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En los últimos años, la percepción ciudadana es clara: el problema de la corrupción se ha desbordado y es hoy el principal reto que enfrenta México. La corrupción nos quita la libertad, desordena la economía, vacía de contenido la democracia, degrada la política y a los políticos, deslegitima a la autoridad, nos roba la tranquilidad y nos hunde en el desaliento y en el desánimo.
¿Qué hacer ante esta difícil realidad? La respuesta está en la fuerza y la energía de los ciudadanos. Por eso, en la asociación civil Dignificación de la Política realizamos el pasado 15 de octubre el foro Transparencia y Corrupción: Voces y Expectativas que contó con la presencia de expertos de primer nivel en estos temas, así como de muchos ciudadanos interesados en transformar la realidad del país.
Para mí, existen cuatro dimensiones de la corrupción: la dimensión política, que es la más conocida y expuesta en los medios y que involucra a funcionarios y políticos que abusan de su cargo para beneficio personal. La dimensión económica, que constituye el mayor obstáculo para una economía abierta que busque el desarrollo y el crecimiento. La dimensión social, en ella se incluye una preocupante tolerancia colectiva ante la corrupción y una ausente cultura de la legalidad. Y la dimensión ética, en la que se hace evidente que México necesita con urgencia liderazgos con valores y principios para cambiar el estado actual de cosas.
Para hablar de estas dimensiones de la corrupción, “Dignificación de la Política” convocó a especialistas, todos ellos, sin duda con liderazgo ético: Juan Pardinas, Eduardo Bohorquez, María Marván Laborde, Lourdes Morales, y Max Kaiser, quienes intercambiaron puntos de vista con analistas de nueva generación como German Petersen, Alexandra Zapata, Nacho Lozano, y Pablo Berthely. El resultado fue un ejercicio rico en propuestas e iniciativas. Comparto con ustedes 5 de varias iniciativas que se dieron:
1. Renovar la agenda anticorrupción. Pensar que un “zar” o “fiscal” anticorrupción nos va a resolver el problema es una equivocación. Se trata de crear sistemas anticorrupción que funcionen y hacerlo a nivel nacional, especialmente en los estados y municipios. Para ello, la tecnología es clave y hay que avanzar en áreas como los “datos abiertos” y la Ley General de Archivos.
2. Transparencia no significa honestidad ni menos corrupción. Sólo significa transparencia lo cual resulta para una mayor eficacia en las políticas públicas y también auxilia en el combate a la corrupción. Hacen falta mecanismos de control y de sanción que brinden incentivos a la conducta ética y que castiguen la conducta deshonesta. Sobre todo, hay que fortalecer los sistemas de justicia, particularmente de justicia cotidiana.
3. El papel de los medios de comunicación tiene que evolucionar. Hay que fortalecer y profesionalizar al periodismo para que tenga mejores herramientas para hacer su labor, que sea más transparente, que conozcamos sus intereses, las ideas de los propios medios y hasta sus relaciones con el poder político y fáctico.
4. La sociedad civil tiene que tomar la iniciativa ante el pasmo de la clase política. Debemos estar pendientes de las leyes reglamentarias así como elevar el costo de la corrupción. Propuestas como el “3 de 3” (presentación de las declaraciones patrimonial, fiscal y de conflicto de interés para políticos y funcionarios) ayudan a diferenciar entre los políticos que tienen voluntad de cambiar las cosas y los que no. Incluso en el panel de los jóvenes expertos es donde se compartió la propuesta de que quienes integren las ternas para la elección de integrantes de la Suprema Corte presenten su declaración "3 de 3"
5. Terminar con los mitos. Uno de ellos es que la corrupción es un “asunto cultural”. No es así. Tampoco es un problema genético. Los mexicanos no “somos” corruptos ni “nacemos corruptos”. Todos los días, millones de mujeres y hombres salen a ganarse la vida con honestidad para llevar el pan a la mesa de sus hijos. Por esos mexicanos, que son la mayoría, tenemos que seguir trabajando a fin de erradicar la corrupción y la impunidad. Devolverle la dignidad a la política es una tarea en la que muchos estamos empeñados para construir un México mejor.
Abogada