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Ya hay (y habrá) de sobra columnas y análisis sobre los posibles efectos de la visita de Francisco, pese a que voceros e intérpretes han señalado que no hablaría de política, sino que su mensaje es pastoral. No extraña que todos los grupos políticos —cívicos y partidarios— traten de sacar alguna ventaja política de los mensajes papales en provecho propio o contra sus adversarios. Hasta los partidos supuestamente más laicos están en esa lógica. Saben que, por más pastoral que pretenda ser la visita de Francisco, la Iglesia ha sido en la mayor parte de su historia una institución esencialmente política, aunque legitimada con argumentos religiosos. Poco se ha concentrado en lo que se supone su finalidad última, que es la fusión de sus seguidores y feligreses con la divinidad (llámesele como se le llame, Dios, el Tao, Brahma o Dharma); en cambio, más ha atendido asuntos terrenales, lo mismo la conquista, preservación y ampliación de su propio poder, que la acumulación de riqueza, e incluso lo pastoral no se separa de asuntos mundanos como la pobreza, la explotación y la corrupción, aun en su ángulo más crítico y auténtico. El mensaje y objetivo espiritual del Evangelio ha terminado por diluirse, si bien eso no es exclusivo de la Iglesia católica. De alguna manera es el patrón de cualquier religión institucionalizada, que desvirtúa y malinterpreta el mensaje espiritual de su respectivo fundador.
Lo dice con claridad Osho, un maestro espiritual contemporáneo que llegó a tener gran influencia y reconocimiento, y por eso mismo fue altamente recelado por iglesias y gobiernos de todo signo. Dice Osho: “Tus iglesias, tus templos, tus mezquitas, tus sacerdotes, todos han cometido pecados contra ti porque todos se volvieron poseedores, todos se volvieron dominaciones. Toda iglesia está contra la religión porque la religiosidad es libertad… Jesús trata de dar libertad, de darte alas. ¿Entonces qué pasa, por qué aparece esta iglesia? Ocurre porque Jesús vive en un plano del ser totalmente diferente, el plano de la conciencia; y los que lo escuchan, los que lo siguen, viven en el plano del sueño (inconciencia, ignorancia). Cualquier cosa que oigan es interpretada a través de sus propios sueños… Cristo te da religiosidad y después la gente que está profundamente dormida la convierte en una iglesia… Los sacerdotes lo han hecho tan bien (desvirtuar el mensaje) porque convirtieron la libertad en prisiones, convirtieron la verdad en dogmas”. Estas ideas de Osho coinciden perfectamente con lo dicho por Jesús: “La letra mata y el espíritu vivifica”. “Vosotros sois de este mundo; yo no soy de este mundo”, decía a doctores de la ley, rabíes y escribas de su época, equivalentes a las jerarquías eclesiásticas actuales. Y por lo mismo, previene a sus seguidores de aquéllos que, creyendo tener la verdad la enseñan a los incautos, siendo que adoptaron tales enseñanzas de la rígida literalidad de la escritura y del dogma (como hace la Iglesia), no de la experiencia directa de fundirse con la divinidad, según proclaman los maestros espirituales de diversas tradiciones. “Son ciegos guías de ciegos”, advierte Jesús “y todos van a dar al precipicio”.
La Iglesia católica —aunque no sólo ella— se ha concentrado en dogmas y rituales y, peor aún, se avocó a la política, contra la idea cristiana de separar ésta del camino espiritual. Lo sabe la clase política y de ahí su acercamiento a Francisco. Saben que un país mayoritariamente católico rinde culto al Papa, a cualquier Papa, sea cual sea su orientación y agenda; sea promotor de las élites o defensor de los pobres; sea encubridor de los pederastas o su acusador; sea que mantenga posiciones ultraconservadoras en las libertades de conciencia o que pretenda poner a la Iglesia a tono con el siglo XXI. No importa; lo que cuenta es la investidura. Aunque antes de ser papas fueran desconocidos. Y los políticos lo tratan de capitalizar, aunque sea tomándose la foto. En todo caso, bastante haría Francisco si logra infundir algo de esperanza en un país altamente desesperanzado.
Profesor del CIDE
Facebook: José Antonio Crespo Mendoza