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Aún no toma posesión del cargo y ya generó los primeros impactos negativos en contra del interés nacional, en contra de nuevas fuentes de empleo que pudieron generar las inversiones de capital e infraestructura de empresas como Carrier y Ford, en diversas zonas de nuestra geografía. Sus tuits y comentarios poco sensatos, también han impactado la devaluación de nuestra moneda, según dicen los especialistas. Por supuesto, lo peor está por venir, una vez que jure con la mano sobre la biblia, ante el presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Sin haber protestado al cargo de Presidente de los EUA, sin haber anunciado aún, plan, legislación o programa de política pública alguna, sólo con amenazas y declaraciones de prensa, Donald Trump ha iniciado una nueva era en las relaciones que habremos de tener con su gobierno, al menos en los próximos cuatro años. Posiblemente sean ocho, dependiendo de la ciudadanía norteamericana, de si está dispuesta o no, a cuidar de su democracia. Por ello, el mensaje de despedida de Barack Obama no tiene desperdicio alguno.
Lamentablemente, hay capítulos en la historia del siglo XX que nos recuerdan qué tan frágil es el gobierno de la libertad cuando se sobrepone un liderazgo que ofrece lo que no va a poder cumplir, pero que la gente está dispuesta aceptar, a cambio de hacer a un lado a los políticos tradicionales, que han abusado de la confianza del pueblo y con ello han generado una gran frustración social. ¿De qué otra manera se puede explicar el fenómeno de Trump, lo del Brexit, y otras expresiones de hartazgo contra el poder establecido? Lo del hackeo soviético, es insuficiente para mover millones de votos en contra del sentido común.
Una nueva relación que seguramente será tensa y complicada, dado que las posiciones que abraza y que quiere impulsar en la agenda bilateral son altamente adversas para el interés recíproco de ambas naciones, pero como el hilo se rompe por lo más delgado, claramente habrá más afectaciones en nuestros intereses y en nuestros derechos, que debemos hacer valer ante las instancias correspondientes, por los diversos medios que tengamos, para defender las posiciones del país así como las expectativas y necesidades de millones de compatriotas que viven en los EU.
En el nuevo escenario que empezará a surtir efectos en menos de una semana, ¿sabemos qué hacer?, ¿con quién?, ¿cómo defender al país, con dignidad y contundencia? Espero que por el bien de México y de todos, no tarde mucho en aprender del tema nuestro canciller. Sin embargo y para nuestra fortuna, el próximo Presidente de los EUA está abriendo muchos frentes de batalla, interna y externamente. Y esto es una buena noticia, porque muchos actores y Estados pueden unir fuerza y propósitos comunes, para enfrentar a Goliat.
En sus relaciones con los medios de comunicación, lo cual incluye a periodistas y directivos, hay clara hostilidad y poca empatía. Como buen déspota, desprecia la crítica y la libre manifestación de ideas. Sólo hay que recordarle que en una democracia como la de los EU, los medios de comunicación han logrado remover a presidentes del cargo, porque son medios de control social. Pregúntenle a Richard Nixon y el Watergate.
En lo externo, en la parte que nos corresponde, están ubicadas las tres principales amenazas ya expresadas. Construcción de un muro de segregación con la idea de que México lo pague; deportaciones masivas de nuestros compatriotas; y la renegociación del TLC para, presumiblemente, imponer nuevas cuotas arancelarias, liquidando con ello el espíritu del libre comercio en la región.
Claro está que nuevas amenazas pueden aparecer en el discurso inaugural, y lo peor estará por llegar, más aún, si no hay contundencia, estrategia y capacidad, para entender la gravedad del tema. Sea lo que fuera, en esta ocasión nadie se puede equivocar, ni siquiera para agendar reuniones indeseables e innecesarias.
Académico por la UNAM