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Hacia el año I. No parecería remoto que los tiempos de la economía global y la política internacional se cuenten en adelante haciendo referencia a un Antes de Trump (AT) y a un Después de Trump (DT). De hecho, las primeras planas de los diarios y las entradas de los noticiarios de esta penúltima semana de 2016 parecen un anticipo de los primeros días de 2017, precisamente del año I de la era de Trump. La duración de esta era está por verse. Pero lamentablemente no será tan corta como “una película de terror”, como lo vaticinó Agustín Carstens, al abrir el lunes esta semana cargada de premoniciones, en su participación en el foro Perspectivas Económicas 2017.
En lo que sí acierta el todavía gobernador del Banco de México es en su precisión de que “sólo hemos visto los cortos”, los avances, de una película de terror que todavía no empezamos a ver. Pero si incluso el cine de terror es mejor (o menos malo) que el terror de la realidad, los empresarios mexicanos agrupados en Coparmex, no atendieron a la metáfora de Carstens y llamaron al país a “prepararse para lo peor”, una vez ratificado el lunes mismo el triunfo de Trump por el Colegio Electoral de su país.
Otra pista de lo que le depara al mundo el año I de la era de Trump apareció también esta semana de presagios en la noticia dada a conocer el mismo lunes por el Washington Post de una cena del presidente electo estadounidense y el hombre más rico de México, y por épocas, del mundo, Carlos Slim. Y es que tanto el Post como otros medios internacionales y nacionales destacaron el valor noticioso de la aparente sorpresa que supondría un vaivén declarativo más del magnate estadounidense metido de presidente, al referirse al encuentro como una “cena encantadora con un hombre maravilloso”. Un hombre maravilloso al que dos meses atrás acusó de conspirar a favor de Hillary Clinton por medio del New York Times, a cuyos reporteros acusó a su vez de no ser “periodistas, sino cabilderos corporativos para Carlos Slim.
¿Plutocracia con diplomacia empresarial? Pero la caracterización de la era de Trump no podría agotarse sólo en las vacilaciones y los frecuentes cambios de opinión del controversial empresario presidente. Tras la integración de un gabinete de millonarios, que parecería estar definiendo una plutocracia —la captura del Estado por los más ricos— los análisis de la prensa global sobre el encuentro Trump-Slim sugieren la aparición de una ‘diplomacia empresarial’.
En efecto, según el estadounidense Post, aquella cena fue “un gesto de aproximación a México”, tras las ofensas de la campaña. Y según el británico The Guardian, el gesto fue de “reconciliación” con nuestro país. Este diario adereza su información con declarantes mexicanos, uno de los cuales afirma que Slim tomó la diplomacia en sus manos porque el gobierno no ha sabido relacionarse con Trump, a raíz de su visita a México como candidato, mientras otro sostiene que, para sus relaciones con México, Trump utilizará empresarios en lugar de políticos o diplomáticos.
Afinidades electivas. Pero los análisis precipitados sobre la era de Trump, parecerían quedarse en el regodeo con el folclor de un político amateur que dice y se desdice, que insulta y elogia, y que lo mismo le ordena al Reino Unido el nombramiento de un embajador, que elige a otro empresario como interlocutor de un país como México. Pero pasan por alto algo esencial, por ejemplo, las probables afinidades electivas subyacentes en el encuentro Trump-Slim, dos empresarios que abanderan en sus países la causa del proteccionismo, contra la competencia de la economía global.
Se aproxima así la era de Trump con su retórica adversa a las instituciones tradicionales, incluyendo la diplomacia formal, y con el desplazamiento de la bandera globalifóbica que antes portaron las izquierdas con sus diversos matices y derivaciones, hacia una suerte de internacional empresarial antiglobalización que incluiría el Brexit y otros movimientos emergentes en el mundo.
Director general del Fondo de Cultura Económica