Más Información
Felipe Calderón y Margarita Zavala festejan Navidad con sus hijos; “les mandamos nuestros mejores deseos”, expresan
Adriana Malvido invita a unirse al nuevo movimiento ambiental ABC/MX; convoca a la juventud para enfrentar la crisis climática
José Ramón López Beltrán y su familia agradecen apoyo con foto navideña; “nos sentimos muy afortunados”, dicen
Claudia Sheinbaum y Jesús Tarriba envían mensaje a mexicanos; “gracias por lo que hacen por sus familias y por México”
Decomisan arsenal, granadas y equipo táctico en Pantelhó, Chiapas; catean rancho tras enfrentamiento
Hace algunas semanas presenté en este espacio un artículo titulado El que se mueve… sí sale. Ahí sostenía que “A diferencia de la época de la hegemonía priísta, ahora conviene más moverse para salir en la foto presidencial, que permanecer callado”, y que “Adelantarse no garantiza el triunfo para la Presidencia, pero sí ayuda” (EL UNIVERSAL, 4/Ene/16). Días después, la misma tesis fue sostenida por Enrique Peña Nieto; quien ahora se mueve, dijo, sí sale. Banderazo de salida dentro de su propio partido, si bien esa regla ha cambiado en menor grado. Una vez recuperada la Presidencia, algunos de los mecanismos tradicionales de decisión (línea presidencial, liderazgo nato) que se diluyeron mientras estuvo el PRI fuera de la Presidencia, fueron restaurados en buena medida al recuperar el poder (por eso pudo Peña disciplinar a su partido durante el Pacto por México). En materia de sucesión presidencial, se puede asegurar que el Presidente seguirá siendo el “fiel de la balanza”.
Aunque no sabemos quién será el candidato del PRI ni los criterios que pesen en esa decisión, se puede dar por hecho que nadie lo será sin el visto bueno de Peña (cosa que no ocurrió en el PAN, ni en 2006 ni en 2012, por ejemplo). Pero seguramente el criterio que más pesará será quien pueda tener mejores posibilidades reales de triunfo (sea o no del gusto de Peña, como ya le ocurrió en el Estado de México en 2011). Y en ese sentido muchos ven a Miguel Ángel Osorio, por su posición en las encuestas. Muchos se preguntan sobre las razones de ese posicionamiento, pues ni su desempeño ni su personalidad son precisamente espectaculares. Quizá se deba a que la caballada en el PRI está muy flaca, y en tierra de ciegos, el tuerto es rey. Como quiera, no se había visto antes que dentro del PRI alguien se moviera por su cuenta y levantara la mano abierta y anticipadamente como aspirante a la candidatura presidencial, como recién lo hizo Ivonne Ortega, diputada federal y ex gobernadora de Yucatán, en entrevista con EL UNIVERSAL, la semana pasada.
Dijo cosas interesantes sobre el tema, aunque no todas correctas. Al preguntársele si quisiera ocupar la Presidencia, responde que “no hay político, de cualquiera de los partidos… que su máximo sueño no sea ser presidente”. Es casi seguro que así ocurre, pero la gran mayoría de los políticos sabe que no tiene posibilidades y por eso mejor ni le mueven (aunque algunos sí, como la propia Ivonne, pese a prácticamente no tener posibilidades). Ella aspiraría a que la competencia real se diera entre dos mujeres, ella y Margarita Zavala, y tener por primera vez una mujer en la Presidencia (como ha ocurrido en varios países latinoamericanos, y quizá suceda en Estados Unidos). Podría ser Margarita en tal caso, pues tiene altas probabilidades de ser la candidata de su partido, pero difícilmente la propia Ivonne Ortega. Ambas “se movieron” anticipadamente, pero eso que ayuda en el PAN (ocurrió con Fox, Calderón y Josefina Vázquez), no parece hacerlo en el PRI. Y otra mujer priísta a la que muchos ven en la baraja de 2018 es Claudia Ruiz Massieu (que no se “mueve” ni se “moverá” abiertamente), pero cuyo origen salinista se ve como un obstáculo difícil de remontar (le caería de perlas a Andrés Manuel López Obrador tener esa “prueba fehaciente” de que el verdadero jefe de la “mafia del poder” es Salinas de Gortari).
Finalmente, Ortega aseguró que se disciplinará ante quien decidan “mis compañeros de partido” (es decir, quien decida Peña). Amenazar con romper en caso de no salir electa le daría aún menos posibilidades de las que tiene, a diferencia de lo que sucede con Margarita, a quien dicha amenaza le podría beneficiar para ser la candidata panista (como también ocurrió con López Obrador en 2012). En fin, si hablamos del proceso de 2018 es porque ya está en marcha, justo porque ahora sí, “el que se mueve” tiene mejores posibilidades de salir en la foto de su respectivo partido, y los movimientos que hacen los aspirantes sí incidirá en la conformación de la boleta presidencial.
Profesor del CIDE