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Cierto que la captura de Javier Duarte no compensa la impunidad y la omisión con que se trató su caso desde años. Y que falta por ver el desenlace judicial (este país está lleno de hoyos jurídicos). Pero capturarlo es mejor que no hacerlo. El problema no es la detención de Duarte, sino todas las que quedan pendientes. Se acusa también que la captura de Duarte tiene un claro propósito electoral. Quizá, pero no servirá de mucho. Incluso podría remarcar y seguir documentando lo que resultó ser el “Nuevo PRI”. Pero de nuevo, mejor capturarlo que no, aún en medio de procesos electorales (pues siempre tenemos elecciones en puerta).
Por otra parte, ante esta detención, ¿cómo reaccionó López Obrador? Con lo previsible. Jamás reconocerá ningún logro al gobierno actual (ni a los del PAN). Eso por definición iría contra su discurso antisistémico. Minimizó la captura como mera simulación. ¿Asume que será liberado Duarte en poco tiempo? Si así fuese, no hay que adelantar vísperas. Pero si una captura es simulación, ¿en qué consistiría la no simulación? Quizá por esa peculiar lógica, AMLO plantea extrañas propuestas para combatir la corrupción (no simuladas, se sobreentiende). Primeramente, ofrece amnistía general a los corruptos de la mafia en estos años. ¿Eso sí inhibirá a los políticos y gobernantes de seguir incurriendo en corrupción y desfalcos? A la inversa. AMLO confunde justicia con venganza. Le parece que llevar a la cárcel a los corruptos de estos años sería venganza, cuando lo que el Estado de Derecho exige es justicia. ¿Es injusto llevar a la cárcel a quien arrasó con los fondos de su estado desde la gubernatura? López Obrador asegura que en tales casos es mejor el perdón (pues el castigo sería venganza).
Además, AMLO condena a Peña Nieto por ordenar la captura de Duarte y otros, pues eso lo hace “muy traidor, porque mete a la cárcel a quienes le ayudaron en su campaña como sucedió con Elba Esther Gordillo, lideresa del Magisterio, y ahora con el ex gobernador de Veracruz (Duarte) quien le ayudó para financiar sus actos de proselitismo en 2012” (La Jornada, 19/IV/17). Vale más la amistad, la lealtad y la complicidad personal que la aplicación de la ley. ¿Así combatirá la corrupción López Obrador de llegar a la presidencia? Como buen juarista, “A los amigos, justicia y gracia…”. De ahí la absolución que otorga a los corruptos (incluso así calificados por él mismo) que ingresan a Morena. Por otro lado, muchos consideran que AMLO, al adelantar que Duarte declarará que dio dinero a Morena, reconoce implícitamente que así fue, y se “cura en salud”. El bloque obradorista tomará cualquier acusación en ese sentido como parte de la campaña sucia para detener a su candidato, en tanto el bloque antiobradorista seguramente dará por válidas tales denuncias. Pero eso difícilmente alterará la actual tendencia electoral. Es probable que no se presenten pruebas contundentes de ello (suponiendo que hubiera ocurrido), por lo que, en un caso extremo, se atribuirá la responsabilidad a los dirigentes de ese partido en Veracruz, partiendo de que AMLO jamás se habría enterado de ello (como ocurrió con René Bejarano y Gustavo Ponce).
Pero AMLO ofrece que cuando él sea presidente la corrupción será erradicada, pues su honestidad y la de sus colaboradores cercanos (todos serán personas probas) será ejemplar y servirá para derramar ese espíritu de transparencia y rectitud sobre toda la clase política y burocrática. Sostiene que “predicar con el ejemplo será la enseñanza mayor. Por lo mismo, si el presidente es honesto, ese recto proceder tendrá que ser secundado por los demás servidores públicos” (2018; la salida, México, 2017). Su impoluto desempeño terminará con los Duartes de este país. Pero en caso de detener y castigar a los corruptos que haya durante su sexenio (en el improbable caso de haberlos, claro), ¿cómo podremos distinguir si tales capturas son un combate eficaz a la corrupción, o solamente una simulación como la de Duarte hoy en día? No será fácil hacerlo a partir de la extraña lógica de López Obrador.
Profesor del CIDE. @JACrespo1