mujeres policías y soldados que trabajan sin descanso por nuestra seguridad. Y en las deportistas que hacen que se escuche nuestro Himno Nacional cuando ganan el oro para México, a pesar de muchos obstáculos que el machismo les ha puesto. Pienso también en las valientes periodistas que, aún a riesgo de sus vidas, cumplen con su obligación de informar lo que pasa en sus estados; en las jóvenes que van a misiones con gran compromiso social. Y en las damas voluntarias que entregan calladamente su tiempo y cariño a diversas causas sociales; en las jóvenes estudiantes y profesionistas que decidieron trabajar en el sector social y servir con su talento y su pasión en las organizaciones dedicadas a los derechos humanos, a la seguridad, a la legalidad. Agradezco a las mujeres de todas las edades que se dedican a combatir la corrupción y la impunidad en México y que hoy nos invitan a firmar la iniciativa de la Ley 3de3.
En la medida en la que valoremos esos ejemplos, las nuevas generaciones de hombres y mujeres verán una fuente de inspiración y fuerza para transformar. Por todas esas mujeres que están luchando, y por todas las que ya no están con nosotros, tenemos que hacer de este Día de la Mujer, más que una celebración de género, una celebración de la dignidad de todas las personas.
Felicidades a las mujeres por el 8 de marzo y añado algo más: para bien de todos y de todas, las mujeres viajamos —cualquiera que sea la distancia— juntas, solas, acompañadas de niños, de hombres; viajamos por trabajo, por necesidad o por placer. Siempre viajamos, nos movemos, estamos y estaremos en el camino.
Abogada