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Lino Korrodi ha sido aceptado como aliado de Morena por López Obrador. Él fue el principal cerebro de la campaña “Amigos de Fox” en el año 2000 en cuanto a la recaudación de fondos privados, rebasándose los límites permitidos por la ley. Vicente Fox y su equipo responsabilizaron de ello exclusivamente a Korrodi en algo que había sido avalado por todos ellos. Los miembros de la campaña del guanajuatense justificaban dicha recaudación porque de jugar limpio nunca le ganarían al tramposo PRI. Después, Fox y su equipo se lavaron las manos y dejaron solo a Korrodi. Maquiavelo recomendaba al príncipe ordenar cualquier acción que le fuera conveniente, así se saltara las normas éticas, y después culpara al operador. El príncipe aparecería como inocente ante sus súbditos. En Morena también se respira maquiavelismo aunque se presente a sí mismo como un partido moralmente impoluto. Se acepta ahora a Korrodi en el círculo morenista, justo poco después de haber expulsado con espada flamígera a Eva Cadena, también recaudadora de fondos ilícitos aunque en menor escala. Evidentemente hay ahí una gran contradicción ética.
Dijo AMLO sobre Korrodi: “Nosotros consideramos que la gente que se está uniendo a Morena para transformar al país lo hace de buena fe, y si han cometido errores, creo que todos los seres humanos merecemos una nueva oportunidad” (8/Jul/17). ¿Por qué no hacerlo también con Cadena y permitirle el reingreso a Morena, dada su convicción de haberse equivocado? Sería lo congruente. Pero la razón oficial para admitir a Korrodi revela lo que para López Obrador es el verdadero pecado político; no es haberse involucrado en un fraude electoral (como el de 1988), o la recaudación ilícita de fondos, o la corrupción (como la línea 12), sino no estar con AMLO, no apoyarlo: “Los que estamos invitando, es porque están ayudando a la organización de Morena”, dice. Así como el evangelio cristiano determina que “El pecado que no se perdona es la rebelión contra Dios”, el evangelio morenista predica que la única falta importante es no apoyar a López Obrador. Pero eso se resuelve (“De los arrepentidos está hecho el reino de Morena”). Empresarios sumamente cuestionados (como Carlos Slim) son ahora considerados por AMLO como ejemplos de honestidad. Probablemente lo están apoyando ya. Pero más que un espíritu cristiano de perdón, lo que parece estar detrás de esto es maquiavelismo puro. Por un lado, el enemigo (Korrodi) de mi enemigo (Fox) es mi amigo. Y por otro, quizá AMLO espera de Korrodi, o bien que busque fondos para 2018 (dicen que no), o que forme parte del equipo de empresarios encargados de convencer a otros empresarios de lo conveniente que sería para México que López Obrador llegue a la Presidencia. Evidente pragmatismo, como el de Fox en su momento (pero ninguno quiere que lo metan en el mismo costal que a los demás).
Así, las puertas de Morena están bien abiertas para todo aquél que desee sumarse a su causa, sin importar ni su procedencia ideológica, su trayectoria o los ilícitos cometidos. Es parte del pacto de impunidad (en este caso, política) que prevalece en la partidocracia (Morena incluido). No importa qué hayan hecho los políticos de cierto partido, que podrán encontrar refugio en otro(s) partido(s). Saltan de uno a otro a conveniencia, siendo recibidos con los brazos abiertos. Sin embargo, aparece aquí nuevamente la doble vara; lo que es condenable en otros partidos se justifica plenamente en Morena, pues persigue un fin superior, encarnado desde luego en López Obrador. Mezcla de pragmatismo y mesianismo. En todo caso, López Obrador ha aclarado que los únicos que jamás serán aceptados en su partido “aunque ellos se quisieran inscribir”, son Salinas de Gortari, Diego Fernández de Cevallos, Fox y Felipe Calderón (17/V/17). Lástima por ellos. Pero quienes no están en la lista negra, y por tanto podrían solicitar su integración a Morena (recibiendo la absolución correspondiente) son… Peña Nieto y compañía (incluido Ruiz Esparza). Si Bartlett pudo, ¿por qué no Peña?
Profesor del CIDE.
@ JACre spo1