Ha sido tanto lo escrito sobre Trump, que otros temas importantes han pasado de lado. En las últimas semanas, por ejemplo, tres países africanos (Burundi, Gambia y Sudáfrica) decidieron abandonar la jurisdicción de la Corte Penal Internacional. Otros cuatro anunciaron su intención de hacerlo (Chad, Costa de Marfil, República Centroafricana y República Democrática del Congo). Otro más y de gran relevancia actual (Rusia), retiró su firma del proceso de ratificación. Ante la inminencia de lo que se ha llamado el huracán, el sismo, la tormenta o, para no seguir, cualquier otro fenómeno de similares magnitudes producido por el mismo Trump y el trumpismo, ¿qué importancia puede tener, dirán algunos, que países lejanos al nuestro y con escasa relación cultural o comercial (salvo Rusia), hayan dado ese paso? La respuesta es, sino obvia, sí bastante clara. Lo que se está anunciando es un creciente proceso de desinstitucionalización respecto, desde luego, de lo que hasta hace poco tiempo prevalecía y, más aun, parecía esperable en los años por venir.

En las últimas semanas, en mucho por las lógicas que sustentaron el Brexit, la elección estadounidense, los posicionamientos rusos y turcos, los discursos lepenistas en particular y anti migratorios en general, por citar sólo lo más comunicado, se ha puesto el acento en la renovación de los nacionalismos. Desde ahí se ha puesto énfasis en la pérdida de la universalidad proclamada por la ilustración y el liberalismo, el agotamiento de la globalización, el retorno de los demonios antidemocráticos y de algunas de las más peligrosas taras a lo que suponíamos formas bien asentadas de convivencia civilizada. Al tomar esta perspectiva inmediatista, hemos dejado de ver uno de los problemas que más como consecuencia pero también como causa profunda, se encuentran en todo el proceso que estamos viviendo. Me refiero, ya lo dije, a la desintitucionalización.

Si NAFTA se elimina o renegocia, no será para terminar con el comercio norteamericano, sino para permitir que el mismo se realice en condiciones más ventajosas para las partes fuertes mediante la eliminación de las reglas hasta hoy existentes. Las salidas de las instituciones jurisdiccionales no buscan la recuperación de la soberanía, sino permitir que quien dice detentarla acreciente sus márgenes de actuación y acote su responsabilidad. Rechazar a los migrantes no significa impedir su entrada, sino ampliar las condiciones de su explotación en el mercado negro de la ilegalidad. Esto no aparece a primera vista, pero tampoco se requiere de un gran telescopio social para verlo. Los nacionalismos rampantes, los posicionamientos xenofóbicos, las discriminaciones por sexo, género o preferencia sexual o religiosa, difícilmente pueden incorporarse abierta y cabalmente en el discurso y menos en la legislación. Al menos hasta ahora, resulta difícil establecer en una ley que tal o cual grupo está vetado, que tal preferencia se castigará con cárcel, o que tal colectivo merece la muerte o la expulsión. Frente a ello, resulta más funcional introducir márgenes de discreción mediante la eliminación de normas, órdenes institucionales u órganos. Ello permite que los detentadores del poder decidan ante sí mismos lo bueno y lo malo a partir de la apropiación de los sentimientos, la moral o la naturaleza.

En los años por venir el espectáculo nacional e internacional estará en las declaraciones, los posicionamientos simplificadores, los absurdos. Ese será el guiñol distractivo, mera escenografía que nos mantendrá atentos y nos hará sentir profundos al tratar de comprender sus dinámicas, sus efectos, sus peculiaridades más básicas. En el foro, ahí donde las manos mueven a los títeres, se estará produciendo la verdadera obra, la perdida de la institucionalidad. Al final, de no cuidar ésta más allá de intereses pasajeros, se generará una más amplia discrecionalidad del ejercicio del poder de las élites públicas y privadas, nacionales y extranjeras. Cuando se produzcan, Trump será el chivo expiatorio de los pecados propios y ajenos, pero no desde luego la causa de todos los males.

Ministro de la Suprema Corte de Justicia.
Miembro de El Colegio Nacional
@JRCossio

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