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En 2003, cuando tocaba sustituir en su totalidad al Consejo General del IFE, el PRI y el PAN cometieron el grave error de marginar al PRD en la conformación del nuevo consejo. La discordancia sobre una de las propuestas hechas por el PRD detuvieron el proceso. Ese diferendo dio lugar a que el PRI propusiera al PAN repartirse las dos cuotas correspondientes al PRD, una para cada partido. Tras un breve jaloneo, el PRD aceptó retirar su propuesta original y así participar en el nombramiento del Consejo, pero PRI y PAN no quisieron ya echar atrás su acuerdo de repartirse entre ellos las cuotas perredistas; cinco consejeros para el PRI (incluyendo al consejero-presidente) y cuatro para el PAN. Ninguno del PRD. Fue un grave error porque ello minaba la credibilidad que con dificultad había logrado ganarse el IFE en los años previos, y también porque dejaban a uno de los candidatos finalistas sin ninguna representación en el órgano electoral. Fácilmente podría López Obrador impugnar las decisiones del IFE, sobre todo en caso de quedar en segundo sitio (y más con un resultado cerrado), como ocurrió.
Ahora, rumbo al 2018 los partidos vuelven a incurrir en un traspié semejante. Los once consejeros actuales son cuota de alguno de los tres grandes partidos; PAN, PRI o PRD (si bien éste está en proceso de pasar a partido pequeño). Los tres nuevos consejeros fueron nombrados bajo esa misma lógica. Como en 2003, López Obrador queda sin representación en los órganos electorales (¡excelente idea!). Ante lo cual, como no cabía esperar otra cosa, López Obrador no tardó en descalificar al INE en su totalidad: “(Los partidos de la mafia) Transaron y ya tienen tres incondicionales, más los que están todavía en funciones en el INE”. (Excélsior, 1/IV/17) Cuestionó que no sean los ciudadanos quienes decidan los nombramientos (sino los partidos) “y que no se pueda escoger gente íntegra, autónoma, independiente, pero que además lo hagan con cinismo”. (La Jornada, 31/III/17). En otras palabras, ¡Al diablo con su INE!
Tiene López Obrador una vez más una carta de impugnación en caso de no obtener la victoria en la justa presidencial, y más aún si el resultado volviera a ser estrecho, como en 2006. Se dirá, con razón, que de cualquier manera AMLO desconocerá un resultado desfavorable, y que no hay nada que pueda hacerse para evitarlo. Pero una impugnación cobra más fuerza cuando hay elementos que la hagan verosímil frente a la ciudadanía. Y la denuncia de parcialidad por parte del INE puede resultar más creíble si ninguno de sus consejeros fue propuesto por el partido quejoso. En 2006, los errores o decisiones sospechosas del IFE (como procurar que se abriera el menor número posible de paquetes electorales, cuando la situación exigía justo lo contrario) fácilmente pudo atribuirse a la parcialidad del Instituto derivada de su composición. La totalidad de consejeros fue nombrado por la entonces coordinadora de la bancada priísta en 2003, Elba Esther Gordillo, y los operadores de Felipe Calderón en la diputación del PAN (incluida Margarita Zavala). De modo que los nueve consejeros habían sido nombrados por la mancuerna Gordillo-Calderón, una alianza informal cuyo candidato ganaba por menos del uno por ciento. ¿Cabía esperar absoluta imparcialidad de esos consejeros? Al menos era difícil de creerlo. Ahora, 2018 se asemejará al 2006 al menos en que, de la totalidad de consejeros (y magistrados) electorales, ninguno habrá sido propuesto por un candidato puntero, ni contado con su visto bueno. Desde luego, probablemente la solución no consistía en dar a Morena su cuota, sino más bien terminar de una vez con el reparto de cuotas partidistas, y dejar la selección en una comisión formada por universidades y organismos civiles, sin ninguna injerencia partidista. Eso evitaría identificar a cada consejero con un partido-padrino. En ese caso, habría menos elementos para desconocer al Consejo, o dar paso a versiones sobre decisiones parciales que afecten el proceso electoral y los resultados. Nuevo error y abuso de la cúpula partidocrática, que puede complicar innecesariamente el 2018.
Profesor del CIDE