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Donald Trump —quien como candidato utilizó el insulto, la falsedad, la difamación y la vulgaridad— obtuvo el 9 de noviembre el voto electoral mayoritario que le convirtió en presidente electo de Estados Unidos de América.
De cumplir sus promesas de campaña, las políticas anunciadas en ella irían en contra de los valores que siempre defendió ese país: tolerancia a los inmigrantes, respeto a las diferencias físicas, culturales o religiosas de las personas, inclusión social, liberalismo económico, defensa de la democracia, promoción de los derechos humanos y protección al medio ambiente.
En el caso de México, sus amenazas fueron específicas: expulsión indiscriminada de nuestros indocumentados, rechazo del TLCAN, aplicación de aranceles a nuestras exportaciones y construcción de un muro fronterizo para garantizar la seguridad de esa nación. De llevarlas a cabo, nuestro país se vería severamente afectado en su potencial económico, y nuestros compatriotas indocumentados serían víctimas de discriminación en aquella nación.
A partir del resultado electoral, la sola posibilidad de cumplir tales amenazas ha tenido un efecto negativo sobre nuestra economía. En tan sólo cuatro días el tipo de cambio se desplomó 9%, cerrando el viernes 11 de noviembre en 21.05 pesos por dólar. La Bolsa Mexicana de Valores sufrió una pérdida no vista en mucho tiempo y proyectos de nuevas inversiones, tanto de mexicanos como de extranjeros, se han pospuesto a la espera de la toma de protesta de Donald Trump como presidente de Estados Unidos el 20 de enero de 2017. La perspectiva de crecimiento del PIB de nuestro país se ha reducido a niveles menores a 2% anual para 2016 y 2017. Ante la amenaza de sanciones proteccionistas las autoridades tanto de México como de Canadá han manifestado su disposición para discutir posibles modificaciones en las cláusulas del TLCAN.
A pesar de estos impactos, la respuesta de nuestras autoridades se ha limitado a implementar una campaña de información pública cuya intención es calmar las inquietudes de la población acerca del futuro de la economía.
Como parte de la misma, el secretario de Hacienda informó de la aplicación de dos acciones: el refinanciamiento del total de los vencimientos de la deuda externa para 2016-2017 y la definición del plan de negocios de Pemex que, aprovechando la reforma energética, estabilizará sus finanzas y logrará superávits primarios en sus operaciones. Ambas medidas deben ser aplaudidas pues reducen los riesgos financieros que enfrentaría nuestra economía ante la aplicación de las medidas anunciadas por Trump. Sin embargo, nuestra desconfianza en el futuro crece al constatar asombrados el desplome del tipo de cambio e imaginar lo que sucederá cuando Trump sea presidente en funciones de EU.
Actuar de inmediato es por lo tanto indispensable, pero esta acción debe ir más allá de campañas de información que no eliminan la incertidumbre que vivimos los mexicanos en estos días.
Un plan de acción coherente, con medidas internas y externas debe contener por lo menos siete acciones estratégicas que detallo a continuación. Primero, previendo la pérdida de divisas y la dificultad para financiar el déficit público, el gobierno debería reducir el gasto público más allá de lo acordado en el recientemente aprobado Presupuesto de la Federación. Hacerlo enviaría un mensaje positivo a inversionistas, ayudando a estabilizar el tipo de cambio.
Segundo, el Banco de México necesitaría incrementar agresivamente su tasa de interés objetivo. Para ayudar en la estabilización del tipo de cambio, dicho incremento debería ser de por lo menos 200 puntos base en un plazo de seis meses. Tercero, el gobierno tendría que profundizar la eliminación de trámites para el establecimiento de empresas en México, acción que ayudaría a atraer nuevas inversiones al país, reduciendo la volatilidad financiera que enfrentaríamos ante las acciones proteccionistas del gobierno de Trump.
Además de las tres acciones económicas mencionadas, el gobierno de México deberá desplegar una política diplomática que contenga por lo menos cuatro ejes estratégicos. Primero, reconociendo que las acciones legales en EU tienen un componente local (como lo demuestra el Colegio Electoral), nuestros consulados deben cabildear de manera descentralizada la protección de nuestros ciudadanos de acuerdo a las condiciones locales y estatales, particularmente en estados en los que la población de origen mexicano sea numerosa, como en California, Texas e Illinois. Segundo, se debe coordinar una ofensiva mediática encabezada por aquellos “amigos de México” que desarrollan actividades artísticas, académicas, empresariales u organizaciones de la sociedad civil; ellos serán mejores portavoces de una imagen positiva de México y de las bondades derivadas de la interacción cultural, artística, comercial o económica entre nuestras naciones.
Tercero, México es un mercado importante para las economías de por lo menos siete estados americanos (Texas, California, Illinois, como ejemplos); organizar a los empresarios y empleados cuya economía depende de nuestro mercado debería ser prioritario. Más que nadie ellos pueden presentar el caso del porqué nuestras economías deben seguir entrelazadas por el TLCAN. Finalmente, México debería organizar un grupo de países afectados por el proteccionismo de Trump tales como China, Canadá o la Unión Europea, para formar un frente unido, cuyo propósito sea defender los principios del libre comercio internacional tanto en foros americanos como internacionales. No caigamos en la lamentación. Con una estrategia coherente de acciones internas y externas, no existe Trump que pueda postrar a una nación como la nuestra.
Ex canciller, Rector de la Universidad de las Américas Puebla