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Para Magaly
Son propias de los seres humanos la razón y la voluntad; la condición humana nos da las cualidades para vencer obstáculos, llegar a nuestras metas e incluso alcanzar la felicidad. Pero los seres humanos no podemos trabajar nuestras cualidades en solitario. Requerimos de relaciones cercanas y sólidas con otros seres humanos a quienes elegimos y nos eligen como compañeros de ruta. Entre estas relaciones humanas está sin duda la amistad; es decir, la existencia de amigos que caminan con nosotros y nos hacen crecer. Cuando la amistad se funda en la búsqueda del bien para el amigo, entonces la relación es perdurable y constructiva, no importa cuándo empezó, sino que dura para siempre.
Lejos de México, me enteré de la muerte de una muy amiga mía: Magaly. De ella puedo contar muchas anécdotas. Hace unos años, se enteró que en su querida ciudad Juárez estaba un joven que había sido víctima del crimen organizado y que requería de una computadora para su carrera de arquitectura. Me pidió las especificaciones y en unas semanas envió la computadora a la casa de los papás del muchacho. La computadora llegó con todo y moño. Magaly no quiso que se supiera quién la había donado, así es que el estudiante me pidió que le enviara, a quien le había regalado la computadora, su primer plano que fue parte de una investigación en la universidad. Desde luego no era la primera ni la última vez que ella ayudaría a un juarense.
Un año después, se organizó una rifa para una persona que no tenía recursos para gastos asociados al cáncer y, al enterarse, compró todos los boletos. Años después ella sería la víctima.
Preocupada por la salud de su papá, el enemigo silencioso que es el cáncer entraba en su cuerpo. Descubrieron quizá un poco tarde esta enfermedad. Con la energía que ella siempre tuvo, con la creatividad con la que se enfrentaba a las cosas, fue manejando la enfermedad.
Puedo hablar de su generosidad y su solidaridad, dos cualidades que no son tan comunes como pudiera pensarse en personas con cierta solvencia económica. Si es cierto que nos llevamos lo que damos, ella se lleva mucho. Dio mucho y no sólo cosas materiales sino también y, sobre todo, alegría y solidaridad.
En el misterio de la vida no hay explicación para quienes nos quedamos sin un ser querido y podemos —si queremos— convertir su ausencia en presencia. Siempre he creído que la muerte no tiene la última palabra: la persona se queda de alguna manera entre nosotros, nos vuelve a reunir con los seres queridos de quien se va y nos recuerda lo mucho que podemos hacer por los demás.
Ahí está el camino que muchas organizaciones sociales marcan para ayudar a trabajar contra el cáncer como Casa de la Amistad, Aquí Nadie se Rinde, Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer, CIMAB, entre otras… o políticas públicas que han ayudado a niños con cáncer como el Seguro Popular o los nuevos hospitales infantiles de oncología que están construyendo en varios estados con la ayuda del sector privado o las muchas organizaciones contra el cáncer de mama o el propio Instituto Nacional de Cancerología o el de Nutrición.
Lo cierto es que todas estas organizaciones e instituciones privadas y públicas requieren de un constante y decidido apoyo tanto de la sociedad como del Estado. Al parecer, siempre las vamos a necesitar y sabemos el bien que construyen.
Abogada