Cuatrocientos setenta millones más, millones menos, se pierden cada año en corrupción, en mordidas, en moches para las obras públicas, en la corta por debajo de la mesa, en engordar las carteras de funcionarios corruptos por ciudadanos igualmente corruptos.

Con ese dinero, bien podríamos tener mejores hospitales, carreteras, policías, programas sociales o inversiones económicas, estamos hablando del 4% del PIB fermentado en la deshonestidad.

En el Senado de la República, se discute la creación de un Sistema Nacional Anticorrupción que, dicen los presidentes de comisiones Escudero, Yunes y Encinas, podría estar listo para el próximo 30 de abril.

Desde hace meses se discuten y negocian las posturas del PRI-PVEM, PAN, PRD y demás grupos parlamentarios con relativo éxito. Por eso, llama tanto la atención que el pasado lunes los líderes del PAN y del PRD, Ricardo Anaya y Agustín Basave, se hayan lanzado en un discurso francamente confrontativo en lugar de constructivo.

¿Si las negociaciones iban tan bien, qué necesidad había de enturbiar el clima para su pronta aprobación?

La aprobación de un sistema nacional anticorrupción pasa por reformas técnicas extremadamente complejas, no es una varita mágica de soluciones fáciles, sino una cantidad considerable de leyes que deberán ser modificadas para su aplicación, que en sí misma representará otro gran reto en los próximos años.

El discurso fácil y trillado del PAN y del PRD que quiere vendernos a un PRI PVEM corrupto, parece responder más a una herramienta electorera que a la verdadera intención de combatir la corrupción.

¿Y no fueron también corruptos en el PRD?, ¿y no fueron también corruptos en el PAN?, ¿ya no lo son?

Al final, podríamos ser testigos de un simple juego de vanidades que nos terminará tomando el pelo a todos, de un coro de monólogos narcisistas interesado más en brillar que en resolver asuntos.

Pero, si de verdad quisieran los legisladores entrar al tema del combate a la corrupción, ¿no valdría legislar sobre el fuero?

Porque, ni la ley con más dentadura del mundo podría contra una inmunidad de los funcionarios.

Al final, veremos si les importan más los votos que la corrupción. Lo cual, suena también a corrupción, al menos, en su moral.

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