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Hay varios escenarios posibles en el Edomex dado el empate técnico entre el PRI y Morena, con un PAN a la baja y un PRD en ascenso. Un escenario en el que todavía muchos creen (y no puede descartarse del todo) es un triunfo apretado del PRI, que sería explicado por el aparato y la compra de voto que se ha hecho en estos meses, aunado a la fragmentación de la oposición. El segundo escenario es un triunfo de Delfina Gómez, a partir de los votos que podría congregar en estos últimos días, como son los de la sección 36 del SNTE ofrecidos por emisarios de Elba Esther Gordillo, los indecisos (20 a 30 %) que podrían inclinarse a su favor (pues tienden a ser anti-priístas), y el voto útil que pueda emanar de electores perredistas si su candidato no llega a ser competitivo (como probablemente no lo será). Este segundo escenario no sólo sería malo —pésimo— para el PRI, sino también para el PAN, pues un triunfo de Morena reduciría significativamente sus probabilidades de ganar la Presidencia en 2018, que hoy por hoy no son pocas. Habría perdido, y de fea manera, no sólo el Estado de México, sino probablemente la Presidencia misma. Prácticamente todos los analistas coinciden que un triunfo de Delfina, si bien no garantiza al 100% la victoria de López Obrador en 2018, sí lo potenciaría significativamente. El PAN habría perdido dos elecciones en una.
¿Hay algo que los panistas puedan hacer para evitar ese desenlace? Los electores del PAN tendrían que votar útil por el PRI o por Juan Zepeda. En el primer caso, podrían darle el triunfo al PRI con poco voto útil, pero la mayoría de panistas quieren que el PRI pierda ya. La otra opción sería votar masivamente por Zepeda, pues una victoria del PRD les daría una doble satisfacción (pese a su derrota); sacar al PRI de Toluca y al mismo tiempo impedir el triunfo de Morena en el estado y (por ende) complicarle la elección presidencial. Pero ese voto masivo de los panistas por el candidato perredista es poco probable, al menos en la magnitud requerida para el triunfo (pues el PRD no es puntero). Si acaso, ese objetivo se habría podido lograr (o al menos intentarlo) de haber declinado Josefina Vázquez a favor de Zepeda, como se especuló recientemente. Pero habiéndose aclarado el sábado pasado que no habrá tal alianza, entonces queda sólo un triunfo muy forzado del PRI o uno, más probable, de Morena.
De haberse decidido el PAN por la declinación de Josefina, se hubiera abierto una posibilidad de un triunfo conjunto al sumar las votaciones de ambos partidos, aunque no era fácil a estas alturas. ¿Por qué es Josefina quien hubiera tenido que declinar a favor de Zepeda y no a la inversa? Porque ella va en declive y él en ascenso, lo que hace más probable su crecimiento en lo que resta del proceso electoral. Eso no ocurrirá ya, pero era mejor intentarlo que aceptar la derrota de ambos partidos, a quienes queda solamente contender entre sí por el tercer y cuarto lugar. Prefirieron PAN y PRD éste último desenlace que intentar una escenario más audaz y provechoso para ambos, pues incluso de no ganar la alianza informal entre ellos, al menos hubiera quedado en lugar más honroso. Además, al hacer mediante esta alianza más competitivo a Zepeda, el voto útil perredista a favor de Morena —y que podría darle el triunfo— se habría contenido. Y la alianza PAN-PRD que ambos dicen que explorarán para 2018, hubiera sido más viable. La alianza en busca de la victoria hubiera sido, pues, lo más racional para ambos partidos. Haberlo intentado no hubiera implicado perdida alguna, pero de ganar, habrían ganado mucho. En cambio ahora, si el PRI triunfa, el PAN será un derrotado más (en tercer o cuarto lugar). Pero si es Morena quien gana la gubernatura, el PAN habrá sido prácticamente derrotado por partida doble; perderá el Estado de México y probablemente también la oportunidad de competir con buenas posibilidades por la Presidencia, que en cambio quedará más al alcance de López Obrador de lo que ya estaba. Mala tarde sería para el PAN, incluso de ganar Nayarit y Coahuila.
Profesor del CIDE.
@JACrespo1