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La frase se ha repetido hasta el cansancio, pero la visita del papa Francisco a EU ha sido histórica. Desde la primera intervención se presentó como hijo de inmigrantes.
Muchos fueron los momentos emotivos, no sólo en los discursos sino también en los trayectos. El viaje tuvo un tono migratorio, se refirió a refugiados pero particularmente a inmigrantes de manera simbólica, con gestos o bien a través de mensajes preparados e improvisados.
Por ejemplo, Sophia Cruz es una niña de 5 años con papás que son jornaleros agrícolas mexicanos; ella nació en EU pero conserva también la nacionalidad mexicana. Es la niña que el Papa mandó llamar desde el “Papamóvil” para que la acercaran; la niña con un atuendo de la mixteca le entregó una carta y una camiseta. Minutos después fue entrevistada por la agencia AP y ahí explica todo el sufrimiento de una niña —o niño— migrante.
Fue la primera vez que un Papa dirige un mensaje desde el Congreso de EU, en el que presentó el motivo de su visita y los temas que iría tratando en esos días: 1. Migración 2. Medio ambiente y ecología 3. Desigualdad y pobreza 4. Familia. En varias ocasiones expresó su deseo de que su mensaje se dirigía más allá del mundo católico.
Ante el Congreso, el Papa hizo una defensa noble y humana de las personas que, por distintas razones, tienen que salir de su país. Recordó a los congresistas que él, como ellos, es hijo de inmigrantes: “Nosotros, pertenecientes a este continente, no tememos a los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros”. Después de referirse a la crisis de refugiados en Europa, volvió al tema migratorio en América en el que hay “miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte [...] en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos?”, pregunta que debería tocar las fibras hasta del más duro promotor de políticas antiinmigrantes.
En el país de las cuotas migratorias y de los números los invitó a no dejarse “intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación”. Para lo cual recordó la regla de oro: “traten a los demás como quieran que los demás los traten a ustedes”.
En ese mismo texto, destacó lo que más adelante diría en la ONU: el cuidado de la casa común, del medio ambiente. Se refirió expresamente a su propia encíclica (Laudato si’) para resaltar que la lucha por el medio ambiente así como la importancia que tiene entender la relación entre la pobreza y la degradación de la naturaleza. La cultura del descarte porque “el abuso y la destrucción del ambiente, al mismo tiempo, van acompañados por un imparable proceso de exclusión. […] La exclusión económica y social es una negación total de la fraternidad humana y un gravísimo atentado a los derechos humanos y al ambiente”.
Cuatro fueron los nombres que tomó el Papa como parte de la imagen del pueblo de EU: Abraham Lincoln, a quien todos conocemos como un luchador de la libertad; a Martin Luther King, quien es uno de los más famosos líderes de ese país; y otros dos personajes católicos no tan famosos: Dorothy Day, quien es una activista social de principos del siglo XX en cuya autobiografía (The long loneliness) resalta el sentido comunitario y social de su vida y de su lucha por la justicia social; y Thomas Merton, un gran pensador y escritor que, desde el silencio y la contemplación, nos habla de la vida humana y de la verdadera vocación de todos los seres humanos.
El Papa con palabras simples y poderosas nos recuerda que es en esas coordenadas donde tenemos que centrar el debate que vive hoy la humanidad entera. ¿Qué mundo queremos heredar a nuestros hijos? ¿Un mundo marcado por la injusticia, la exclusión y la negación del dolor del prójimo? ¿Un mundo donde pobreza y ecocidio conviven y crecen sin control? ¿O un mundo más compasivo, más incluyente y más humano, en el que todos actuemos guiados por un sentimiento de cuidado de nuestra casa común? Quienes estamos convencidos que esta última es la respuesta, tenemos mucho trabajo por delante.
Abogada