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El fenómeno de la “cargada” fue componente esencial del régimen de partido hegemónico. Grupos y personajes políticos o sociales buscaban estar cerca de quien fuera a resultar “el bueno”, el candidato priísta que indefectiblemente sería el siguiente presidente ante la ausencia de competencia real. Pero la lógica de la cargada exigía que mientras más pronto se brindara el apoyo, mejores dividendos podrían obtenerse. Así, si lo prudente era esperar a conocer el nombre del “tapado” para entonces volcarse en su favor, lo audaz era adelantar el respaldo a quien se calculara sería el beneficiado, pues entonces la retribución sería mucho mayor en caso de acertar. Sin embargo, había alto riesgo de fallar en el pronóstico. Pero desde que finalizó la hegemonía del PRI (1997), la cargada anticipada incluye a los candidatos de otros partidos, si es que tienen posibilidades de estar en la final. Además, ya no hay un momento —el destape tradicional— en donde se pueda ofrecer el respaldo al seguro ganador. Incluso, como se reflejó en 2006, quien por meses tuvo gran ventaja en las encuestas (AMLO) al final fue cayendo y terminó por perder la Presidencia (por muy diversas razones). Nada hay seguro en tiempos de competencia real. En 2012 desde meses atrás aparecía como favorito indiscutible Enrique Peña Nieto. No parecía que alguien pudiera alcanzarlo. Pero tampoco había garantía. Las tendencias electorales (de las casas que acertaron en el resultado final) marcaban un descenso lento pero marcado del PRI, en tanto que López Obrador se acercaba peligrosamente. Hubo imprevistos que modificaron las intenciones del voto. Quizá era cuestión de tiempo para que López Obrador alcanzara a Peña. Pero las elecciones tienen sus tiempos.
Ahora, en el proceso de 2018, hay mayor incertidumbre que en 2012. Tras los comicios estatales de 2016, apareció en las encuestas un empate técnico entre López Obrador (ya como candidato seguro de su partido) y Margarita Zavala, frente a un PRI en tercer lugar y con tendencia a la baja. Los priístas desencantados seguramente desde entonces empezaron a hacer sus cálculos sobre a quién apoyar, con quién irse, pero ya no dentro del PRI cuyas probabilidades de remontar se perciben como muy escasas. Fue justo entrando en 2017, con el famoso “gasolinazo”, cuando AMLO tomó ventaja (cercana a los 5 puntos). La probable razón es que Morena fue el único partido que se opuso a esa medida, además del rechazo constante de López Obrador a la reforma energética, cuyo presunto fracaso estaría simbolizado por el alza de precio de las gasolinas (pues Peña ofreció que con la reforma, bajaría de precios). Pudo haber razones económicas atendibles para tomar esa medida en ese momento. Pero dicha decisión no pudo haber sido más favorable a López Obrador política y electoralmente. Pues esa ventaja que tomó entonces sirvió para decidir a muchos personajes y grupos, de distinto color y origen, a irse a la cargada en favor del candidato morenista. Medios de comunicación —normalmente hostiles a López Obrador—, empresarios, personajes y grupos partidistas diversos empezaron a abrirse con gran complacencia a López Obrador, incrementando la percepción de que podría ser el próximo ganador de la Presidencia. Esa es la ventaja de la “cargada” para quien es favorecido por ella; le eleva las probabilidades de triunfo, con lo cual otros actores tendrán mayor disposición a sumarse a esa “cargada”, lo que a su vez eleva aún más la imagen de triunfo y las probabilidades para ello. Se trata de un “círculo virtuoso” para el candidato favorecido con dicha “cargada” (aunque nada sea seguro hasta el final). El “gasolinazo”, sin duda fue de gran ayuda a AMLO al darle un empujón en las encuestas que además detonó el inicio de la “cargada” en su favor. No sabemos si eso fue considerado por el gobierno antes de tomar la decisión del gasolinazo, pero ese ha sido su efecto visible. Por lo pronto, en tanto la mayoría de encuestas mantiene a AMLO como puntero (pese al incidente de Nueva York), seguramente la “cargada” en su favor continuará durante más tiempo.
Profesor del CIDE.
@JACrespo1